Como otrora rezara la popular frase que comparte cartel con el título de la nota, la vanidad es sin lugar a dudas el pecado preferido del “diablo” (al que le sirva la versión figurativa de la dualidad necesaria, óbice insuperable de la existencia en contrapunto de la exégesis animada del bien) y esto es así por la potencialidad intrínseca que lleva consigo este pecado, el que muchas veces termina siendo el origen de muchos otros pecados y atrocidades afines.
No vamos a poner en tela de juicio los beneficios o perjuicios adláteres de la conducta de un buen cristiano/religioso, puesto que no es mi intención ser profeta, ni en mi tierra ni en ningún otro lar. Pero sin pensarlo mucho, podemos advertir que hay una serie de características en las conductas de las personas que terminan por constituir una de las vías más directas y peligrosas hacia el abismo del Averno (en su definición originario-lacustre).
Vanidad y Pecado: el Papa Gregorio supo sostener que la vanidad es el comienzo de todos los pecados. Y diantres si era cierta la afirmación del mentado chupacirio. ¿Cómo no reconocerle esa virtud, al pecado en análisis? Si basta con enumerar algunos de los más populares deslices morales, para darnos cuenta de inmediato que todos, directa o indirectamente, reconocen como fuente necesaria a la vanidad o semilla del mal.
Vanidad e inseguridad: Esa imperiosa necesidad constante de validación por parte de los demás interlocutores de la escena tragicómica, condensa el lado flojo que se le reconoce al vanidoso. Es esa debilidad bien entendida, de falta de caracter suficiente como para poder autodeterminarse frente a los mandatos populares y los designios propios de sociedades estancas, que conducen sin destino, a generaciones tras generaciones hacia el valle de la incertidumbre pseudo-nihilista.
Vanidad y Tentación: ¿Cómo resistirse al incentivo que nos presenta Narciso? Esa tentación que cala hondo, producto de la envidia y de los celos, que nos empuja a realizar las más intrincadas atrocidades en nombre de la vanidad. Pareciera increíble la maravillosa mesmedad del hombre, que al tiempo que lucha por alejarse y librarse de toda tentación, encuentra en este pecado un escape menor de liberación, sin consecuencias de mucha monta, una especie de reparo ante las tempestades venideras.
Vanidad y Autodestrucción: Es muy interesante la virtualidad planteada respecto a la propia conservación y su correlato ambiguo en cuanto a la destrucción de autor. La vanidad, al paso que nos convierte en aquellas personas que siempre quisimos ser y nos permite ver la vida con otros cristales; nos va penetrando el alma, para convertir la caridad y la piedad, en autoindulgencia y frivolidades propias de un corazón ciego. Sin dudas es lo que nos legó la mitología respecto a la venganza de Eco.
Vanidad y Engaño: una de las claves que posee la vanidad, es la posibilidad de disfrazarse y hacerse pasar fácilmente por grandes virtudes y clemencias, incluso hasta por actitudes que a priori parecieren estar teñidas de bondad y desinterés. Entiendo que es esta característica la que le proporciona a nuestro pecadillo del día, ese secreto que le permite colarse por cualquier recoveco de nuestra rutina e instalarse cómodamente al calor de los vítores y los aplausos, mientras por detrás socava sus verdaderos objetivos.
Vanidad y Negación: supo sostener F.W. Nietzsche en algunos fragmentos de su obra “El caminante y su sombra” al tiempo que analizaba la vanidad y sus alcances, que quien niega su propia vanidad suele poseerla en forma tan brutal, que debe cerrar los ojos para no despreciarse a sí mismo. Por lo que aquel que intentó alejarse lo más posible de las descripciones citadas supra, deberá replantearse profundamente su posición respecto a la vanidad y sus virtudes camaleónicas.
Y por último recuerde: la humildad no es más que la vanidad correctamente adiestrada.
Fuente de la imagen:
weirdoptics.com
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El poder del poder
El año pasado escribíamos:
FM Soledad
muy buena nota mi estimado amigo, aunque supongo que muchos de los pubers lectores del mendolotudo deben estar con el mataburros en la mano tratando de dilucidar que significan algunas de las palabras que utilizas, no es tu culpa ser un hombre culto… te quiero mucho zonzo.
TAL CUAL ESTIMADISIMO GURKHA!
