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Personajes de las Plazas Mendocinas

En todos lados hay plazas y como una copia fiel (incluso certificada por escribano) a simple vista podemos ver que una otra vez se repiten los mismos personajes. Es como si viniese “all inclusive” con la construcción de la obra. Más allá de pastito, juegos oxidados, bancos híper incómodos, bustos de viejos chotos y fuentes que jamás van a andar, podemos encontrar:


El roto

El roto de la plaza generalmente es un viejo y esta literalmente siempre roto, con una caja de Arizu o Toro Viejo, obviamente tinto, en la mano. Posee la extraña cualidad de ser peludo y pelado a la vez, tiene el pelo blanco y rastoso, voz grave y tez extraña (o roja o negra). Se viste con camperas y pullovers que rescatan por ahí y cómodamente duermen escaviados sobre algún banquito rompiéndole las bolas a los nenes y las señoras y rodeados de perros matados de hambre pero fieles. No tienen guita ni para una tortita, pero el fasito y el escavio nunca faltan, hace siglos que no la ponen. El roto dice haber sido “músico”, “actor”, “político revolucionario” incluso “millonario”, cosa que es de dudosa procedencia. Por lo general son ex obreros ferroviarios peronistas que luego de que caduco el gobierno del general quedaron en la lona esperando al mesías.

Los drogones

Grupete de nabos pasaditos de edad que, como nenes de 16 años, se juntan a fumar faso y discutir si son mejores “Las Pelotas” o “Divididos”, debaten sobre frases del Indio Solari y despotrican contra Miranda y Soda Stereo. Alguno lleva una guitarrita y haciéndose el Piti de Intoxicados tararea temas de los Rollings cantados como el orto. Por lo general tienen todos flequillo, lentes negros y remeras de banditas de mierda. Hablan como mogólicos y se conocen a todo el barrio, tienen apodos ridículos e infantiles, como “cabeza”, “tete”, “negro”, “pipi”, “pompis”, “coti”, etc. Escavian Quilmes y se tatúan al Che sin siquiera saber que no es cubano.

Tribu no autóctona

Como esta de moda, siempre hay A.N.I.P.I.C. (Agrupación No Identificada Por el Inconciente Colectivo) en las plazas. Ahora les llaman “floggers” o “emos”. Lo general es que todos les quieren pegar, todos los miran raros, las gárrulas los tildan de faloperos y el resto de homosexuales. No se sabe que carajo son, pero están ahí, como una amenaza para conservadores y católicos.

Fobaleros

Nunca faltan los tontitos de la pelota, de todas las edades y en todo momento. Están dieciséis horas al día pateando la pelotita y si la plaza tiene buena luz, le clavan las veinticuatro. Hay siempre dos o tres que sobresalen del resto y le pintan la cara a todos, esos son los habitué que gobiernan la gilada. Los fobal son hinchas de equipos bizarros, como “Atlético Pedemonte” o “Sportivo Decador”. Adaptan canciones de la 12 o de los borrachos del tablón a los equipos de barrio y se trompean a menudo. Los fobal estan medio desnutridos, pero jamás les falta el celu a todo orto con cumbia pelagato de fondo.

Los motorratones

Jamás son menos de cinco. Los motorratones andan en motitos de poca cilindrada, tuneadas como carnaval de gualeguaychu y con stereo. No escuchan más que reggaeton y lo bailan y lo cantan. Se dejan crecer las mechas para que vuelen al viento cuando rugen sus motores. El casquito lo llevan de codera, es como que “el más vivo” es el que no se pone casco y pasa frente a los milicos desafiante. Son adictos a la grasada, así que por este motivo le ponen luces verdes y violetas a las motitos y las hacen sonar como una Harley Davidson manejada por el American Chopper. Los motorratones son barderos e intrépidos conductores, hasta que un mionca de la basura se los lleva puestos y los levanta como sorete en pala o quedan estampados contra un poste de luz por giles.

El del FIAT

El dueño del FIAT (128, 147 o 600 SIN EXCEPCIÓN) ha invertido todo su sueldo de carnicero (o puestero en la feria vendiendo papa) en su bólido. El autito tiene los paragolpes cromados, las manijas cromadas, los espejos cromados, el motor cromado, el dueño sueña con cromarse la poronga también. Hace mucho ruido y esta pintado de colores exagerados y mersas. Lo esta limpiando todo el día y cada vez que su musculosa, sus lentes baratos y su cara de goma se bajan del auto, una sonrisa de satisfacción inunda su rostro. El dueño del fia le acelera a todo el mundo, se le pega con el autito atrás a todos y picudea a cualquiera para que le pique. Le ha metido tanto petardo al motor que el pequeño karting levanta 280 kmph, pero frena como una bici con rueditas. Solo cumbia y cuarteto suenan en sus parlantes grandotes como el culo de tu vieja y ahí lo ves al loco, bailando y vanagloriándose de su máquina frente a nenes de siete años y negros cabeza.

Las gárrulas

Las gárrulas siempre están presentes en la plaza. Atravesándola o paradas en una vereda o esquina sacando ficha y poniéndose al día de todo los chusmeríos del barrio. Molestan a todo el mundo y todos se sienten incómodos bajo sus miradas inquisidoras y racistas. Todos menos los drogones que están en otra y se creen que jamás van a ser viejos, sino que van a morir jóvenes como rockstar de los 70.

Las chicas del secundario

Una plaza sin chicas en jumper rojos o verdes y camisa blanca no es una plaza. Las nenas le alegran la tarde a los viejos pajeros, a los pibes pajeros y a todos los hombres pajeros del lugar (salvo a los ANIPIC’s). Andan con sus carpetitas llenas de fotos de la bandita de cumbia o rock del momento y sus peinados liberales y prolijamente desprolijos. Fuman como boludas, hablan como boludas y como saben que todos las miran se ríen estrepitosas, bailan y hacen histeriqueadas y escándalo para llamar la atención. Como andan en manada encaran pibitos y le silvan a los que pasan (solas se comen los mocos). Se abrazan y festejan el desvirgue de alguna, la primer borrachera de otra y el primer noviazgo serio. Son medias burras, así que las vemos desde febrero a diciembre sin escalas.

Las leyendas del barrio

Los viejos que en el barrio se han transformado en leyenda siempre se reúnen en la plaza, por lo menos para ir de ahí al bar. Las historias de los viejos leyenda de barrio rondan siempre sobre los mismos temas: grandes mujeriegos, grandes peleadores, ex combatientes de la segunda guerra mundial, presos políticos o grandes leyendas del deporte provincial. Todas de poca credulidad y data. Los viejos son soberbios y ante la más mínima discusión te preguntan si sabes quienes son. Como si fuese tu obligación comerte semerenda falacia por ser del barrio nomás e ir a la plaza!. Los viejos leyenda se visten de la manera que jamás lo harías (hasta llegar a su edad obvio): camisa, pantalón corto de yogin, medias y ojotas. Tiernamente deplorable.

El bando

El bando es ese matungo agresivo y malandra que le ha robado a medio barrio, que arma bardo y que chorea a todo el mundo, punga y mala leche. Todos saben que es él el autor de los actos delictivos y cuando no lo ven puntualmente a él, lo culpan de ser autor material. El bando puede estar activo o pasivo. Pasivo se le dice cuando recién vuelve de la cárcel y está calmado y rescatado por el momento. El bando tiene banda de guachitos que ni siquiera conoce el nombre, una esposa cagada a palos y vive en una conejera junto a sus padres, hermanos, hermanastros, padrastros, suegros y dos o tres nietos.

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