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10 Micro Relatos de Terror (cuarta entrega)

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#31 La muñeca de San Carlos

La muñeca estaba ahí… en un basural. Micaela la encontró y la trajo a casa, le lavé la ropita, le peinamos el pelo y estuvo todo el día jugando. Por la noche comenzó a llorar. Con Enrique nos quedamos perplejos al darnos cuenta que tenía un dispositivo electrónico que habia soportado las lluvias y la intemperie… Mica estaba fascinada con su muñeca parlanchina… nosotros jamás le podríamos haber hecho un regalo así.

Todo era juegos y alegrías… hasta que la muñeca comenzó a hablar otras cosas, cosas raras, en un idioma que no entendíamos. Luego su voz se distorsionó y ya no sonaba como una niña dulce, sino como un hombre anciano, macabro y enfermo.

Decidimos tirarla cuando empezó a gritar “muerte” y “diablo” aquella noche de Agosto… a las 3:33 de la madrugada.

Tiempo después nos llegó esta foto, suponemos que es su antiguo dueño… algo nos dice que aquella voz espantosa es la de él… y aún está ahí, nuevamente en el basural, esperando a que un niño la encuentre.

#32 Los Testigos

Los ruidos venían de arriba. Estaba solo en casa, tenía la seguridad que arriba no había nadie. Sentía los pasos, las puertas abrirse, las cosas que se caían. Mi dormitorio estaba en el segundo piso y yo abajo, aterrado. Quise llamar por teléfono a algún vecino o amigo, pero el corte de luz había arruinado la línea. Mi celular estaba sin batería… no tenía como cargarlo.

Miré por la ventana, la oscuridad de la noche reinaba en el barrio, estaba más oscuro afuera. No sabía si era mejor quedarme en casa o salir. Decidí irme… pero la puerta estaba trabada, con llave… y las llaves en mi habitación, arriba.

Tomé la linterna de la despensa, apenas la encendí pude ver el reflejo de aquello en la escalera. Cuando iluminé los ví… los tres muñecos acomodados en los peldaños. Aquellos que bien conocía, los muñecos que dejaba Carlos Roldán en la habitación de sus víctimas… como testigos del atroz asesinato que luego llevaría a cabo.

Él seguía suelto… y sus muñecos estaban en mi casa.

#33 Pesadilla

La pesadilla era siempre la misma, un pasillo oscuro, solitario, donde no veía el final, con cuadros en las paredes y desparramados por el piso… cuadros espantosos. Sentía miedo y la muerte acechándome detrás, de pronto me atacaba de una manera bruta… y despertaba agitado, víctima del pánico.

No sé cómo pasó, no se qué sucedió… solo sé que terminé en este hospital luego de el trágico accidente de mis padres. Yo no fui, no recuerdo nada, solo sé que no les hice daño. Y ahora estoy acá… solo, de noche… en un pasillo oscuro, solitario, donde no veo el final, hay cuadros en las paredes y en el suelo… son horribles. Siento miedo y…

#34 El bosque susurrante de Tunuyan

Luego de leer el cuento decidimos ir al famoso bosque, lo buscamos todo el día sin poder encontrarlo. Caminamos hasta que los rayos del sol se comenzaron a esconder.

Dos de los chicos querían volver, yo insistí con seguir buscando. Cuando cayó la noche, calló el silencio… entonces comenzamos a escuchar los susurros. Venían de todas partes, no entendíamos nada, nos sabíamos si nos llamaban o nos echaban.

De pronto el bosque nos empezó a encerrar, se volvió un laberinto, no encontrábamos la salida, ni un sendero visible, la noche nos cegó, sentimos que nos empezó a engullir, nos cubrió con su oscuridad, nos absorvió…

Hoy somos parte de este bosque… y nos vamos a quedar con el alma de cualquiera que pise estas tierras, porque creemos que es la única manera de liberarnos de este maleficio.

#35 Compañía siniestra

Se que me sigue, se que está detrás mío… lo siento caminar tras mis pasos, lo puedo percibir por el rabillo del ojo cuando me mira desde la oscuridad de mi placard. Temo mirar a los espejos porque se que eso esta ahí… esta esperando que lo mire. Es eso mismo que se llevó a mi abuela, eso mismo que volvió loca a mi madre, eso mismo que me sigue a mí por ser hija mujer…

El terror me acompaña a diario, ya no se cómo soportarlo…

#36 La máscara

Había algo en aquel extraño paciente del psiquiátrico… cuando se enfadaba, cuando no tomaba su medicamento, cuando los enfermeros lo hacían enojar, pedía a gritos aquella espantosa máscara. Era lo único que lo calmaba.

