/De amores y resentimientos en el Isaac Estrella

De amores y resentimientos en el Isaac Estrella

Primer capítulo: De amores y resentimientos
Segundo capítulo: Un corazón frío
Tercer capítulo: Sentimientos escondidos
Cuarto capítulo: Éxtasis
Quinto capítulo: Inmarcesible
Sexto capítulo: Abrazo de almas

Séptimo capítulo: Desilusiones

Previo a la lectura de este capítulo, date una vuelta por acá: “La secta de los Seductores Implacables

Mientras Tulio me preparaba un trago, no pude dejar de observar aquel lugar que no conocía. No era un bar cualquiera, no solamente por su decorado, podía percibirse en el ambiente algo distinto, algo más allá de lo que podía ver a simple vista. En eso se acerca con la bebida:

– Para usted, joven.

Antes de preguntar que era, me dispuse a tomarlo. En el fondo sentía que lo necesitaba. Después de tomar un sorbo le dije:

– ¿Ron? No había probado uno tan rico.

– Siempre hay un trago para cada momento.

– Disculpe, pero ¿Cómo supo que tuve un mal día?

– Sus pasos al entrar por esa puerta, cortitos, algo inseguros. Pude notarlo que no tuvo un buen día. ¿No, joven?

– …

Miré aquel vaso de ron, encogí mis hombro y solté un suspiro.

– Sí, tiene razón Tulio. Tuve un mal día, no la vi venir. Y ahora siento un dolor en el pecho que me agobia y parece que no tiene solución.

– ¿Mal de amores?

– Pero, como…

– La mayoría de los que llegan a este lugar vienen con el corazón en el puño, tratando de recomponerlo entre palabras y algún que otro trago. Algunos por amor, por desamores, anécdotas entre caballeros, historias y muchas charlas.

– Siento en el pecho un dolor, una angustia, siento en la garganta un nudo de palabras que no puedo aclarar, siento en mis ojos un dolor que trate de limpiar con lágrimas pero no, no hubo remedio. Hoy fue un día difícil.

– ¿Porque no trata de aclarar ese nudo en la garganta primero? Cuénteme lo que sienta o pueda decir.

– No se por dónde empezar…

– Empecemos por el principio. ¿Está enamorado de alguien?

– …

– Tómese su tiempo.

¿Quién era este tipo que hacía las veces de psicólogo mientras repasaba las copas sucias? Tomé un sorbo de ese ron añejo que me sirvió, después de unos segundos me dispuse a tratar de responder esa pregunta:

– Hay una chica, Lucia. Nunca me pude resistir a ella, su mirada me cautivaba, sus ojos, su sonrisa, sus muecas al sonreír, su cabello sobre esos hombros. Era todo mi mundo.

– ¿Y qué paso con esa chica?

– Salimos, me rompió el corazón a la primera cita. Fue uno de los días más grises, hasta hoy.

– ¿Eso es lo que lo agobia?

– No, después de esa noche me sentía muy angustiado, sentía que una parte de mí se había ido aquella vez después de haberme roto el corazón. Sentí un gran vacío, me convertí en algo que no era. Y no pude evitar descuidar a una persona que siempre me quiso, y lastimé a alguien que no se lo merecía. Una compañera de trabajo, una compañera que siempre estuvo a mi lado.

– ¿Se puede saber su nombre?

– Jimena. Una morocha, delgada, pero con delicadas y sutiles curvas. Desde que entro a la oficina en sus primeros días a prueba, la vi un poco perdida, algo nerviosa por no entender sus deberes y preocupada de dejar una buena primera impresión. Me acerque con un café con leche, se lo deje entre sus papeles, levanto la mirada y le dije “Tranquila, todo tiene solución. Déjame que te de una mano”. Una sonrisa tímida y vergonzoso se le dibujo, desde ese momento fuimos muy unidos, como amigos, hasta hace poco…

– ¿Se enamoró de Jimena?

– Siento algo por ella, aun no sabría decir que es, no se que tan profundo es. Pero la decepcione, y ahora por culpa de mi indecisión y cobardía terminó lastimada. Ahora no quiere ni verme.

– Ya veo…

– Es bastante complicado, Tulio. Es por eso que me siento agobiado.

– Ahora déjeme preguntarle ¿Por Lucía sigue sintiendo algo?

– No sé cómo hace para dar siempre en el clavo, Tulio. Lucía… como decirlo, después de haberme herido aquella noche, después de haber pasado una noche casi perfecta con Jimena, no pude sacarla de mi cabeza. Aun cuando sentía algo muy fuerte con Jime, no pude dejar de sentirme atraído a Lucía. Un día la vi mal y no pude evitar hacer algo al respecto, fue más fuerte que mí. Un sentimiento inmarcesible se adueñó de mí en ese momento. La vi tan frágil, tan sensible, como una flor antes de marchitarse. Después la vi tan íntima, tan profunda, pude ver y sentir su alma con un abrazo. No pude evitar sentir algo desde aquel abrazo, y creo que ella también. Lo pude percibir al sentir sus labios tan de cerca. Queriendo buscar algo más que ese abrazo.

