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La maestras jardineras son divinas

Ser madre implica un millón de cosas que duelen. Cargar con el bombo pesado e incómodo, parir a la criatura, tener las tetas destruidas por darle de comer, al pedo porque tu leche sale descremada y el pendejo engorda menos que una zarigüeya. Cumplir con todo el calendario de vacunación, verlo llorar y desearle una muerte lenta y dolorosa al forro del enfermero que lo hace sufrir cada vez que lo pincha. Con el primer día de escuela terminas más traumada que tu bendición, y maldecís en el autopor sentirte una perra desalmada. Odias al sistema educativo y te pones a sacar cuentas, para ver si te da para pagarle a una nodriza que le enseñe a estudiar en tu casa.

Pero lo que sí me causa dolor en estos tiempos que corren, es abrir todos los días el cuaderno de comunicaciones y encontrar una notita de la maestra con algún pedido estrambótico. Este mismo lunes a la tarde, me encontraba cumpliendo con dicha tarea y encuentro lo que más temía. Estaba pidiendo que en familia, hiciéramos un títere. La divina de  la seño creyendo que todas las madres tenemos algo de talento con las manualidades, pero fue súper atenta y dejó varios tips de mierda para que quedara súper.

Por supuesto entré en un colapso nerviosoporque no hay persona mas inútil con las manos, que yo. No se coser un botón, y la simpática pretendía que hiciera un títere.

Me senté sola en la mesa de la cocina, mirando un punto fijo y pensando por donde corno iba a empezar. Me encontré mutilando una pobre ovejita de peluche que tenía hacen años, para usar sus ojos y orejas. Me fue inevitable pensar en el cristiano que fuera a encontrar en la basura al pobre animal de granja sin sus partes, y todo destruido. Mansa macumba demoníaca.

Usé un botón para la nariz, y unas telas para el cabello del pobre bicho. Para hacer la boca, destrocé un delantal rojo que tenía y hasta le hice dientes. Los brazos los hice cortando un par de medias de mi hijo y se los pegué. Usé pegamento claro está, porque enhebrar una aguja me resulta imposible.

Así es que de esa manera fue que destruí un sin fin de cosas, cuando claramente era mas fácil ir a una mercería, y comprar lo que necesitaba. Pero siempre se puede ser un poco más complicada y ridícula con el pasar de los años.

El «no sé qué cosa» quedo horrible. Fue una mezcla de WinniePooh y Freddy Krueger. Si hubiera hablado, seguro me pedía que lo matara para terminar con la agonía de existir.

Pobre hijo mío. Lo único que ruego, es que el resto de sus compañeros hayan llevado muñecos más asquerosos que el que yo le hice. Caso contrario, será una vergüenza ir a buscarlo al colegio con toda mi inutilidad en la costura, expuesta. Aunque ya apareció la típica madreimbécil, y mandó una foto del que hizo ella al grupo de WhatsApp. Un león perfecto y súper prolijo, y él mío directamente no tenía identidad ni género. Un asco.

A la maestra le quería agradecer de manera pública y por este humilde medio, por tener un día  del orto y muy frustrante. La próxima pedime que te mande un bizcochuelo nena, que eso lo hace cualquier persona de bien, no un títere del ojete.

La maternidad es un sueño. Pero la escolaridad sobrepasa mis expectativas y mi paupérrima creatividad.

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