/A contramano

A contramano

Pensar contra la corriente del tiempo es heroico; decirlo, una locura.
Eugene Ionesco

Hay días en que…

Escucho en blanco y negro y veo en decibeles.

A veces camino por el techo invertido con mi frente rozando el piso, entonces me acuesto boca abajo en las paredes.

Huelo la música que se arrastra entre los imanes de la heladera.

Voy a llamar a un delivery para que no venga y yo le lleve lo que sobró del almuerzo.

Me río a carcajadas con las elegías y lloro a mares con los payasos.

Ayudo a la gente con binoculares a cruzar la calle y a los ciegos los ignoro.

Uso el sistema Braille para hacer señales de humo.

Soy un camarón que tiene insomnio, así que no me lleva la corriente.

Mi Ying y mi Yang son de un gris plata.

Hago palmas para seguir el ritmo del silencio.

Soy el fuego buceando en el agua.

Para llegar al Principio tomo una vereda que está entre las piernas del Fin.

Soy una nube adentro de la heladera.

Mi Big Bang comienza cuando el Universo llega al máximo de su expansión.

Le impongo a Fibonacci el nuevo número de oro, un bello cero absoluto.

Mi código binario no se basa en 0 y 1; lo hace en A y Z y, quizás, en una X remolona.

Planto jazmines y florecen bellas sandías.

El lado oscuro de mi Luna está plenamente iluminado.

Tengo el pie izquierdo en el derecho, y el derecho en el izquierdo.

En mi cielo, las estrellas se ven de día y el Sol en la noche es cuarto creciente.

Tengo frío en el desierto de Asunción, un día de enero a la siesta.

Los cigarrillos me fuman, compulsivamente, a mí y me apagan encendiéndome con un fósforo.

El medio de transporte que utilizo es un submarino pinchado.

Los asesinos psicópatas de mis pesadillas me cuentan cuentos en donde la Bella Durmiente se queda soltera.

Los caminos que uso me llevan hacia donde no voy y los atajos me conducen al centro de un laberinto sin paredes.

Uso la tabla Oujia para comunicarme con los vivos y el celular para hablar con los del otro lado.

Las palabras que uso son mudas y las letras que las forman no quieren saber nada de nada.

Las guerras en mi alma usan como armas principales flores amarillas termonucleares.

Mis mentiras dicen la verdad y mis verdades no son posibles.

Tiro las ventanas por la casa y los techos a la manteca.

La estrellas fugaces que veo son perennes, inmortales e inmarcesibles.

Las tormentas me desatormentan.

El reloj me da cuerda a mí y a pesar de todo atraso.

Sueño despierto y cuando duermo estoy despierto.

Tengo en mi habitación a un tigre, adicto a la carne humana, que conmigo es mansito mansito.

Las alarmas de mi casa suenan todo el tiempo cuando no pasa nada y cuando hay peligros enmudecen estoicamente.

Y seguramente en mi Armageddon veré a mi Inicio.

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