– Ya veo, ahora después de aclarar un poco ese nudo. Le vuelvo a preguntar ¿Está enamorado de alguien?

– …

Antes de poder responder algo escuche una voz desconocida, nos dijo acercándose a nosotros:

– Tulio, dejeme hacerle una pregunta al joven.

– Por supuesto, señor Duncan.

Se acercó un tipo un poco más grande que yo. Sus pasos seguros, una mirada que transmitía plena confianza en sí mismo, ropa elegante, y de un buen porte físico atlético. Me pregunto:

– ¿Cómo te llamas?

– Adrián…

– Adrián, que tal. Soy Fernando Duncan pero me dicen “Coti”

– Mucho gusto pero ¿Qué es lo que me quería preguntar?

– No pude evitar escuchar la conversación con Tulio. Escuche tus problemas amorosos. Ahora la pregunta que te haría: ¿Sos cagón? ¿Tenes miedo a enamorarte?

– …

– Parece que sí che. Déjame pedir un trago y seguimos. Tulio me traerías un trago de ron para mí y otro para el muchacho.

– Por supuesto Duncan.

– Ahora déjame decirte algo antes que respondas. Por lo que veo estas entre medio de una decisión, si seguir intentando buscar a tu amor platónico, a esa que siempre soñaste juntos de la mano caminando bajo las hojas del parque y el rayo del sol. Esa que te enamoro desde que la viste. Por el otro lado, la chica que siempre te quiso, la que siempre escuchaba cuando necesitabas de alguien, la que habría hecho todo por vos aunque eso le costase su felicidad. ¿Me equivoco?

– Digamos que en gran parte, tenes razón.

– Lo se… la conquista es lo mío – Dijo entre risa y un tono canchero – Bueno, Adrián. Ahora te vuelvo a preguntar ¿Tenes miedo a enamorarte?

– Tengo miedo de tomar una mala decisión.

– Mira, no hay buenas o malas decisiones. Hay decisiones, cada una conlleva algo bueno y malo. En eso está el juego, el equilibrio. Tomar una decisión pase lo que pase, pero siempre decidir. Lo peor no es tomar una decisión mala o buena, lo peor es no tomar una decisión. De eso no hay retorno y podes arrepentirte mucho cuando sea tarde. Aun estas a tiempo.

– No se que decir, Cotí.

– No digas nada, pensalo.

– ¿Y vos te has enamorado de alguien?

– Sí, estoy enamorado de una mujer imposible.

– ¿Mujer imposible?

– Si, como algunos de los que están acá. Y vos tenes la suerte de elegir entre dos bellezas. No seas pavote – dijo en tono burlesco y canchero.

– Gracias, creo que ya me debo ir. Es tarde y mañana debo trabajar.

– Dale che, un gusto conocerte. Cuando quieras charlar, sabes dónde encontrarme. Si no siempre hay alguien dispuesto hablar por acá. Sobran las palabras y las charlas en este lugar. Tulio, yo le pago al joven.

– No hace falta.

– Insisto, Adrián.

– Está bien.

Salí del Café Isaac Estrella, no se si fue casualidad o causalidad de haber entrado justo a ese lugar donde pululan las palabras y la filosofía. Me puse el casco, tome mi moto y partí rumbo a casa. No pude evitar pensar en todo lo que hablamos, que iba hacer cuando viera a Jimena al otro día, que le podría decir para calmarle el dolor de ese puñal que le clave sin querer. ¿Qué iba hacer con Lucía? No podía seguir estando en ese limbo entre ambas. ¿Estaba enamorado de alguien? ¿Tengo miedo enamorarme? ¿Lucia o Jimena? ¿Decisión correcta o incorrecta? ¿Me arrepentiré después de algo? ¿Y si me enamoro de una, no podre hablar con la otra? ¿Me romperán el corazón? No pude dejar de pensar, me estaba carcomiendo la cabeza, basta de preguntarme, no estoy prestando atención al camino. Ahora que lo pienso no estoy mirando ni los semáforos. ¿Me estaré pasando los semáforos rojos? Recién pase uno sin verlo. ¿Estaba en rojo o verde?

En ese instante sentí una bocina muy cerca, una luz blanca me encandilo. Un reflejo en mi mano apretó el freno pero el asfalto mojado no me permitía frenar. Trate de mirar hacia el costado, entre el casco mojado vi un auto muy cerca a toda velocidad y…..

Continuara…

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