/Al nefasto y maldito juego de la copa… nunca más

Al nefasto y maldito juego de la copa… nunca más

Esta historia me la relato mi prima cuando éramos más chicos, le pasó unos días después de haber jugado a dicho juego. Era un secreto, que hasta el día de hoy guarda y evita recordarlo. Yo fui unos de los pocos a los que se lo contó.

Todo empezó en el verano del 2003 cuando ella cursaba el penúltimo año de la secundaria en Tupungato en la escuela General  Faustino Sarmiento.

El día de clase fue normal, lo habitual: estudio, recreo, hora libre, hora libre, recreo, estudio, salida… en su grupo todos eran los típicos “freaks”, en verdad eran raros, cada uno tenía su estilo y forma de ser, pero todos coincidían en algo: les encantaba lo sobrenatural. Vivian jugando muy rústicamente al juego de la llorona en horas libres o iban al cementerio de noche con grabadoras y demás herramientas para captar algo raro. Nunca en su vida vieron o sintieron algo; excepto aquella vez que la lapicera giró sola mientras jugaban a la llorona, nada importante, es más, lo tomaron con gracia.

Ese día a la salida de la escuela charlaban y recordaban todas las tonteras que habían hecho, hasta que a uno del grupo tuvo la maravillosa idea de jugar al juego de la copa, pero bien, o sea, como se debía, seriamente y con todas los chiches necesarios para que una vez por todas, vean algo.

Planearon hacerlo esa misma noche en la casa de mi prima, estaban en pleno mes de enero, las noches eran ideales para sentarse afuera con una reposera o subir el mate arriba del techo y tomar aire. Así que decidieron hacerlo a escondidas en el techo de la casa, cosa que nadie los interrumpiera.

Mi prima llego a su casa muy exaltada casi alegre porque al fin tenía la oportunidad de ver algo paranormal. Casi como paradoja, los padres son muy católicos y siempre le inculcaron la religión a ella, cosa que nunca le dio importancia, al contrario, parecía hacer todo esto para darle la contra a los padres; quienes habían decidido que se mudarían de la casa porque el alquiler había aumentado mucho y no les alcanzaba para pagarlo.

Llegó la noche, era perfecta para jugar, no corría viento, la luna no iluminaba demasiado y estaba caluroso. Los amigos llegaron, eran cinco, uno de ellos llevaba una mochila con todas las cosas necesarias: dos copas (por si la primera se rompía), papeles, una lapicera, un pedazo de tabla grande que sirviera de base y dos velas blancas por si era necesario. Se subieron al techo con la escusa de que iban a jugar al truco; cada uno cortó un papelito de exactamente 5cm. x 5cm. hasta juntar 39 papelitos (para escribir las 27 letras del abecedario, 10 para los números del uno al nueve incluido el cero y dos papelitos para el “Si” y “No”). Tiraron un mantel y se sentaron en ronda, se tomaron las manos, colocaron la copa en el centro con los respectivos papelitos alrededor, y dejaron en claro las reglas que debían cumplir: No hablar de otra cosa; no reírse; no apoyar los codos sobre la base, aunque se cansaren, y lo más importante: no romper el círculo.

Apoyaron los dedos sobre la copa y pronunciaron las siguientes palabras: “Queremos establecer una comunicación con algún alma benéfica, una fuerza del mas allá, un espíritu o un alma vagante; con deseos de fundar un enlace por medio de la copa con nosotros. Dicho esto, rezaron juntos un Padre Nuestro para también estar de alguna manera “asegurados”.

Esperaron dos minutos para que algún espíritu haga contacto con la copa y luego uno de ellos preguntó: “¿Hay algún ente presente entre nosotros?” la copa seguía intacta, no se movió; esperaron un minuto y otro volvió a hacer la misma pregunta, tampoco hubo resultados. Ya estaban pensando que todo era al pedo y que no iba a pasar absolutamente nada. Hasta que otro, ya con voz más alta dijo: “¿Hay algún espíritu con nosotros, si o no?” en ese mismo instante la copa se movió hacia la derecha, o sea, hacia el papelito del “Si”. Se les nubló la vista, no sabían si era real lo que había pasado. Con el corazón a mil por hora, accedieron a la segunda pregunta: “¿Seguís aquí con nosotros?” la copa lentamente retrocedió y volvió al SI nuevamente. Ya no era miedo sino ansiedad lo que sentían así que siguieron: “¿Cómo te llamas?” pregunto mi prima, la copa muy lentamente deletreó: “Ana G.”. Se miraron entre ellos con ojos enormes y con cierto miedo. Creo que más de uno en ese momento hubiese querido tomarse el palo y hacerse cura o monja.

