/Los pro y los contra de salir con un Hijo de Put@

Los pro y los contra de salir con un Hijo de Put@

Es muy común que a la hora de salir a conquistar a tu futuro ex-novio, se te crucen muchos príncipes azules en el camino, algunos desteñirán más rápido, otros tendrán mejor labia o chamuyo y te podrán mantener engañada por más tiempo. Otros tendrás que salir vos a conquistarlos porque están en “princesos” y toda una serie de pajereadas que te vas a tener que fumar a la hora de salir a buscarlo a “ÉL”.

Fuiste y viniste, saliste con uno y con otro, más piola, menos piola, un poco de todo… pero curiosamente te quedaste picando con ese engreído, medio cabrón que te plantó un par de veces, que te dejó como una boluda, que se comió a una amiga tuya y que encima todo el mundo te recomendó que no salieras.

Es ahí cuando te preguntás si sos una especie de masoquista o algo por el estilo… Por eso doncella de las altas tierras mendocinas, es que entre ud. y yo vamos a intentar desentrañar el porqué de salir con esta especie de malnacidos, petulantes, cocoritos y cancheros, más conocida familiarmente como Hijos de Puta. Iremos detallando los puntos a favor y en contra.

Sin duda alguna estos irresistibles seres del demonio algo tienen que tener a su favor, sino estarían más solos que Adán en el día de la madre. Y al parecer no son pocas las condiciones del caballero de la noche que transforman a ese Bruce Wayne en tu Batman…

En su mayoría los Hijos de Puta son facheros. Ojo esto no quiere decir necesariamente que sean lindos, pero por lo general los tipos son fachitas. Saben vestir y combinar correctamente, calzan buen porte y lo destacan aun más con su vestimenta. Sin llegar a ser metrosexuales, los pibes cuidan su aspecto, huelen siempre bien y se distinguen del resto.

Los H.D.P. pueden o no tener mucha guita, en caso de no tener tanta, la poca que tienen se la gastan toda. Te llevan a buenos lugares, conocen de vinos y de buena vida, son galantes y no reparan en gastos a la hora de sacarte a pasear. Se destaca su generosidad y su magnetismo.

Íntimamente ligado al ítem anterior, viene el tema del autito. El tipo, ya sea con o sin guita, se las arregla para andar en un auto con onda, ya sea de él, de la vieja, o del amigo. Nunca te va a pasar a buscar en una rural o una F-100. Siempre con coches que aparentan un buen pasar en la vida y que sean lo suficientemente acogedores para hacerle honor al adjetivo 😉

Por si no estás completamente entregada a esta altura del levante con el pedazo de bombonazo hijo de puta, para colmo tienen buena parla y te llenan la cabeza y el corazón de buenas historias. No importa sin son verdaderas o falsas, pero las cuentan tan bien que no te podés resistir a querer creerlas a toda costa y repetirlas hasta el cansancio de tus amigas, convirtiéndolo en un mito.

El HDP por lo general es multifacético. Son de esos tipos que hacen de todo. Pueden ser profesionales o no, pero dieron vueltas por todos lados, y seguro que les fue bien en todos sus emprendimientos, o por lo menos eso te hacen creer a vos. Los vagos pasaron, por la facultad, se recibieron, fueron gerentes, emprendedores,  políticos, tienen o tuvieron una consultora, hablan de socios, y nunca se sabe bien bien en el fondo de donde sacan la guita. Es parte del encanto…

Sin lugar a dudas que al ir avanzando en el tema te empezás a convertir en la envidia de tus amigas. Y obviamente no es una envidia sana, por lo que lógicamente vos lo disfrutas el doble. Las ves a las otras harpías buscando las mil y una formas de hacerte querer ver que estás saliendo con un flaco que se acostó con medio Mendoza, que gorreó a todas sus novias y que tiene un prontuario más extenso que su propio miembro.

