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Formas de salir del planeta tierra

Muchas veces nos pasa que la vida nos tiende una encrucijada, nos pone “entre la espada y la pared” y el hartazgo de los días nos agobia, las horas nos pesan y la vida, la gente, las risas y la cotidianeidad nos parece una mierda absurda. Nos sentimos solos en un mar de gente, apabullados por las injusticias, imposibilitados de reaccionar ante tanta basura… pareciese como que nos estuviésemos zambullendo en un enorme tanque de alquitrán, oscuro como la noche y viscoso como la muerte… que poco a poco nos va engullendo, que absorbe lentamente nuestro cuerpo sin dejar movernos, que nos lleva a un lento y espantoso final, sin chances de escapar. Y mientras más nos esforzamos, más rápido nos hundimos en las inmundas arenas movedizas de la vida.

Algo nos oprime el pecho, nos encierra, nos aprieta lentamente la garganta, quitándonos el aire, tornando todo oscuro y dejándonos solos, aún en nuestro propio hogar. Es la angustia por no poder modificar nuestro entorno, no podes digitar la vida, no poder acelerar los procesos de tristeza o acercar etapas felices a nosotros… de manera urgente, para sanar tanta tristeza sin resolver.

La vida se vuelve un invierno gris, las letras finales de una película que no entendimos, una melodía nostálgica que rememora momentos felices que ya no están, la vuelta de un viaje hermoso, un domingo sin familia, la mochila de una soledad no deseada, una casa enorme sin risas, ni olor, ni detalles, ni planes, un encuentro con cientos de personas donde no nos encontramos con nadie, un lunes de cumpleaños, un enero laboral.

Pero hay formas, querido lector, no de intentar escapar de ese infierno, sino de buscar cobijo entre la llamas, no hay maneras de alejarse de ese pozo de miserias y salir, pero si se puede iluminarlo un poco, no va a pasar esa sensación de mierda, pero si al menos puede ser llevadera, no hay cura para ciertos dolores, pero si existen calmantes que nos pueden mantener vivos toda una vida. Hay formas de salir del planeta tierra y están ahí… al alcance de nuestras manos.

Basta buscar un lugar, preferentemente la naturaleza al aires libre, una montaña o rio, pero a falta de eso puede ser el patio, una plaza o habitación. Colocarse los mejores auriculares que se tengan a mano y darle play a aquellas canciones que forman parte de nuestro ser, las que nos identifican, las que nos hacen volar, las que nos acompañan y son parte de nuestra estructura psicológica. Cerrar los ojos, respirar hondo y estirar manos y piernas en posición de hombre Vitrubio. Ni hablar si sabes tocar algún instrumento y te sumergís en los mares de notas y acordes, y que la belleza de los sonidos tapen los ruidos del dolor.

Otra manera es buscar un lugar cómodo y ambientarlo sonoramente como más te guste (a mí me gusta el silencio), encender la compu ponerse de cara al cursos titilante de la hoja en blanco y comenzar a sublimar angustias a través de las letras, dejándose llevar por un tipeo inconsciente y pensado.

El desgaste físico nos lleva también a otro mundo. Sacar al cuerpo del ostracismo y la comodidad, exponiéndolo a cambios de ritmo, agitación, sudor y movimiento generan cierta sensación de placer. El corazón bombea más fuerte, la sangre circula a mayor velocidad, se nos oxigena el cerebro y demás órganos y hasta estamos más lúcidos y despiertos. La sensación del fin es orgásmica. Hacer el amor también es deporte.

Dibujar o pintar rompe cadenas. Darle libertad a las manos para que con colores, lápices y pinceles la creatividad fluya y se cree arte es una máquina en el tiempo. Con cada pincelada o trazo se van diluyendo las angustias, nos concentramos en los pigmentos, en las formas, en los tonos, las manchas, las figuras y los objetos. Nuestra mente se sensibiliza y se abre a un mundo surrealista sin límites. Siempre digo que cualquier forma de arte nos convierte en una especie de dioses, donde podemos crear y destruir a nuestro gusto.

Y finalmente, buscar a alguien para que te acompañe en el silencio. Muchas veces no necesitás hablar, ni contar, ni decirle a los demás que te pasa, porque ni vos mismo lo sabes, pero buscar a una persona especial, que sepas que te quiere, que sepas que te cuida, que sepas que daría su vida por vos, para que simplemente camine a tu lado, o te de un abrazo o sólo te mire, o ni siquiera eso… simplemente sepas que está, ayuda, divide la carga y te hace sentir iluminado en un sendero oscuro y hostil.

Las soluciones no son mágicas, ni tampoco son soluciones. No se puede cambiar ni a la gente, ni a las injusticias que nos rodean, pero si se puede engañar un poco al mundo y hacerlo un tanto más agradable.

Dedicada a Jose.

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