Me gustaría contar con vuestra opinión sincera respecto a la utilización de terminología compleja en mis notas. No es mi intención discriminar a nadie con ella, mas entiendo que en muchos casos, es lo que le termina de dar un toque de color a la nota, sobre todo tratando temas tan ríspidos. Espero vuestras réplicas.
A mí me gusta como en esta nota, con complejidad y simpleza mezclados. Como es realmente Bairoletto, bah.
El modo de escribir es algo muy individual, tal vez este sea tu estilo. Y frente a él encontrarás admiradores, lectores indiferentes o detractores. Si es sincero, si te sentís definido, pienso que no deberías ocuparte del porcentaje que te comprenda o no. Es bueno que una lectura te sugiera otra (es decir, que el lector deba recurrir al diccio o leer a otros autores). Es tu camino, tu búsqueda. Creo que es más importante sentirte identificado con lo que escribís, que al leerte te sientas descifrado en esas palabras. Que cada texto te haga más libre, te acerque a la verdad que buscás.
Como lector (tu lector): No comprendo por qué utilizas algunas palabras. Fuera de conocer la etimología/significado de dicha palabra, no entiendo por qué allí? por qué todas juntas? Me gusta muchísimo tu caminata de pensamiento, como cocinás ideas, unís una idea tuya con alguna referencia de otra persona. Me complace realmente seguir tu lógica para abarcar los temas que proponés, la construcción, el desarrollo de la idea. Pero eso que me gusta es lo que intuyo, lo que leo detrás de la palabra. Yo siento que muchas palabras sobran o destruyen lo maravilloso que escribiste dos líneas más arriba. Siento que tu tren de pensamiento y tu vocabulario van montados en dos paralelas. Cuando te leo me intriga tu cabeza, cómo llegaste a ciertas conclusiones. Pero en el texto siempre hay palabras que son islas, o rocas, no puentes. Palabras que boyan y no sé donde ubicarlas, me despistan. Palabras sin un por qué. Tus pensamientos no necesitan tanto adorno.
Si pudiera preguntarte algo, te preguntaría: por qué escribís?
Yo te leo tironeado, como dos Bairolettos: el del pensamiento, el que está vivo en el texto y el otro: el que necesita demostrar que no es ningún improvisado.
Igual, si este es tu estilo no deberías modificarlo, deberías seguir buscándote en él. A mi me encantaría leer algo que hayas escrito para vos, algo que no hayas escrito pensando en publicarlo. Leer al Bairoletto agazapado en el texto. Yo siento que detrás de ese texto lleno de palabras piponas y brillantes se esconde el Gran Escritor. Que hay un muro al que hay que darle una patada.
Te comparto algo de Clarice Lispector: “Escribir es usar la palabra como carnada, para pescar lo que no es palabra. Cuando esa no-palabra, la entrelínea, muerde la carnada, algo se escribió. Una vez que se pescó la entrelínea, con alivio se puede echar afuera la palabra”
Espero no te sientas ofendido con mi comentario, es sólo una visión de lector (gracias por la ocasión)que va desde un lugar muy sincero, como si fuera tu amigo, tu “Mate cosido”.
Voy a seguir leyéndote, hasta econtrarte!
Un saludo.
«…en el texto siempre hay palabras que son islas, o rocas, no puentes». Qué buena crítica, María Laura. Me robo algunas de tus sugerencias para mí.
Me quedo sin verborragia y solamente te digo: ¡Que nota de puta madre hermano!
Cuando te leo a vos, siempre me pregunto si de verdad estoy leyendo el Mendo jaja. Abrazo grande grande hermano!
Imposible no asociar el título de la nota con la frase del genial Al Pacino (qué buena película!), sin embargo no me quedó claro el por qué «la vanidad es sin lugar a dudas el pecado preferido del diablo». La «potencialidad intrínseca que lleva consigo este pecado» no parece ser más corrosiva que la soberbia, por ejemplo, donde la inseguridad, tentación, autodestrucción, engaño y negación son más potentes porque no se calman con la sola adulación, sino que necesitan del poder real. La vanidad busca la propia exaltación, cuando la soberbia busca el sometimiento de la admiración en el otro. La vanidad es ilusoria, la soberbia es práctica. Podría compararla también con la Ira, o con la envidia…
No busco enaltecer la soberbia en preferencias diabólicas, sino en mostrar el punto que no me quedó claro. Para mí la vanidad es la parte más blanda de la soberbia, la parte más grotesca de la lujuria, la parte más triste de la envidia. Casi no la veo como un pecado, sino como un problema serio de inferioridad de carácter.
