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Complicaciones de querer a una sola persona – Parte 1

Desde ese último abrazo, fui impar el resto del día. Pero no me importó, la soledad y yo nos llevamos bien cuando llueve. Creo que a veces es una ventaja, porque entre tanto charco y gotita no se me notan las lágrimas.

Apareciste gritando una cuadra atrás, diciéndome que soy una egoísta y que debería habértelo contado antes, yo me justificaba con excusas que daban risa y lloraba para agregarles un poco de veracidad. Éramos la envidia de cualquier novela brasilera, esas de las cuatro de la tarde.

Darse cuenta que uno está solo no es tan grave, quizás pensamos que podríamos hacer las cosas que nunca nos animamos a hacer mientras estábamos de novios. El problema es que, hablando de posibles huesitos, se esfumaron como por arte de magia. Este es el momento en el cual te arrepentís por haberle hecho caso a tu ex y haber borrado todos esos tipos que te parlaban por Facebook. Saber que el único hombre que estaría dispuesto a pasar una noche con vos tiene excedente de pelo y ronronea, deprime.

Si no me equivoco la ley de Murphy que más nos afecta a nosotras las mujeres, es la forma casi instantánea de ver cómo aparecen y reaparecen esos hombres que nunca te dieron ni la hora según tu estado civil. Sola, nadie. De novia, ellos ahí esperándote a que caigas en la red y terminen dejándote un día de lluvia para volver a empezar ese círculo vicioso de quedarte sola y por ende sin el pan, la torta, el pastelito ni la sopaipilla. Es que para ser sincera, creo que querer a una sola persona es de conformistas o de débiles, según el punto de vista. Empiezo a dudar si estaré destinada a ser impar o muy puta.

Te encontré donde menos lo imaginaba, pero era tarde. Miento. Más que tarde podría decirse que fuiste inoportuno. ¿Por qué venís a aparecer ahora, justo ahora que estoy con alguien? No terminé de preguntarme a mi misma que ya ocurrió lo esperado, ahí si fue tarde, tan tarde que ni me di cuenta de dónde estaba, y así fue con vos en una cama, mirándonos y confesándonos que siempre nos quisimos. Tarde o inoportuno yo no iba a quedarme soltera ni tenía ganas de conocer a otra abuela molesta ni pasar por ese tedioso momento incómodo de conocer a la familia, otra vez. Entonces opté por dejar que los sucesos que pasaron aquella tarde murieran ahí y hacer de cuenta como si no hubiese ocurrido nada, asi fue como inoportuno 1 murió en el camino. Pero sigiloso como un felino, esperando a que estuviese débil, a que no me importara nada, apareció inoportuno 2, este era diferente o demasiado igual a mí quizás, rellenaba ese vacío que me generaba el original y comencé a confundirme y a maldecir esta famosa ley de Murphy mientras dudaba. Picar de distintos platos puede llevarte a la perdición y todos lo sabemos. Con este último quería quedarme, definitivamente quería hacer un licuado entre original e inoportuno 2, pero lo vi muy sanguinario asique aprovechando la ventaja de padres separados decidí elaborar un peligroso pero efectivo plan. Original, sería mi novio para la familia de mi papá e inoportuno 2 sería mi novio para la familia de mi mamá, todo era perfecto, diagramé muy bien el operativo para que nadie se diese cuenta. Pero el invierno me jugó una mala pasada y me obligó a decidir, decidir es muy difícil, entonces una busca hacer cualquier otra cosa como por ejemplo tirar palos en sus notas y a esperar inmaduramente a que las cosas sucedan por si solas.

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