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Las tres Marías

En mi familia hay un mar de historias. Creo que ha todos les pasa. Es lo normal. Pero mi vieja y sus hermanas son un cuento aparte. Muy aparte.

Se quedaron sin padre desde pequeñas. La más grande se encargó de cuidar a las dos más chicas. No escatimó en cargarse a palos con doce años a un par de vivas que molestaban a sus hermanas. Me refiero a dejar a una en una acequia. Así de dura. La muñequita tuvo que cuidarlas a tan temprana edad porque su mamá  tenía que salir laburar. Pobrecita de ella. La entiendo tanto. De grande (15 pocos años) se casó con un tipo que hoy la sigue en todas. Es docente casi jubilada y se pega unos viajes de envidia. Es una persona llena de caribe y de felicidad. Escuchar sus historias cuando estaba frente a un curso te hacen llorar de risa. Te divierte siempre y te festeja cada estupidez que le contas.

Muchas veces si la vesde lejos, crees que es una mujer seria, una persona que por ahí te trasmite autoridad. Pero le pones una salsa y bambolea las caderas con una alegría tan grande, que inevitablemente te contagia. Yo ya la conozco y mucho. Es tan preciosa, que su cara se convierte en un sol con solo darle un poco de zamba o algún que otro son cubano. La adoro con el alma.

La del medio es la que tuvo huevos pero a otro planeta. Es la madrina que eligieron mis viejos para mí. Es tan bella persona, que a veces me pregunto si merezco la suerte que tuve en esa elección bautismal.

La mina es el auténtico Ave Fénix. Revivió de entre las cenizas LITERAL. La madre fue y sigue siendo un ser tan tóxico, cruel y malvado que ella se levantó un día y decidió pegarse el palo y rajar de ese tormento. Pasó de mil casas, habitaciones alquiladas y amigos que la bancaron. Se fue a yanquilandia gracias a un laburo que le salió, se enamoró de esa tierra pero decidió pegar la vuelta. Estudió inglés y hoy es profe. Una profe de puta madre.

Estuvo y está siempre. Esto creo que va mucho más allá de la religión. Es una cuestión de amor. De tener el corazón tan repleto de cariño que no hay otra que entregarlo sin vuelta alguna.

Y la última y más pequeñita es mi amada madre. Tan frágil y chiquitita. No tenemos casi fotos de ella de niña. Eran muy pobres y no hay casi registros. Pero por suerte tuvo una gran amiga, que sus padres eternizaron fotos de ella jugando y siendo feliz. Cuando las vi por primera vez sentí un frío en todo el cuerpo. Como una especie de necesidad de poder viajar en el tiempo y ser su ángel de la guarda. Velar por su vida. Por suerte el destino le guardo un buen cuento y conoció al churro de mi padre. Que aparte de ser un precioso de bigotes, se enamoró perdidamente de ella y juró hasta el día de hoy, amarla incondicionalmente.

Es una mujer que si puede, te entrega su corazón completo sin nada más a cambio. Te grita desquiciadamente, pero si le das un par de besos afloja a los dos minutos. Es un dulce de leche disfrazado de un enano con cara de malvado. Que más puedo decir. Es mi mamá. Mi alma entera, ya es de ella.

Las tres sufrieron terriblemente. Se quedaron sin su papá quedando a merced de un ser enfermo y despiadado que es su madre, mi abuela. Las cagó a palos física y psicológicamente. Las dejó perdidas en este mar de infortunios que es la vida. Solitas las tres. Pasaron hambre y mucha. Soledad y abandono. Y ahí están. Tres murallas. Llenas de historias tristes y felices. Con hijos, nietos y sobrinos que las aman con locura. Porque no hay más gran y leal enseñanza, que la realidad de vivir dolor y el don grandioso de transformarlo en amor.

Ellas son las tres Marías. Mis tres Marías. Y el día que ya no estén, voy a mirar al cielo y sé que estarán seguramente riéndose a las carcajadas de los que nos quedamos acá.

El amor nos va a salvar.

Y con ellas tres, lo doy por seguro.

ALL YOU NEED IS LOVE.

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