Continua la historia y comienza el fuego de la pasión. El HDP es tan caballero, sabe moverse sin atropellar, nunca quedan silencios incómodos, siempre te sentís a gusto y relajada. El primer beso fue natural y ahora que lo pensás se lo terminaste dando vos. Te hace sentir una dama por completo mientras tu entrepierna comienza a desesperarse porque le falten el respeto… y te preguntás si será tan respetuoso y caballero en la cama como es en la vida…

Y si… si faltaba algo con esto ya no te lo podés sacar más de la cabeza. Llega el momento esperado y todo es como en las películas, te hace sentir especial, estás relajada y te dejás llevar. Seguramente el ambiente es el ideal, todo preparado para hacerte sentir única. Y comienza la acción. Los HDP te cogen tan bien, comienzan despacio para luego convertirte en una guarra total que hasta vos misma te desconocés. Te hacen sentir como en un capítulo de Cincuenta Sombras de Grey.

Pero como todo lo bueno, algo de malo tiene que tener, pasa el tiempo y te empezás a encontrar con algunos contras, a saber…

Como a esta altura estás en un vertiginoso ascenso que desemboca peligrosamente en un indefectible enamoramiento, tu visión tanto de la relación, como de la realidad comienzan a distorsionarse un poco más de lo recomendable y sacan a esa loba en celo que hace mucho tenías guardada. Sabés que vas a terminar sufriendo y aun así decidís seguir firme como rulo de estatua.

Comenzás a desarrollar una preocupante obsesión por el HDP. De repente te encontrás revisando minuciosamente sus perfiles de Facebook, Twitter, Instagram e inclusive lo agregaste a LinkedIn. En cada ratito libre que tenés le inspeccionás el Facebook y te metés en los perfiles de las golfas que le megustean cuanta pelotudez publica el infelíz.

Muy ligado a este último tema se encuentra la Neurosis que comenzás a tener por todo lo que te rodea y sobre todo por las que lo rodean a el…  Párrafo aparte merecería tu nueva locura psicótica que tenés con el temita del “Visto” en el chat del Facebook y con el Whatsapp. Y sin darte cuenta armás historias fantasiosas para argumentar porque carajo no te da ni cinco de bola y desaparece por días sin dar ni rastros de vida.

Tu vida de a poco se va convirtiendo en un pequeño calvario, pero no lo suficiente como para que te espantes. Pero es cierto que el aprecio y el cariño por el HDP se transformaron claramente en una obsesión digna de diván. Te das cuenta que es una basura de tipo, lo puteas en diez idiomas distintos y a los 20 minutos se te pasa y le mandás, como buena pelotuda, una carita ruborizada. Cornuda consciente.

Comienza un peligroso abandono del autoestima, el flaco te manda a la mierda y vos lo volvés a buscar, empezás a justificarlo mientras te vas muriendo por dentro de a poco. Es como un boomerang  cuanto más lejos te tira, con más fuerza volvés. Este abandono personal comienza a hacerse patente rápidamente en tu cuerpo; empezás a engordar de la ansiedad que te produce, volvés a fumar, al poco tiempo te recetan unas pastillas antidepresivas y pegás un bajón terrible de peso sumida en tu propia miseria y releyendo los mensajes de ese chat que nunca cerraste.

Luego de pelearte con tus amigas y terminar viendo películas tipo “Simplemente no te quiere” o “Bridget Jones”, te das cuenta que esto ya fue demasiado lejos. Y decidís los más sensato que podés hacer con un HDP, lo dejás o no le das más bola.

En el fondo lo odias, pero por dentro no soportás ni dos segundos por volver a verlo o escribirle. Y llega el fin de semana, te reconciliás con tus amigas, que son más de fierro de lo que vos pensabas, salís a festejar tu nueva “libertad” y a los dos traguitos, te suena un mensajito. Es él que quiere verte. Simulás un repentino malestar y rápidamente abandonas avergonzada el lugar ante la atenta mirada de tus amigas que se miran conociendo el irremediable final… ¡Y una vez más a empezar todo de nuevo!

Sentís la adrenalina de salir con “el chico malo” y te sentís un poco rea vos también de salir con él… Una especie  de Letty, la novia de Toretto (The Fast & The Furious)

Imaginás que con vos va a ser distinto y que lo vas a poder cambiar. Ilusa

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