Después de una pausa, donde todos tomaron aire, prosiguieron: “¿Cuántos años tenés?” la copa tardó unos segundos en moverse y se deslizó hasta formar el número 37.

Ya en sus aires, como quien dice, le habían agarrado la mano a la cosa, el miedo se había ido, era como si estuviesen hablando con cualquier otra persona de carne y huesos. Se quedaron sin preguntas, nunca pensaron en llegar a ese punto, así que improvisaron: “¿Te sentís bien en el lugar donde estas?” en ese momento la copa se trizó un poco en la base, se asustaron pero no le dieron importancia, pensaron que era el exceso de energía acumulada en ella -habían investigado sobre el tema- y un poco más rápido la copa se movió hasta el NO. Eso si era para preocuparse, podrían estar hablando con algún alma maligna por el sólo hecho de no sentirse bien. “¿Sos un alma benéfica o en pena?” la copa en ese mismo instante se movió hacia el número dos; dedujeron que se refería a la segunda opción “alma en pena”. Allí fue cuando uno de los amigos empezó a sentir nauseas y a marearse del miedo; los demás mantenían el dedo sobre la copa tiritando, pero sabían que no podían irse hasta haberse despedido del espíritu. Con esa condición siguieron: “¿Estas contenta de que estemos charlando con vos?” la copa no se movió por diez segundos; luego se deslizó hasta el NO. La tensión llego al extremo; el descompuesto ya no aguantaba más, así que los demás ante la posibilidad de que se desmaye o algo, decidieron terminar el juego, para ello, tenían que preguntarle al ente si se podían retirar; hicieron la pregunta y la copa pareció apretarse sobre el pedazo de madera y rechinando se movió hasta el NO, apenas llegó al lugar se trizó hasta partirse por la mitad. Todos casi se mearon encima, uno de ellos se levantó del susto y atino a irse del lugar, pero los demás lo frenaron: “Esperá boludo, no nos podemos ir, ¿no te das cuenta?” el que había llevado las copas saltó diciendo “¡Mi vieja me va a matar, le rompimos la copa!”. Mi prima permanecía callada y todavía seguía con el dedo sobre la base rota de la copa. “¡Sacá la otra copa! ¡No podemos terminar así!” A duras penas sacó la otra copa y la pusieron en el lugar. En ese momento escucharon como saltaba el agua dentro del tanque de agua y los gatos de los vecinos  gritaban como cuando están peleando; para empeorar la situación papelitos empezaron a humear y la copa sola comenzó a moverse bruscamente en círculos, ellos no habían puesto ningún dedo sobre ella. Todos se quedaron mirándola asombrados y sin aire. La copa fue frenando lentamente y nuevamente empezó a rechinar la madera por la presión y terminó sobre el NO, en ese momento la copa reventó, los pedazos volaron por el aire y acabaron esparcidos por todo el techo de la casa. Sin pensarla dejaron todo allá arriba y en tres segundos estaban abajo, agitados se mirararon con piel de gallina. “¡Nos mandamos una cagada boludos! ¿Y ahora que hacemos?” Dijo el pobre descompuesto que se había tragado el vomito unas tres veces. “¡No sé, no sé! Recemos juntos, no sé, mañana vamos a confesarnos, ¡NO SÉ!”, “Yo me voy a mi casa, traten de no pensar, no digan nada a nadie” dijo mi prima con mucha calma. Todos la miraron con rareza, se miraron por última vez, agacharon la cabeza y partieron cada uno a su casa. Esa noche ninguno durmió.

Al día siguiente volvieron a encontrarse en la escuela, se preguntaron entre ellos si habían contado algo y coincidieron en que no, nadie había dicho una sola palabra. “¡Nunca más hagamos esto! Yo ahora no sé si voy a poder dormir tranquilo otra vez.” Dijo uno de ellos y todos asentaron cabeza como dándole la razón. Durante el día no se dirigieron mucho la palabra, no hablaron del tema tampoco.

Mi prima llego a su casa cansada y sintiéndose algo rara; los ojos le pesaban demasiado como para estar despierta. Los padres le preguntaron si estaba bien, ella ni siquiera les respondió, solamente se fue a la cama y ahí se quedó hasta la noche, tampoco durmió, solo pensó y pensó.

Terminaron de cenar, ella solo comió pan con agua, los padres preocupados la miraban e intentaron preguntarle para que contara lo que le pasaba; ni siquiera alcanzaron a decirle nada, ella se levantó y se volvió a acostar.

