/EMMA- Capítulo Final: “La decisión”

EMMA- Capítulo Final: “La decisión”

-¡Sonamos! Yo lo sabía…estás casado, tenés hijos…

Benjamín rió ante las afirmaciones que soltaba Emma.

-No, para nada. Ayer mi jefe me ofreció un puesto nuevo como encargado de planta en Río Negro. Me ascendieron pero tengo que irme a vivir allá… yo sé que es pronto y que no nos conocemos lo suficiente, pero me gustaría pedirte que vinieras conmigo al sur.

Las mariposas estomacales se transformaron en perdigones de plomo, muchos. Peor que estar casado, peor que tener hijos. Mendoza y él, sus dos amores… y tenía que decidirse por uno de ellos. Y su hombre partía en exactamente una semana…

Sabía que a algo tenía que renunciar, eso era cierto, pero no esperaba que fuera a tanto. Podía ceder su departamento o cambiar de trabajo dentro de la ciudad…pero irse de la ciudad, jamás. Amaba Mendoza en cada piedra y cada río, cada árbol y cada acequia. A él lo amaba en cada beso y en cada gesto, cada palabra y cada amanecer. No hubiera dudado en irse a vivir con él, cualquiera pensaría que era un gran paso para dos meses de relación, pero ella no. Ella apostaba al amor.

Renunciar a Mendoza era mucho. Su trabajo no le importaba, con la venta de sus cuadros tenía suficiente como para vivir un año sin necesidad de mover un dedo. Él era ingeniero y lo habían ascendido, juntos podrían cumplir sus sueños y proyectos personales si se decidían a comenzar una vida juntos, pero la simple idea de Río Negro le traía una jaqueca interminable.

Mientras ella decidía qué hacer de su vida, Benjamín armaba todos los preparativos para el viaje. Él tampoco estaba feliz con el dilema que se les había presentado, pero el deber era el deber y su trabajo era algo a lo que le era difícil renunciar. 6 años de estudio incansable y esfuerzo constante le habían proporcionado esta oportunidad laboral y no podía dejarla pasar. Tampoco podía perder a Emma.

Quedaron en reunirse en el mismo restó en donde había sido el reencuentro para decidir sobre el futuro de ambos.

-Te amo Benja, pero Mendoza me dio la vida…no puedo irme tan lejos. Perdoname.

Entre lágrimas y suspiros Emma le comunicó su sentencia. Había probado mil veces las distintas variantes de la forma de expresar la noticia y ninguna sonaba linda. No podía escucharse a sí misma, hacía que todo sonara aún peor. Se sentía como la Cruella de Vil de la historia…

-Te entiendo, yo también amo a Mendoza, pero me costó tanto esto…no puedo dejarlo pasar. Tiene que haber una manera de que podamos seguir juntos, esto no puede terminar acá.

-Yo siempre me dije a mi misma que no soportaría una relación a distancia, pero por vos intento todo.

-Me voy mañana, ¿me vas a ir a despedir a la terminal?

Emma asintió con la cabeza. No podía pronunciar más palabras, ya había hablado suficiente y cosas bastante dolorosas…

Luego del restaurant fueron al departamento. Pasaron todo el día juntos, en silencio, aprovechando cada gota de piel antes de que la nostalgia usurpara los segundos de sus días distanciados. Iban a escribirse cartas, llamarse todos los días, hablar por videollamada…lo que fuera necesario.

Tras la ventanilla del autobús de larga distancia Benjamín observaba como su amor, su único y definitivo amor, se alejaba como alguna que otra vez se alejó la luna mientras los veía amarse entre las sábanas. “Te amo”, escribió en un mensaje de texto, necesitaba decirle cuánto importaba aquella mujer para él. Agachó la cabeza y lloró, no mucho porque los hombres no lloran, pero lo suficiente como para desagotar algo del dolor que sentía por la despedida. 

300 kilómetros después sonó su celular. Era Joaquín.

-Benjamín volvete apenas puedas, el gerente de mi empresa quieren reunirse con vos.

Mientras tanto Emma…

Llegó a su departamento sin saber cómo y se tiró en su cama a llorar. No podía creer que había dejado ir a su amor tan fácilmente. Su amor, o sea, ese que tanto esperó y por el que tanto rogó a Dios. Ese del que Lucía le había advertido.

Era de día y podía ver las montañas desde su ventana. “todo por ustedes” les dijo. Iba a quedarse como ellas, inmóviles y estancadas en un mismo lugar durante toda la vida. Estancada. Se acordó del pensamiento recurrente de cada mañana en el bar: “Estoy estancada en esta vida”. Ahora que lo pensaba, no era tan así. Aún podía elegir.

Durante horas pensó en lo que la ataba a Mendoza, lo que la había llevado a tomar tal decisión. Luego de tanto pensar se levantó y comenzó a hacer los bolsos. Llamó a su madre para avisarle de las novedades y para pedirle que alquilara el departamento al primero que lo quisiera. Sacó el dinero de los cuadros del revés del portarretratos de su abuela y por último llamó a Sol para ponerla al tanto.

 El amor que había encontrado era ése del que Lucía hablaba…iba más allá del sexo y más allá de la amistad que sentía por Benja. Era todo, todas las conexiones en una, todas las sensaciones en una; era mucho más de lo que ella solía entender por amor entre hombre y mujer, era mucho más que eso. Eran esas mariposas de la panza, pero eternas; sin motivos para irse jamás.

Miró a su alrededor y vio todo empacado y listo. Los muebles no le interesaban, no tenía apego alguno por lo material. Con el bolso gigante en una mano y la mochila en la espalda se encaminó hacia la puerta y al depositar la mano sobre el picaporte sonó el portero.

-¿Quién es?

 -Yo amor, me quedo en Mendoza.

Soltó el portero de golpe y tiró los bolsos en el piso. Bajó las escaleras a toda velocidad y corrió al encuentro con su amado. Lo besó y abrazó, nada iba a separarlos, lo sabía.

A Benjamín le habían ofrecido un puesto mejor en una industria de Luján, buen salario y buena ubicación; lo más importante, cerca de Emma. No dudó en decir que sí y apenas salió de allí fue derecho hacia el departamento. Sabía que las cosas con ella nunca iban a ser tal cual lo eran ahora, las relaciones eran bellas un tiempo y después de conocerse bien las cosas cambiaban, pero la amaba tanto que correría cualquier riesgo.

Dejaron los bolsos y salieron a festejar que el destino seguía apostando por ellos. Del futuro no había que preocuparse…tenían que vivir el presente, ahora que ya sabían cómo debía vivirse.

Camino al sitio de festejo Emma se detuvo en seco frente a un puesto de diarios y revistas, “A 5 años del asesinato de Lucía del Amor a manos de su marido, inauguran una placa en la Plaza España con su nombre”

Al día siguiente Emma dejaría un ramo de orquídeas. Para su conciencia, para Lucía.

 

Podés leer la saga completa:

EMMA – Capítulo 1: “Lucía y el sueño”
EMMA – Capítulo 2: “En la plaza España”
EMMA – Capítulo 3: “Maestros del amor”
EMMA – Capítulo 4: “Conociéndome”
EMMA- Capítulo 5: “Amores de Luna”
EMMA – Capítulo 6: “Besos fantasmas y orquídeas olvidadas”
EMMA – Capítulo 7: “El poema y una cita a ciegas”