“Yo no soy celosa. Jamás lo he sido ni lo seré”. Cuando Lola dijo eso, dijo mucho más de ella que de los celos que realmente jamás sintió.
En una discusión me comprometí a escribir una nota sobre la fidelidad. Y la verdad que ahora que la empiezo a escribir me doy cuenta de que es absurdo. De aquella conversación salieron tres temas: la fidelidad, los celos y estar enamorado. Es todo lo mismo. Es todo el mismo tema. Sin embargo cuando se habla de la fidelidad siempre salto, porque todos la atacan por sus temas de parejas, cuando la fidelidad es algo mucho más amplio, la fidelidad es lealtad, es complicidad. Es coherencia.
Una pareja que es cómplice es fiel, es fiel a lo que traman. Sólo a eso. ¿Para qué voy a explicar que la fidelidad es un acuerdo, que la fidelidad no es ni natural ni antinatural al hombre sino que es un acuerdo de partes? Es que empecé a escribir esta nota y sentí el placer, la excitación que me provoca la complicidad de una mujer, y en ello va todo. Además para la complicidad no hace falta estar enamorado, aunque sí querer mucho, pero mucho, y confiar en la honestidad del otro para con uno (aunque sea sólo para con uno) en el tema que traman.
La complicidad es tener una preferencia por el cómplice antes que el resto (en ese tema que traman, ya sea robar un chocolate, coger o tener una proyecto de vida juntos). Y una preferencia es diferente al sometimiento o a la subyugación de una voluntad para cumplir con un acuerdo que queremos, que deseamos. La complicidad se conquista, se gana. Para lograr una complicidad hay que preferirlo de corazón porque si no es natural nunca alcanza la confianza. En cambio, cuando tenemos una preferencia, y es correspondida, florece una relación rara, poderosa, intensa, que nos transforma enseguida en cómplices.
El cómplice se prefiere así, como es. No miente sobre sus miserias, de hecho la complicidad es algo entre dos personas y nadie más, y tiene más necesidad de contar lo oculto de cada uno antes de mostrarse correcto y homologado. Es algo que sólo se ve en público cuando uno de los dos necesita del otro, y entonces el otro… aparece. Siempre. Siempre aparece porque es cómplice, porque se prefieren en algo, en eso.
Escribiendo esta nota me libero de defender a la fidelidad. Aunque la considero fundamental y muy noble, me doy cuenta de que sí, que la fidelidad sí es natural al hombre. Cuando existe complicidad hay fidelidad naturalmente, fidelidad en el tema que se trama. La fidelidad es contractual, pero la complicidad es un sentimiento, la escribo, la pienso, y siento en el pecho sus mimos, siento en el oído “estamos juntos en esto”. ¿Qué es esto? ¡Y qué carajo les importa!
En la complicidad nunca existe la confusión del derecho de propiedad de las personas. El “vos sos mío” no existe jamás. La complicidad es día a día. Y cuando el tiempo distancia a las personas, la memoria, como las cajas negras de las cabinas de los aviones, continúan guardando las últimas palabras, aquellas que decían “estamos juntos en esto”.
Y la complicidad también se puede apagar. Y cómo duele…
No hay nada más valioso que la complicidad. Y la complicidad es fidelidad pero sin prejuicios. Es fidelidad hablada y especificada puntualmente: “Quiero que hagamos esto juntos, ¿vos querés?”. Y listo. Por eso pienso que en las parejas donde se pierde o no hay complicidad no hay nada. ¿Qué le voy a escribir de fidelidad al que no es cómplice de su pareja?
Por eso es que cuando Lola dijo: “Yo no soy celosa. Jamás lo he sido ni lo seré”, dijo mucho más de ella que de los celos que jamás sintió. Cuando uno ya sabe que en el futuro no va a sentir algo es porque ya decidió que no va a sentirlo. Probablemente la persona que ya sabe que “no va a tener celos” sea porque ya sabe que no va a compartir algo realmente valioso y delicado por temor a sentir inseguridad para con el depositario de tamaño tesoro, o sea, no va a tener cómplice. Lograr “no sentir” no es una decisión, es una amputación, una represión de lo que fluye sin preguntar, o una revelación indiscutible y contundente. Pero el tema de los celos es… ¡ufff! …es para otra nota.
Muy buen punto el de la complicidad. Siempre relacioné a la fidelidad con la libertad y con el intentar no hacer lo que no permitirías que te hagan. La libertad de poder manejarse sin dar explicaciones y no hacer daño por ese manejo, es impagable. Poder hacer o deshacer, ir y venir, aparecer y desaparecer, habiendo logrado la confianza del otro, genera paz y tranquilidad emocional.
Y por otro lado coherencia, si me lo hacen me va a doler… ¿porqué no me las aguanto y punto? Es un tema escabroso, cultural, del cuál opinamos así por estar acá, pero en fin… es lo que nos tocó vivir.
Tal cual. La confianza es la base de la complicidad. Si no hay confianza es imposible cualquier empresa.
Donde te dejo el monumento? Que genial lo que decis!
Buena nota, me gustó!
Gracias, Bruno!
Pienso que la fidelidad no se debe padecer. Si supone un esfuerzo mental culposo, ya se transforma en un grillete pesado de llevar. Vista desde tu punto de la complicidad, se torna alegre, entusiasta y por ende, muy fácil de ejecutar. Es un muy interesante punto de vista el tuyo, Marcos. Me gusta cuando proporcionás ayuda con ciertos temas. ¡Abrazo!
Sos un grande, querido Zippo! Es así, la complicidad se trata de divertirse, de tener un plan que entusiasme a los dos, y de ser sinceros. Gracias, maestro!!
Excelente nota Marcos! Creo que tu punto puede ser perfectamente entendido cuando se ha encontrado un cómplice, el que se nos venía a la mente a medida que avanzaba la lectura ..
Exacto, Romi! Si alguna vez tuviste un cómplice, esta nota es redundante, no aporta nada nuevo salvo que la complicidad es la manera más pura y neta de la fidelidad. Lo que pasa es que si hablamos de fidelidad suena pesado, tiene tantas cosas sociales y religiosas adosadas! En cambio la complicidad siempre es divertida, concreta, se vale por resultados, es honesta y cuando termina, termina.
que buena nota!… no esperaba menos!
Qué lindo, pero qué lindo volver a encontrarte por acá, Testeña…
No se necesitan palabras. La complicidad se expresa a través de la mirada.
Saludialmente,
Absolutamente, Talinga!
tienes toda la razon… en cuanto a la propiedad de otra persona, NO EXISTE¡¡¡¡¡, entonces se aclara algo, no hay tal cosa como la «infidelidad», por que eso vuelve redundante todo..
manso aporte¡¡¡