Para mí el diablo no prefiere pecados, son evidentes. Para mí el diablo prefiere la duda, la media verdad, esa idea filosófica amputada de lo complejo y mutada con la ortopedia de cualquier ideología. Ahhh, qué postres se debe estar haciendo desde algunos siglos…!
Me encantan tus notas, Bailoretto! Me encantan!
Yo creo que para llegar a la soberbia tienes que entrar por la vanidad, digamos que considero a al soberbia una vanidad «avanzada y crítica».
Me encantó tu nota! Lo que más me mata es mi vanidad y mi inseguridad: «Esa imperiosa necesidad constante de validación por parte de los demás interlocutores» Tal cual, pero aprendo a aceptarla y vivir con ella
venia leyendo y haciendo autocritica, y pensaba lo que dijiste al final, que si mirandote no encontrabas en vos mismo la vanidad, es que sos demasiado vanidoso jajaj
un gusto volver a leerte
Qué calidad de notas, Don Bairo! No es por desprestigiar a los demás miembros del staff, pero lo suyo está a otro nivel. Se me complicó un poco con la terminología, pero esta semana me quedo con «la humildad no es más que la vanidad correctamente adiestrada.» Clap clap…
El diablo solo presenta alternativas….
Genial hermano!
Muchas gracias por vuestros comentarios estimados lectores y amigos, entiendo que la vanidad quizás encuentra su punto cúlmine como «pecado favorito» con esa virtud que tiene de esconderse y saber disimularse. Como supimos destacar en otra nota: Nadie arregla lo que no está roto». Y por eso es que le otorgo esa peligrosidad de favoritismo.
Creo que coincido conque la vanidad es la puerta de entrada con bombos , platillos y aplausos al palacio de los pecados. Por sí misma, no completa una felonía, pero cada persona que cayó en el abismo de todos los pecados, recuerda ese primer caramelo que lo llevó adonde está hoy.Es el botones uniformado que te abre la puerta de la limosina, la promotora que te ofrece la primer degustación en la puerta,el maitre que te conduce a la mesa donde todo está servido.
Están hablando de K…..? (chiste)
Estúpida y sensual Vanidad…
JAJAJAJAJAJA! realmente se ensambla muy bien en esa frase!
He leído tus otras notas, pero esta es la primera vez que te comento. A mí me gustan mucho y celebro que formes parte del staff. En mi opinión el hecho que uses cierta terminología que, te soy sincera y no me da vergüenza decirlo, no me es familiar, hace que indague sobre su significado, me hace pensar y releer tus ideas y eso no está mal y no me molesta hacerlo, aunque a veces preferiría un poco más de simpleza para avanzar más rápido con la lectura.
Mencionaste a Eco y recordé su historia de amor con Narciso, quien era un completo vanidoso. Fue la propia Eco que en su afán de venganza por haber sido rechazada por Narciso, lo maldijo sentenciándolo a amarse solamente a sí mismo. Es apasionante esta historia de la mitología clásica.
Un gusto leerte, espero tu próxima nota.
Lore justamente ese fragmento de la nota, fue el que inspiró mi escrito de hoy. Espero que te guste!
http://www.elmendolotudo.com.ar/2012/11/21/nemesis-venganza/
¿Ese no era el avatar de Celso? ¿Acaso sos la reencarnación de Celso? Bairo, contestar, please.
Ehhhhhhh… Esteeeeeemmm…. esteeeeeee…. Quién es Celso? Creo que debe ser un error de la Matrix… 😉
Bairoletto, ya me garcaste el día de publicación… ahora me querés garcar hasta el avatar? Aflojá un poco, porque muerto y todo te voy a volver a buscar…
Jajaja. ¡Sos Celso!! Mejor dicho la reencarnación de Celso. Me alegro porque cuando empecé a leer a Celso, el pobre muere a los pocos días y nunca le pude comentar nada.
Muy linda nota don Bairoletto…me gustó y la entendí ja besos 🙂
Y la falsa modestia? tendrá un toque de verdadera vanidad?