Cuando inevitablemente te enganchás de alguien, lo hacés con la esperanza de que todo fluya y marche pipí cucú. Nadie quiere «fracasar» si apuesta todo a un caballo que parece el ganador, pero paradójicamente es el más lento. La parte ingrata es cuando jugás todo lo que tenés por un caballo que nunca gana (como dice una canción).
Particularmente creo que son procesos de la vida, no existe una manera de huir del maldito desamor, ese que tanto miedo nos da. Porque no le tememos al enamoramiento y a las mariposas en la panza, sino al padecimiento diario cuando algo no es recíproco, o peor: al boludeo constante e innecesario.
Hay muchas maneras de sentirse lastimados si vamos a hablar de amor, puedo citar las siguientes:
1- Cuando te hacen cornudos como a Will Smith
No hay mucha vuelta que darle, no va más. Evidentemente hay algo que está roto y a menos que estés dispuesta/o a perdonar con el corazón en la mano, no deberías volver ahí. ¿Por qué? Porque te hicieron mal, doliste y nadie merece cargar en sus espaldas la pregunta diaria y retórica de «¿qué tenía él/ella que yo no?». Porque ahí es inevitable caer en la injusta comparación que siempre nos deja en el haber.
2- Cuando te dejan sin ninguna explicación
¿Por qué querrías volver con una persona que te pateó sin tener en cuenta que merecías al menos una razón? Si no va más, decilo. Game over y a otra cosa mariposa. Pero dejar sufrir a la otra persona (a quien teóricamente quisiste) y con el desconcierto de ¿qué carajos pasó acá? es de mala gente. Hay que salir de ahí, te han hecho un favor. No existe una razón lógica para querer permanecer junto a la causa de tu afección.
3- Incompatibilidad
Me gusta cuando esto sucede porque le quita peso y cliché al enamoramiento. No todo es como lo pintan las novelas o películas de amor más taquilleras, así que por favor soltá el pochoclo. Por ahí se gustan, hay piel y toda esa vaina «necesaria», pero pueden no compatibilizar con pensamientos, gustos, rutinas o simplemente no están en sincronía y eso no está mal. Lo que está pésimo es intentar cambiar al otro para que se adapte a lo que a vos te está haciendo falta. Primero, porque si no te quieren como sos, realmente no te quieren y segundo, siempre sos el/la indicado/a para la persona correcta. Tiempo al tiempo. El amor no es una carrera y gana el que se siente a gusto con lo que tiene y con quien quiere. La soledad juega de diez en ocasiones también.
4- Relación tóxica
Si sentís que te está haciendo mal, que no estás siendo feliz y que te absorbe las energías ¡no lo subestimes! Escuchate, charlalo con vos si no podés hacerlo con alguien más. Empapate de introspecciones que te dejen un balance positivo, uno que te lleve a conocerte y te permita discernir entre lo que querés para tu vida y lo que ya no. Esa ruptura amorosa no es tan grave, te va a curar. Créeme, duele un rato pero nadie muere de amor (y menos por uno tan mediocre). Seguro has sobrevivido a peores tormentas.
5- Cuando están en distinta sintonía
Por ahí también sucede que es la persona «indicada», pero no es el momento. Lo mismo que mencioné antes, no hay mucho más por hacer. Leí por ahí que hay personas que son el viaje, pero no el destino y estoy muy de acuerdo. Desmitifiquemos eso de «tenés que conocer al amor de tu vida cuando sos joven». Si yo me hubiera tenido que casar con mí primer amor, hoy seguramente sería una gran infeliz. Y ojo, no lo digo por culparlo a él, porque seguramente también él lo sería. Pero he comprobado que tener experiencias, buenas y malas, te hace ser una mejor persona en muchos aspectos. Yo claramente no soy la misma de hace siete años atrás y eso hoy me hace bien. ¡Bendita evolución! Si no te querés vos, ¿entonces quién? No está mal dejar ir cuando no es el momento. ¡Let it be!
