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El camino final (último capitulo)

Primer capítulo: De amores y resentimientos
Segundo capítulo: Un corazón frío
Tercer capítulo: Sentimientos escondidos
Cuarto capítulo: Éxtasis
Quinto capítulo: Inmarcesible
Sexto capítulo: Abrazo de almas

Séptimo capítulo: Desilusiones
Octavo capítulo: de amores y resentimientos en el Isaac Estrella
Noveno capítulo: Noveno sueño
Décimo capítulo: Dos caminos, una decisión 

“Es demasiado tarde para salvar nuestro amor,
Solamente prométeme que pensaras en mí
cada vez que mires hacia el cielo y veas una estrella,
Porque Yo seré…
Seré un cohete y viajare hasta el espacio
en busca de tu corazón que está en la luna
Y lo estoy apuntando directamente a ti… directamente a ti
250 mil millas en una clara noche de junio,
Y es que estoy tan perdido sin Ti… Sin Ti… Sin Ti”
Space Bound | Eminem

Luego de una pequeña parada en esa estación de servicio, me dispuse a seguir mi camino. Aun no sabía si iba a parar en Buenos Aires o en Córdoba, así que conduje lentamente por la Ruta Nacional 7. Mientras en el viaje decidía hacia donde terminar.

No pude evitar pensar en todo. ¿Porque algo que parece simple se nos vuelve complicado? Porque siempre nos terminamos lastimando con esa persona no correspondida, si siempre hay alguien que nos quiere. Los hombres nos quejamos que las mujeres nos ningunéan, pero cuando tenemos a una mujer buena, que nos cuida y es simpática, somos tan básicos que lo primero que nos fijamos es en el físico. Si no nos agrada las vemos como “amigas”, hasta que nos terminamos lastimando, buscando el corazón de las muñecas, esas mujeres que vemos perfectas.¿Y quiénes están al lado en ese momento? Esa “amiga”, que nos mira con los mismos ojos que miramos a esa chica que nos dilapidó.

Porque ese círculo vicioso del amor existe, existió y existirá aunque nos guste o no, porque el chico bueno siempre estará detrás de la chica buena, porque la chica buena siempre estará detrás del chico “lindo” o el “histérico” que no la trata como prioridad, porque el chico “histérico” está detrás de la chica con corazón de las muñecas, que tiene a todos detrás suyo y a la vez nadie que la quiera de verdad.

En algún momento me creí ese chico “lindo” detrás de la mujer perfecta, teniendo detrás una chica buena a la que le rompí el corazón. Y ahí me di cuenta que estaba en un lugar que no era yo. Y hasta a veces creo que ese círculo del amor en algún momento se dio vuelta y no supe que hacer.

Después de recorrer esa ruta durante un tiempo, mientras escuchaba algo de música, aquella luna llena dejando ver una luminiscencia en su cuerpo me recordó el sueño que tuve esa noche que salí con Lucia. Recuerdo que estaba debajo de la misma luna, a medianoche, recuerdo haberme sentido ahogado bajo un amor, viéndola, viendo esa hermosa luna pero sumido en un mar de sentimientos. Y desde ese momento no quise dejar que eso me pasara. No quise sentir que moría por algún amor inconcluso y mi corazón se endureció como un pedazo de hielo, frío y rígido.

¿Por qué es tan complicado enamorarse? Porque no nos gustan que nos rompan el corazón, pero no pensamos bien cuando una persona nos entrega por completo el suyo y lo pisoteamos sin culpa, sin remordimientos, y nos comportamos de manera insensible sin motivo alguno.

Luego de un par de horas de manejar, vi un auto rojo parado en el costado de la ruta. Ese auto me resultaba familiar, estaba seguro que lo había visto antes. Ahora me acuerdo… era el de la señora que vi antes en la estación. “¿Se le habrá roto el auto?”, pensé.

Tenía el capo levantado, supuse que algo le había dejado de andar y se paró a esperar ayuda. Me dispuse a estacionar, ¡como no iba a ayudar a aquella tierna mujer! Además estaba en medio de la noche y seguro estaba sola. Detuve el auto. Agarre el celular por si tenía que usar la linterna o llamar a emergencias y me acerque hacia su Falcon.

