/Dulce y destructiva dicotomía del inseguro

Dulce y destructiva dicotomía del inseguro

Díganme que tan seguros son de sí mismos, que tan valientes creen que son, como hacen para dar más de un paso sin titubear, la manera en la que controlan su cuerpo y mucho más su mente para poder conseguir una manera normal de decir: Me gustas/ ¿Querés ser mi novi@?/ ¿te gustaría salir conmigo?/ ¿váámóh Aá kríár vrásháms y shéénýs gúúntóós? (okey esto último no).

Si, sé que es difícil, es complicado, pero hay un miedo enorme en el no saber qué hacer, o peor aún, saber que hacer pero no como hacerlo, no saber qué hacer en el momento de decirlo, no saber qué hacer para que tu boca diga lo que quieras decir sin el miedo de recibir la respuesta, no saber qué hacer en tu mente para organizar tu objetivo que es decir lo que sentís, a eso voy a lo que no sabes que hacer, es algo tan simple y complicado que da miedo saber que unas simples palabras puedan modificar rotundamente tu futuro.

Nunca falta el típico chamuyero, o la típica amiga a la cual todos se les declaran, diciéndote siempre lo mismo: ¡Pero si es re fácil! Un par de palabras y las tenés en tu cama/ yo nunca tuve la necesidad de decirlo, siempre vienen a mi/ a mí mi novio se me declaró a las dos semanas de salir mientras nos besábamos/ ella me dijo que yo le gustaba y desde ese día salimos.

Pero no, no es tan sencillo, el miedo avanza y nos ataca desde nuestro punto más débil: la inseguridad. Tan fuerte es que nos imaginamos cosas que hasta nos creemos que es lo que va a suceder, que nos van a herir diciéndonos que: no me gustas, sos feo, nunca tendrás una oportunidad conmigo, arruinaste nuestra amistad por pensar así de mí, loca flashaste cualquiera conmigo, solo soy buena onda con vos como con los demás/ etc., etc., etc..

¿Y qué es lo peor de todo esto? Es que te da tanto miedo el saber que todo puede, y obviamente va, a cambiar todo, positiva o negativamente, aunque eso depende de la vista de la persona, del momento, de lo que sienta el otro, de lo que vos sientas por ella, y todo esto es, fue y será, demasiado complicado.

Al final, yo no puedo decir nada, llevo tanto tiempo en el mismo pozo de barro que ya me acostumbré a estar acá, viéndola de lejos, sonriente, esperando a que el indicado llegue, aun sin saber que el caballero que está esperando se encuentra oxidado, desapareciendo con el viento durante el atardecer, volviendo a la cueva de donde tanto tiempo intenta salir, peleando contra el monstruo más poderoso nunca antes visto, pocas veces derrotado y muchas veces asesino de corazones: uno mismo envuelto en la inseguridad de no saber qué hacer consigo mismo para ser valiente y decir lo que sentimos.

Mucho más lamento no poder decirles que me hubiese gustado ser del tipo de personas por el cual ustedes obtengan esa confianza para poder salir de sus pozos y correr al lugar donde se encuentra vuestro roba-corazones, pero ¿Cuál sería mi falsa moral en decir que logré hacer algo, aun sabiendo que es mentira? Solo deseo que todos tengamos esa suerte de poder dar ese maldito paso, destruir estas cadenas que nos atan, romper el silencio agónico del miedo, mirarla a los ojos y finalmente poder decir: Flaca, me gustas mucho.

Escrito por Ezequiel Rivero para la sección:

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