6- Idas y vueltas 24/7
Si no funcionó la primera vez, podés probar con una segunda. Pero ¿quién dijo que la tercera es la vencida? ¡No! Si forzás las cosas, es muy factible que vayas directo y sin escalas a estrolarte contra la realidad (que hoy no es tu aliada). Nadie es imprescindible ni merece más de lo que nos da. Basta de atormentarte con el «qué hubiese pasado si le decía que sí», sobre todo porque ya le dijiste que sí mil veces y de todas formas no funcionó. Siempre que se va un Julián Serrano llega un Dybala pibas, estoy convencida de eso.
7- Falta de confianza-exceso de celos
Todos en algún momento de nuestras vidas tuvimos celos por alguien. La raíz del problema es cuando esos celos atentan contra la relación y se vuelven incontrolables. Hace un tiempo repito una frase que me parece la forma más noble de explicar lo que realmente significa tener confianza en la persona que es nuestra pareja actual: «confiar es no saber, confío». Porque es eso, no tener la certeza de algo y confiar en que nos están diciendo la verdad. ¿Difícil de conseguir? Sí, pero no imposible. El mundo está lleno de mentiras, ¿para qué te vas a obsesionar con algo que solo sucede en tu cabeza? Dejá ser. Y si sentís que la duda es más fuerte, entonces soltá. Lo insano destruye y no estamos para andar arruinando mentes ajenas.
8- No te quiero conmigo, pero tampoco sin mí
También denominado «síndrome de la gata Flora». No amigo/a, vamos a ser honestos. Con lo fácil que es decir lo que queremos en estos tiempos. ¿Vamos bien? Perfecto. ¿Pinta solo garchar? Bien también. ¡Pero decilo! Con lo fácil que es ser sincero y decir las cosas como son en estos tiempos donde existen menos tabúes. Nadie debería espantarse con la verdad, en un mundo de hipócritas y débiles emocionales es un lujo, yo la valoro. Huyan de todo aquello que les genere dolor de panza, cosquillas en la panza y no justamente por amor.
9- Los ex que continúan haciendo daño
Les voy a dedicar el espacio que merecen: ¡Bloqueen! Fin del cuento.
10- Cuando estás lastimado/a y sentís que no podés amar nuevamente
El amor te encuentra y no vos a él. Es difícil premeditar el momento y la persona con la que vas a tener el ansiado flechazo. Flui, dejate llevar. Permitite sentirte querida, amada, deseada. Y si no prospera que no sea porque no lo intentaste. Si no vas por todo, mejor no vayas.
Yo deseo que se diviertan, que expriman cada minuto de sus días. Los momentos en nuestras vidas son únicos e irrepetibles. Incluso aunque tengas algunas conductas un tanto repetitivas, jamás las vas a percibir igual. ¿Por qué? Trascendiste, ya no te importa o quizás todo lo contrario, te interesa aún más. Por eso es imprescindible vivir lo que nos toca, lo que nos manda el maldito o bendito destino y quedarse con personas lindas, gente de bien que nos sane un poco (aunque no estemos rotos del todo).
Ya dejen de sufrir por amor, es tan mágico como ingrato. ¿Qué le vas a reprochar? Disfruten de lo efímero aunque después queden cicatrices. ¡No importa! Sacudite y volvé a empezar.
Hay que rodearse de almas salvadoras, liberadoras, sin mambos ni dudas. Aguante la gente que hace y dice lo que siente. Aguante la consecuencia, la reciprocidad, la libertad y la verdad.
Y como yo me considero amiga de cada uno/a que dedica minutos de su preciada vida a leer mis notas, me tomo el atrevimiento de aconsejarles que vivan. ¡Vivan! Cómo quieran y de la forma que consideren más bonita. No dañen al otro, amen con conciencia y responsabilidad emocional.
Aguante la soledad, el amor y el «no sé qué somos pero nos hacemos bien». Cuídense y cuiden mucho al otro.
Ojalá podamos hacernos más verdad y menos mentira. Ojalá podamos hacernos menos mal y más el amor (en todos los sentidos). Son tiempos difíciles, valoren. La gente se cansa y se va.
Nos leemos la próxima.