Mientras me arrimaba vi a la señora parada cerca del auto, me acerqué donde estaba ella para preguntarle qué había pasado y si necesitaba algo. Dije en voz alta para que me escuchara:

– Hola Señora, ¿Esta bien? ¿Necesita algo? – No me oyó, entonces me dispuse acercarme un poco más. – Disculpe señora, vi su auto parado con el capo abierto y pensé que tuvo un problema. – Me miró algo sorprendida y dijo casi en un tono imperioso.

– Quédese quieto mijo.

– ¿Pero, porque? ¿Qué pasa?

– Que se quede quieto dije, y no le pasara nada.

– ¿Pero porque dice eso? – Sentí un metal frío sobre mi espalda y la voz de una persona diciéndome:

– Quédate quieto pibe, escúchala. No te quiero hacer nada así que no hagas nada.

Ví a dos personas que salían del costado de unos arbustos y venían directo hacia mi auto. La misma persona les gritó…

– Negro, Narigón, ustedes dos se van en el auto del pibe y la Chiqui y yo en el Falcon. Dale, apúrense.

Trate de no hacer nada, ni moverme para que no me hicieran daño. Trataron de arrancar el auto, pero no pudieron, la llave no le hacía contacto, ellos no sabían que esa llave había que ponerla de una manera especial para que funcionara. Después de unos minutos de intentar y fracasar decidieron solo llevarse mis cosas. La señora les dijo…

– Llévense todo lo que tiene, debe tener plata, ropa, y unas joyas que son para chicas. – Ella sabía muy bien de antemano lo que traía, esa charla que tuvimos en la estación seguro fue para saber lo que llevaba y que tenía. Nunca sospeché nada cuando estaba ahí. El que estaba atrás mío con el arma me dijo:

– Flaco ¿Qué le hiciste al auto que no arranca?

– Nada. – Le dije mientras me daba vuelta lentamente.

– Te dije que no te movieras.

– Para, si no voy hacer nada.

– Que te des vuelta mierda. No te lo repito – Se acercó y me tomó algo nervioso del hombro.

– No voy hacer nada, quédate tranquilo.- Le dije para que no se pusiera más frenético de lo que estaba.

– Cállate flaco, no me vengas a decir que tengo que hacer. – con una voz más irritable.

Me agarró con su mano izquierda mi brazo, de tal manera que sin querer reaccione por el dolor. Y me forcejeó creyendo que me resistía. En ese momento sentí algo caliente cerca de mi estómago. Empecé a sentir como si me quemaba por dentro, y no sabía que era. Alguien le gritó…

– ¡¿Qué hiciste pelotudo, le pegaste un tiro?! ¡Vamos, deja el auto del flaco, trae sus cosas y vámonos ya, antes que llegue alguien! – Cargaron rápido mis cosas en su auto y se fueron.

Caí arrodillado sobre el asfalto. Sentí un fuerte dolor en el estómago y mucha sangre que salía de mi torso. Me sentía mareado, pero trate de caminar como pude hasta mi auto para buscar algo que me cubriera esa herida. Encontré una remera y la use. No supe que hacer, a cada momento me sentía más débil, me costaba respirar, la vista se empezó hacer algo borrosa. No podía esperar a que llegara alguien, estaba en medio de la nada. Trate de hacer una clase de venda con la remera para hacer presión. Decidí buscar ayuda en algún lado y manejé el auto aunque no estuviera en condiciones. Sentía que no tenía fuerzas en mis manos, me costó pero a duras penas pude encenderlo.

Tenía que ir alguna estación o donde sea para que me atendiesen antes que sea tarde, sabía que no podía volver por donde vine, tenía al menos un par de horas hasta la estación. Decidí seguir hasta encontrar algún lugar. Trate de manejar como pude, puse mis manos cubiertas de sangre sobre la palanca, mis pies en los pedales, abroche cinturón para mantenerme en el asiento y metí primera. Empecé a conducir despacio, mirando muy atento el camino pero cada vez veía más borroso, apenas podía ver el asfalto. Me acordé que llevaba el celular en el bolsillo. Dejé una mano en el volante y con la otra saqué el celular. Traté de llamar a emergencias, marqué 911 y puse el altavoz mientras seguía manejando, en unos segundos me atendieron el llamado:

– Buenas noches ¿Cuál es su emergencia?