Eran las 12 de la noche, recostada carcomiéndose la cabeza con la copa y todo lo que vio. Estaba entrando en sueño, cuando se dio vuelta para quedar boca arriba, fijo la vista en la ventana que tenía a los pies y entre la cortina y las rejas vio a una persona parada afuera, se quedó tiesa, no podía moverse, ni producir ningún sonido, solo respirar. En ese momento la cosa que estaba en la ventana agarró las rejas y movía los dedos, como cuando una persona esta esperando algo que mueve los dedos impacientemente. Cuando empezaba a recuperar la movilidad del cuerpo y con la vista fija en la cosa de la ventana que seguía moviendo los dedos; levantó la cabeza de la almohada y sintió un golpe seco y fuerte en el colchón, la cama se le sacudió en un solo movimiento. Todavía no sabe la razón, pero no podía gritar ni hablar, sentía una presión en el pecho que no la dejaba hablar.

Para empeorar la situación afuera de la habitación en plena oscuridad escuchó como cuando alguien raja un pedazo de tela, lo escuchó fuerte y claro; volvió la vista a la ventana y no había nada, sea lo que sea, se había ido.

Lo poco que durmió lo hizo tapada hasta la cabeza. Tomó el desayuno sin decir una sola palabra, sabia que si les contaba, los padres católicos iban a pensar cualquiera y eran capaces de mandarla al cura para que la exorcice o algo.

Se fue a la escuela tiritando, hacia calor, mucho calor, pero ella estaba helada de frío y miedo. Llego y le contó a uno de sus amigos, con el que más confianza tenía porque no quería provocarle miedo (más del que tenían) a los demás. No le dijo mucho, solamente que rezara y que consiguiera agua bendita para echar en la casa. Pensaron que con eso era suficiente.

Esa misma tarde buscó una botella de agua bendita que tenía la madre en la alacena  y empezó a esparcir gotitas (porque no era mucho lo que quedaba); por todos lados, pero sobre todo, en la habitación y el techo. Cuando subió al techo los vidrios de la copa no estaban, la madera base estaba negra como si la hubiesen incinerado, y debajo de ella había una enorme mancha amarilla; allí vació todo lo que quedaba del agua bendita y rezo tres Padre Nuestro y un Ave María, pensando que sería suficiente.

Esa noche, ya más calmada, cenó y charló algo más con sus padres que se mostraron contentos al verla bien de nuevo. Se fueron a dormir normalmente como todas las noches y ella llevó la estatuilla de la Virgen a su mesita de luz para dormirse mirándola y sentirse acompañada.

Se durmió a los dos segundos, pero se despertó exaltada y transpirada en medio de la noche, miró directamente la ventana temiendo ver de nuevo a esa persona, pero no había nada; se calmó, miró la Virgen y volvió a recostarse. Cuando pegó la cabeza a la almohada, la cama se zamarreó fuertísimo; la Virgen se cayo de la mesita de luz y sentía como si alguien estuviese golpeando desesperadamente dentro del placard, como queriendo salir. No podía ver nada sólo escuchar ese terrible ruido; cerró los ojos y empezó a rezar. Saltaba de rezar el Padre Nuestro mezclándolo con el Ave María mientras la cama se le movía de a ratos. En ese instante no aguantó y gritó lo mas fuerte que pudo, llamó a la madre con un grito desgarrador; la madre llegó a los segundos con el corazón en la boca, prendió la luz y allí estaba ella, sentada en medio de la cama, transpirada, blanca, los ojos enormes y agitadísima. El padre llego a los segundos y le preguntaron qué le había pasado, mientras la madre la abrazaba y levantaba la estatuilla de la Virgen del suelo. Mi prima sólo le dijo que había tenido una pesadilla, nada más que eso. El padre le trajo un vaso de agua y volvieron a la cama. Ella se acostó y se durmió sin darse cuenta.

A la mañana siguiente se quedó dormida, se levantó tardísimo y apurada, revisó el placard y vio todas las perchas caídas y la ropa desordenada y arrugada; se agarro el pecho, suspiró y partió a la escuela sin desayunar ni saludar a los padres. Corrió, y llegó sin aire a contarle desesperada y llorando a su amigo de confianza a quien le relató todo, con lujos de detalles. Su amigo solo la abrazo impotente, sin saber que decirle ni cómo ayudarla, así que lo único que hizo fue decirle “Tranquilízate, todo se puede solucionar, acordate que es sólo algo menos fuerte que vos” Ella lo miro y largo el llanto desconsolada. “¡No quiero que me pase más, quiero que se vaya, no aguanto el miedo!” Él sólo le dijo que se quedara tranquila, él sabia como enfrentar esas cosas; así que le dijo: “Mirá, esta noche antes de irte a dormir lleva mi cámara, te la presto, ponela sobre algo alto donde tome la mayoría de la habitación; si me decís que se te mueve la cama, es porque esta con vos, te quiere a vos, por eso invade tu espacio. Lo que tenés que hacer es sacarle los acolchados de la cama para que la cámara capte el suelo de la cama, a ver si se ve algo después. Pone un vaso con agua bendita debajo de la cama y ponete un rosario debajo de la almohada y lo demás reza, reza hasta que te duermas. Si llegas a ver algo o sentir algo, reza y decile con fuerzas y decisión que querés que se vaya, que vos sos mas fuerte que él y que no le tenés miedo. Demostrale que sos más fuerte. Cuando termines prende una vela blanca y seguí rezando.”

