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El deporte de la queja

Independientemente si los resultados de estas elecciones primarias que pasaron puedan habernos dejado satisfechos o no. Independientemente del partido político que apoyemos, de la clase social a la que pertenezcamos o del nivel de educación de cada uno de nosotros a todos los Argentinos nos une un mismo sentimiento, una misma pasión: el amor por la queja.

Como sociedad mediocre que somos, conocemos a la perfección nuestros derechos, pero no nuestras obligaciones. Y jactándonos de que vivimos en democracia y gozamos de libre expresión abusamos de nuestro derecho a quejarnos. Nos quejamos del clima, nos quejamos del vecino, nos quejamos del auto y de cualquier cosa, cualquier objeto, bicho con patas o situación -transitoria o permanente- de nuestro contexto. Nos quejamos de todo, hermano! pero yo me pregunto ¿Qué carajo hacemos nosotros?¿Que carajo hacemos por comprometernos con nuestros propios principios?¿Hasta donde llega nuestra responsabilidad?¿Hasta que punto están fundadas nuestras quejas?

Solo han pasado horas desde que se dieron a conocer los resultados de las elecciones, y las redes sociales explotan llenas de comentarios que desde mi humilde punto de vista, dejan muchísimo que desear. Muchos abusaron de adjetivos tales como negros, cabezas, ignorantes, y bla bla bla, y me toca en lo mas intimo de mi ser, estar segura que muchos de ellos (para no decir todos ellos), hablan por hablar, por osmosis, por inercia y no se detienen a pensar y hacer una autocrítica de ellos mismos.

No somos una sociedad comprometida, ni políticamente, ni socialmente (ni ningún “mente” que se les ocurra). Hagamos un mea culpa. Somos en la mayoría, meros espectadores que sentados desde un sillón, que por ver el noticiero, o por alguna vez haber escuchado a alguien hablar de política, nos creemos lo suficientemente aptos para desmerecer al resto y cubrir nuestro propio culo.

Fuimos-con mayor o menor preparación- y votamos. Los resultados están, y son éstos. Si no nos gustan, saquemos las manos de los bolsillos, paremosnos del silloncito, y para las próximas elecciones leamos, estudiemos, preguntemos, abramos la cabecita y actuemos, para que hallan menos quejas y más gente responsable de sus hechos.

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