– Estoy en la ruta, me intentaron robar y me dispararon en el estómago. Voy en el auto camino alguna estación cercana. Siento el cuerpo débil, me cuesta respirar…

– Señor, quédese en el lugar a esperar emergencias. Es muy arriesgado manejar en esas condiciones. ¿En qué ruta se encuentra?

– Estoy, estoy…- No podía coordinar las palabras, la saliva se hizo espesa y no pude modular.

– Señor ¿… encuentra? – No escuchaba lo que me decían. Cada vez me costaba más respirar, apenas podía tener los ojos abiertos, pero ya no veía casi nada.

-Se…r…¿Do… ta…- Ya no podía escuchar nada. Con mis últimas fuerzas y mi último aliento le dije… o pensé:

– Mama, papa, los quiero mucho y gracias por todo. Perdón si en algún momento los trate mal, nunca fue mi intención si los lastimé por algo que dije… gracias a mis compañeros por todos los bellos momentos que pasamos… y te amo… perdón si fui un tonto… no fue mi intención… trate de ser lo mejor que pude… espero que seas feliz y perd… sé…. Se feliz. – No pude seguir sosteniendo el volante, mi pie derecho quedo inmóvil sobre el pedal. El auto seguía su marcha hasta que sentí un golpe, de repente quedo quieto. Empecé a sentir en mis pies una sensación de humedad, que de a poco iba subiendo hasta mi cintura, poco a poco seguía ascendiendo, ya no podía reaccionar… sentí que me llegaba hasta el hombro, mi cuerpo no sentía más nada, solo pude saborear como algunas gotas saladas recorrían mi mejilla hasta mis labios. Cerré los ojos y deje que todo pasara. Mientras el agua me iba tapando todo el cuerpo, no pude dejar de pensar en ella. Esos ojos, ese cabello, esa hermosa sonrisa suya…Como la voy a extrañar…Te amo, pero es demasiado tarde para salvar nuestro amor, solamente prometeme que pensaras en mí cada vez que mires hacia el cielo y veas una estrella, porque Yo seré…

Seré un cohete y viajare hasta el espacio
en busca de tu corazón que está en la luna
Y lo estoy apuntando directamente a ti… directamente a ti
250 mil millas en una clara noche de junio,
Y es que estoy tan perdido sin Ti… Sin Ti… Sin Ti”

Fin.

El tiempo en esta vida es efímero, por eso hay que disfrutar de cada momento, de cada detalle, aunque sean pequeños, grandes, cortos, largos, tristes, alegres, divertidos, angustiantes, dolorosos, plenos, felices… Ama a quien te dedica su tiempo porque es algo que no vuelve. Cuida a las personas que te quieren, disfruta de hasta las más pequeñas e insignificantes charlas, pues muchas veces esas son las mejores y las que solemos recordar. Ama, ama sin pedir ni esperar algo a cambio. Pelea por ese amor que parece tan inalcanzable, no fracasa aquel que pierde en el intento, sino aquel que nunca lo intenta por miedo a fracasar. Tomá tus propias decisiones, equivocate, aprendé, fracasá, encontrá, descubrí, perdé, ganá, viví. Viví tu propia vida y no la que los demás quieran que vivas, porque la única persona que sabe lo que te hace bien y feliz sos vos. Aquel que muere buscando su sueño, vive más que aquel que mata a sus sueños para vivir sumido en una triste rutina. La vida es una bella locura que vale la pena vivirla.

Gracias a todas las personas que se tomaron el tiempo de leer cada uno de los capítulos, gracias a mis colegas Mina Murray, Polvora y Pauli Pietra que aportaron su tinta y sus palabras en esta novela. Muchísimas Gracias a ustedes lectores por leer esta historia hasta el final, y les agradecería que se tomaran un minuto para dejar su comentario al final de la nota, para agradecerles por haber acompañado a esta historia. Saludos y hasta la próxima, y no dejen de leer El Mendo.

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