Llego la noche y se fueron a dormir, ella puso la cámara de su amigo a grabar sobre el placard, el vaso de agua bendita debajo la cama saco todos los acolchados, dejo sólo la sábana para taparse y  con el rosario en la mano se sentó en la cama, mirando a su alrededor con el velador prendido, hasta que le agarro sueño y decidió acostarse con la luz prendida.

A eso de las cinco de la mañana se despertó por un ruido debajo de la cama, como si le hubiesen golpeado con un palo el colchón, y volvió a escuchar los golpes dentro del placard; la cama se empezó a mover hacia los costados y por momentos se levantaba golpeando el suelo. Empezó a rezar en voz alta con los ojos cerrados, apretando fuerte el rosario mientras la cama se movía y el ruido del placard progresaba. Cuando abrió los ojos tenía la vista en la ventana, volvió a verlo, estaba ahí otra vez, sosteniendo las rejas, moviendo los dedos como esperando algo, esta vez lo vio mas claro; la cortina estaban abiertas, notó que tenía las uñas largas y curvadas; vio que efectivamente era una mujer la que estaba allí parada, la distinguió por el pelo largo. Ella siguió rezando en voz alta, mientras habría y cerraba a cada rato los ojos para ver si esa cosa seguía ahí; la cama había dejado de moverse y le ruido del placard se había ido, solamente quedaba eso en la ventana que seguía moviendo los dedos, y parecía mirarla fijo; mi prima seguía rezando sentada en la cama y empezó a decirle gritándole: “Andate de acá, no perteneces a este lugar, ya no te tengo miedo, sabes que soy más fuerte que vos y por eso estas fuera de mi vida desde ahora…” abrió los ojos, y ya no estaba en la ventana, el corazón volvía a su ritmo normal, hasta que miro a su costado a la puerta de la habitación y estaba ahí, dentro de la casa, parada, lograba ver la silueta y las uñas de los dedos que eran larguísimas, la cama volvió a moverse pero esta vez empezó a arrastrase despacio hasta donde la cosa esa estaba parada; ella cerró los ojos y volvió a gritarle “¡ANDATE! No te quiero cerca de mi, soy mas fuerte que vos y no te tengo miedo, volvé a tu lugar… ¡ANDATE!…” En ese momento sintió un grito en toda la habitación y un aire que le pego en la cara, se le erizo la piel, abrió los ojos y ya no estaba. Prendió la luz rápidamente, miro desesperada para los costados, la ventana, debajo de la cama, el vaso de agua se había caído y desparramado por el suelo. Al minuto entraron los padres desesperados a la habitación, “¿Hija qué pasa, vos gritaste?” Mi prima largo el llanto y corrió a abrazarlos, los padres desorientados notaron que la habitación era un desastre, el placard con la ropa afuera, la cámara en el suelo derramado con agua, y la cama toda desordenada. Ella le contó en ese momento todo lo que había pasado, desde el inicio; los padres no podían creerlo y menos pensar que algo malo estaba pasándole a su hija y ellos sin hacer nada. Por supuesto la re-contra cagaron a pedo, pero la consolaron; la madre se acostó con ella y se durmieron juntas.

A la mañana siguiente, empezaron a preparar todo para la mudanza, lo que pasó era la gota que revalsó el vaso para irse de la casa.

En la escuela mi prima llevo la cámara y a la salida fueron hasta la casa de su amigo para ver el video, lo que vieron no fue nada bueno, en el momento en que ella se recuesta para dormir, aparece claramente una figura debajo de la cama, se ve una persona, supuestamente una mujer.

Ella no me dejo subir el video completo por obvias razones, pero lo pudimos digitalizar y capturar un fotograma de la parte donde se ve la mujer debajo la cama:

Le tuve que aumentar el brillo para verla mas claramente por eso se ve  algo saturada.

Cuando vieron la cinta prometieron nunca contarle nada a nadie, y continuaron su vida normal.

Mi prima actualmente vive en Tunuyán, no ha vuelto a la casa pero por rumores sabe que esta abandonada y bastante deteriorada.

Hasta el día de hoy ella reza y agradece a Dios por haberla ayudado a salir de esa situación. Y siempre recuerda que se prometió a si misma: “Al juego de la copa, nunca más”.

Dedicada a Ivana por confiarme su más profundo secreto.

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