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La muralla

Es recurrente escuchar frases como “lo mejor es trabajar de lo que amas”, “tenes que hacer lo que te gusta”, “hay que ganarse la vida haciendo tu hobby” y si, las frases suenan muy hermosas, sobre todo escuchando de quienes vienen… de tipos que ya están hechos y, sumidos en su cotidianidad creen que es fácil lograr lo que han logrado, o de pendejos que aún no se han topado con la dura realidad de la vida laboral.

Primero y principal… ¿te has preguntado de qué te gustaría ganarte la vida? ¿sabes realmente qué es lo que te apasiona o encanta hacer? ¿has evaluado las posibilidades de que eso suceda? ¿medís la distancia entre tu situación real y tu situación ideal? Más allá de que te guste tu trabajo actual, ¿es realmente lo que te apasiona hacer? Hay un ejemplo muy didáctico que explica el punto al que voy; le preguntan a un contador si le gustaba su profesión. El tipo responde que sí, que le encantaba y que estaba muy satisfecho con su trabajo. Ahondan sobre su hobby, sobre su pasión. El contador responde que nada le gusta más en el mundo que la jardinería; plantar, cuidar, podar, fertilizar… pasaría horas en el jardín, para él era reconfortante y hasta psicológico. Entonces le preguntan qué sucedería si se ganase la vida en la jardinería y no como contador. El hombre piensa un poco y responde que podría ser aún más feliz que ahora. Entonces… el tipo no se ganaba la vida con lo que le apasionaba, sino que estaba nada más que conforme.

Y los realizados, los hechos, los sobrados o los ridículos que escriben “autoayuda” plantean esto como una cuestión normal, como algo natural, como algo fácil de hacer, soplar y hacer botellas, “dedicate a lo que te gusta”… como si fuese tan fácil. Y va más allá de “correr el riesgo” o “salir de la zona de confort”, es una cuestión de vida, de economía, de endeudamiento y de responsabilidad.

Para colmo, a medida que vas creciendo, vas contrayendo más y más responsabilidades. Te vas a vivir solo, alquilas un departamento, le sumas una pareja a tu vida, quizás que hijos, tarjetas de crédito, deudas, hipotecas, prendas y aumento de horas de laburo, más responsabilidad y asfixia.

Se produce una especie de “cuello de botella”, de donde no podes salir fácilmente. Entonces, tu sueño de ganarte la vida escribiendo, dibujando, cantando canciones, se comienza a ver ahogado entre tus horas de oficinista, detrás de la caja de un banco, siendo empleado de otro o vendiendo porquerías en la calle. De pronto necesitas “x” cantidad de guita fija para sobrevivir (ni hablar si de vos dependen hijos), y no te podes dar el lujo de arriesgar todo por un sueño que quizás que comience a materializarse económicamente dentro de un año, o dos, o nunca. Pero no por “cagón”, por “no salir de la zona de confort” o por “no arriesgarte por tus sueños”, como te pretenden vender, sino porque hay una “muralla” que divide tu vida actual, tus necesidades, tu cuota de responsabilidad, con la posibilidad de que “tu sueño” sustente tus necesidades.

Y de a poco te empezas a acostumbrar a tu rutina, te vas sumiendo en más horas de trabajo, te vas acostumbrando a vivir de lo que vivís y vas viendo cada vez más lejos ese “sueño”, las cuestiones de la vida te van sumiendo en sus engranajes y la idea de mantener tu vida mediante tu hobby se transforma en una cuestión romántica, juvenil… casi infantil.

Pero ojo… con esto que digo no pretendo ser fatalista o corta mambo, sino sentar los pies en la realidad y esquivar el verso de los vende humo de los generadores de autoayuda. Porque lo ideal es comenzar a trabajar en tus sueños desde pendejo, incluso cuando decidís que estudiar, pero la verdad es que de pendejo la mayoría de la gente no sabe qué es lo que quiere hacer, de qué quiere vivir. Esto es algo que descubrís cuando te hacer más grande, cuando ganas experiencia y cuando, naturalmente, te topas con algo que te encanta hacer. Entonces, lo ideal es proyectar algo posible, algo que se pueda dar, no tiene sentido que sueñes ganarte la vida como futbolista si tenes 30 años y no saliste del potrero o que quieras ser bailarina clásica cuando no podes ni flexionar las rodillas.

Luego debes ordenarte las horas del día e intentar dedicarle un poco de tiempo todos los días, media hora, una hora, lo que puedas. Resigná horas de sueño o de ocio y dedicáselas a eso que te gusta hacer. Una vez que te ordenaste un poco los tiempos, comenza a mostrar lo que haces al mundo, utilizá todos los medios de comunicación gratuitos y a tu alcance. Y en el medio, busca la manera de perfeccionarte, leyendo, instruyéndote, haciendo cursos a distancia. En el medio podes intentar unir tu hobby con tu profesión, volcar lo que te gusta hacer con lo que tenes que hacer, encontrar puntos en común, tratar de pulir ese trabajo obligatorio para hacerlo más ameno e incluso para que sirva como trampolín de tus sueños.

No es fácil, pocos lo logran, no sos ni más ni menos persona si no lo conseguís, quizás que hasta lo importante sea intentarlo, no quedarse con el sinsabor de qué podría haber sido, buscar… eso es lo reconfortante, no parar de buscar.

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