La familia se había resignado, católicos hasta la médula, no había cura en el Gran Mendoza que no pasó por su casa a intentar exorcizarlo.

Él decía que con la máscara era de la única manera que no veía a los demonios que lo acosaban y que lo obligaban a hacerle daño a cualquiera que lo rodeaba…

#37 Cámara infernal

La desesperación… el esfuerzo por vivir un segundo más, cómo el cuerpo de descontrola para vivir los últimos segundos, para tratar de sobrevivir.

Son cientos de hombres y mujeres que hemos introducido en este habitáculo. Ellos los capturan… vagabundos, borrachos, caminantes solitarios, prostitutas… los capturan y nos los traen al laboratorio. Ésta es la prueba que a mi, al doctor Belloso, a la doctora Maure y al licenciado Ibarra más nos gusta. Incluso creo que Ibarra, psicólgo de profesión, es el que más disfruta el análisis y la observación de un cuerpo agonizando, mientras se ahoga hasta morir.

Aunque no creo en Dios, se que en algún momento voy a pagar por tanto dolor… pero la humanidad va a reconocer los resultados de tantas pruebas.

#38 La habitación del Club del Lago

Hay una habitación que parece está sellada. Todos conocen la leyenda del Club del Lago, incluso lo del portal en el piso. Pero entre las duchas hay una que tapa la puerta de una recámara que antaño fue utilizada para torturas mujeres catalogadas de brujas o herejes.

La habitación sigue igual que hace años, y los que han entrado dicen que por las noches se aparece una especie de demonio vestido de negro, con una cabeza de animal y cuernos…

Quizás de ahí vienen los gritos, las luces que se prenden y las duchas del baño que claman porque esa habitación se abra de una buena vez.

#39 Sobre las Mellizas Flores

Las mellizas Flores de Maipú son visibles solo para los niños. Buscan espantarlos y hacerles sentir algo del dolor que ellas sintieron, la desesperación de ahogarse, de perderse en el canal Pescara y quedar en una maraña de túneles de agua, a merced del olvido y la putrefacción.

Es por ello que muchas veces se ven reflejadas en el agua… cuando algún niño se acerca a mirarse.

#40 El puesto

No había puestero que aguantara más de una semana en nuestro campo. El primero que llevamos terminó internado en el Sauce, el segundo se suicidó, el tercero tiene ataques de pánico y no quiere volver a hablar nunca más con nosotros… ni del tema.

Algo extraño sucedió con los últimos que llevamos. Eran una pareja de Godoy Cruz con un bebe, muy pobres y con una necesidad enorme. Procuramos que tuviesen todo lo necesario. Eran callados y muy humildes. Les expliqué lo que pasaba en el campo, los puesteros anteriores veían una especie de sombra que se les aparecía y les decía que cuando tomara forma de cabra, iban a morir… o ser poseídos.

Pasó un mes y ellos seguían ahí. Cada quince días los visitaba para llevarles provisiones. Cada vez se fueron cerrando más y hablando menos. Al final, cuando llegaba, solamente abrían la puerta para que dejase la mercadería y ni siquiera salían para verme. Temí por el niño, pero no me decían nada al respecto.

Un día llegué de improviso… estaban enterrando algo. Apenas me vieron se pusieron muy nerviosos, sobre todo cuando escucharon el obturador de mi cámara de fotos. La imagen es rara… no se si fue el flash o tenían algo más. Me trataron muy mal y me pidieron que me vaya… de muy mala manera. Ella gritaba cosas que no entendía, él atinaba como a buscar algo para golpearme. El bebe no estaba…

Horas más tarde llegué con la policía, no había rastros de ninguno de los tres. Cuando los llevé al sitio donde había tomado la foto encontramos pelos en un pozo… como que habían enterrado algo y luego lo desenterraron.

Sus nombres son Ernesto Mirábiles y Graciela Mayorga. El bebé se llamaba Anibal. Aún hoy la policía los busca…. y nuestro campo sigue sin puestero que logre aguantar más de una semana.