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Abdiel y las almas viejas | Prólogo

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Oscar espera a Gustavo para averiguar sobre la supuesta familia sanguínea de Abel, mientras tanto Nancy y el niño transitan una inusitada paz, digna del sospechoso. Ahora vamos a conocer un poco sobre la historia de los “Kadims”…

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Los viejos oficiales

Corría el año 1452, la grandiosa Constantinopla caía ante el ejercito Otomano después de largos años de guerra. Aun habiendo sido azotada por las pestes y la decadencia, la antigua capital del Imperio Bizantino era una de las ciudades mas ricas del mundo conocido. El ejercito conquistador estaba conformado por veteranos de largas guerras. Los oficiales y altos mandos en general eran ancianos derruidos por las penurias de las campañas, recelosos de que otros disfrutaran de los frutos de sus sacrificios buscaron la manera de perpetuarse.

Estos oficiales movieron cielo y tierra y encontraron en los antiguos textos prohibidos por el Coran una deidad olvidada. Se trataba de Abdiel, quien siendo la mano derecha de Ala escogía a los que entrarían en la La Yanna y quienes al Yahannam, el paraíso e infierno musulmán respectivamente.

Tal como sucede con Luzbel en la tradición cristiana, Abdiel quiso ser mas importante que el mismo Ala, por lo que este lo exilió, convirtiéndose en uno de los Yinn mas poderosos ( entidades sobrenaturales que habitan la tierra y poseen ciertas habilidades), pero condenando su adoración.

Desesperados por encontrar una solución, los ancianos acudieron a Abdiel, que les ofreció la posibilidad de conservar su vida terrenal a cambio de una serie de ofrendas. Tras siglos condenado al olvido, Abdiel se había convertido en una entidad llena de odio, vengativa, dispuesta a causar el mayor sufrimiento posible. Así, las ofrendas se convirtieron en sacrificios cada vez mas duros para satisfacer su sed de poder.

Tal fue la degeneración del Yinn que tuvieron que echar mano a los súbditos cristianos, los mas desprotegidos del Imperio, para esclavizarlos y que llevaran a cabo las horrendas tareas que se les encomendaba. Se los conocía como “Kadims”, vocablo turco equivalente a letrina.

Pero con el pasar de los años, los fieles de Abdiel notaron que lejos de darles la vida eterna, sus cuerpos envejecían rápidamente, y cayeron en cuenta de que la inmortalidad que buscaban no era tal. En este punto se encontraron acorralados, puesto que habiéndose entregado a la adoración de una deidad caída en desgracia, se aseguraron la condena perpetua, por lo que no tuvieron otra opción que huir eternamente de la muerte.

Para no enfrentarse cara a cara con Ala y la condena eterna, debían encontrar un “envase” donde transferir su alma, el ritual era espantoso, sanguinario, y perseguido por las autoridades en todo el Imperio, por lo que era prácticamente imposible de completar.

Continuará…