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Facebook, nuestro nuevo testamento

Facebook ya no promociona, no ofrece, ni publicita, simplemente impone. Nosotros, empotrados a nuestros celulares como prótesis ortopédicas, tampoco preguntamos, ni levantamos sospecha, simplemente compartimos. Ya no solo moldea nuestros gustos, miedos y relaciones, ahora también se apropió de la percepción del tiempo y la distancia. Maquillado como distracción y conectividad, se transformó en la memorycard pública de nuestra biografía virtual. Pasó de administrar nuestra vida en algoritmos, a rematarla como breteles de silicona en las calles del centro. Todo lo que fuimos, aparentamos y suponemos ser está ahí, como fotocopia desenfocada bajo el rótulo “Un día como hoy”.

Anoche, mientras consumía con gusto la aplicación que hoy critico y observaba el progreso de mi calvicie y la ilegibilidad de mi ortografía adolescente, algo me hizo ruido. Me pregunté qué pasaría si mañana mi probable hijo de 11 años tiene acceso a toda esta información. ¿Con qué cara iría yo a las reuniones de padres? ¿Cómo le prohibiría las producciones de Cris Morena? ¿De qué manera le aconsejaría sobre el uso de psicotrópicos, sean legales o no?

Posiblemente tendría que pagar terapias alternativas carísimas y así terminar de perder el poco respeto paternal que me quede. Esto me llevó a considerar una serie de respuestas a preguntas tentativas que Tomás pueda llegar a hacerme. Comparto a continuación algunas de ellas.

– ¿Papá, porqué publicaste en tu muro tantas fotos en calzoncillos, no es acaso eso lo que me pediste que dejara de hacer con la hija de la directora?

– No Tomy, son cosas distintas. La década del 2010 en Argentina se caracterizó por dos cosas hijo mío; las finales perdidas por la Selección y el florecimiento de las protestas feministas. Esas fotografías que viste, fueron tomadas en las manifestaciones de Plazo de Mayo y la legislatura. No confundas nunca la pornografía con la militancia.

– ¿Por qué te preocupa tanto mi relación temprana con la marihuana? Desde que faceboock existe, hay registro de Joel y vos fumando en la terraza de la abuela.

– Porqué las cosas cambiaron. Es decir, la vida. En conclusión, el porro. Cuando el Congreso aprobó la ley de su consumo, venta y comercialización, todo pareció solucionarse. Hasta tu tío el anarquista estaba contento con el gobierno. Pero Monsanto no tardó en monopolizar también este mercado y propagar sus consecuencias. Antes, el porro solo causaba perdida de la memoria a corto plazo y adicción a las harinas blancas. Ahora, gracias a la eficiencia productiva de sus agroquímicos produce Alzheimer, Autismo y Resequedad Neuronal. Sin duda, el raticida y la orina ácida del tranza eran un negocio menos hostil.

– ¿Quién fue Miguel del Sel y por qué te referenciabas con él?

– Como te explico… Miguel fue un actor oriundo de Santa Fe, que hacía humor de mal gusto pero con buenos réditos y paralelamente era embajador de Panamá en el gobierno de Macri. Era como Palito Ortega, pero con menos prestigio y más cara de concejal. Yo en esa época trabaja en un municipio, tomaba sol desde octubre y escribía bizzareadas para un blog. Virtualmente me le parecía, cosa que hasta hoy me provoca mucho miedo.

– Ya que lo mencionaste ¿Hiciste plata escribiendo?

– Casi lo mismo que con la música hijo. Lo necesario…

– ¿Lo necesario para qué?

– Para alimentar la experiencia y nutrir el espíritu. Para construir puentes en cada letra y abrir puertas con cada canción. Para poder…

– Para viejo no entiendo, ¿eras testigo de Jehová?

– No Tomás, solamente pobre y verborrágico.

– Bueno, pero eso lo seguís siendo.

– ¡Siguiente pregunta Tomás!

– ¿A qué te referías con monotributsita del amor?

– Antes de conocer a tu madre y dedicarme al tráfico de Bitcoin, mis años fueron regularmente inestables. Tenía contratos laborales de seis meses y relaciones sentimentales con vencimiento preestablecido. Fue así que en diciembre de 2016, me divorcié con Gimena y a los pocos días me echaron de del Departamento de Irrigación. Dejé de ser un ejecutivo enamorado para convertirme en un rolinga con cirrosis y todo se fue a la mierda. No más sexo de reconciliación, vacaciones compartidas, ni obra social. Es más, tuve que averiguar la clave del Wifi del vecino para poder ver porno.

– ¿Y Valeria? ¿Fue esa señora con quien confundiste el nombre de mamá, cuando te volviste a vivir a lo de la abuela?

– No hijo, ella nunca existió, fue un invento de mi inconsciente. Similar a lo que te pasa a vos con Lorenzo, tu amigo imaginario. ¿Te pensás que sos el único que sufrió abandono infantil, déficit atencional y obsesión compulsiva?

– ¿Pero entonces quién era la chica rubia de las fotos?

– Era Bret Michael, el cantante de Poison y volvés a preguntar sobre ella y vas a pasar las vacaciones de invierno en lo de la abuela Miriam. ¿Querés eso Tomas? Mirame cuando te hablo. ¡¿Querés eso Tomas?!

– ¡No papi, por favor, a lo de la nona Miriam no! Se tira pedos, me cuenta estupideces sobre Alfonsín y me da besos llenos de baba.

– Entonces tené cuidado con lo que preguntás, ya tenés 11 años Tomy, yo a tu edad… Yo a tu edad… Nada, siguiente pregunta.

– ¿Qué pasó con el travesti? ¿Eso también te lo inventaste?

– No, ese fue el tío Joel que había hackeado mi cuenta.

– Pero compartías un montón de fotos de dragqueens, con tacos altos y las caras pintadas. Incluso uno se disfrazaba de gatito.

– ¡Pero pendejo del orto, eran KISS! Ya me hinchaste las bolas, te vas a lo de tu abuela.

– ¡Pero papa!

– ¡A lo de tu abuela, he dicho!

– ¿Me llevas vos o mamá?

– No sé, rebuscatela con la cámara del culo.

– Más que mi papá, pareces el abuelo.

– De eso se trata Tomás. Cuando seas grande lo vas a entender.

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