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Hasta que la muerte nos separe

Eran las 1:30hs de la mañana cuando salí del trabajo, soy mozo en un restaurante ubicado en la calle Belgrano de Ciudad cerca de la UTN. Con el lio de cambios de recorridos, ya que surgió el «Mendotran», no sabía qué micro tomarme, así que procedí a parar el primer colectivo que pasara por la parada donde estaba y preguntarle si me dejaba en la calle Salta y Buenos Aires, ya que a unos metros está el departamento donde alquilo.

Recuerdo que era un 604 y para mi suerte me llevaba a mi destino. Al subir veo hacia el fondo, lo que todos hacemos para conseguir lugar, y entre los últimos asientos venían tres personas de esas que no queremos cruzarnos en la noche y menos en la parte trasera de un micro.

Al caminar hacia el fondo, donde está el timbre para descender, veo a una mujer que tenía apoyada su cabeza en el vidrio. Me sorprendió porque ella me miraba fijamente, pero no le di importancia, ya que esa mujer estaba con un flaco. Al mirar a la derecha veo a otro tipo que estaba sentado justo en el último de los asientos individuales, pero sólo hablaba por teléfono. No le di importancia y me senté en uno de los asientos que estaba por la mitad.

El colectivo siguió con su recorrido y llegando al Hospital Central subió una chica muy bonita, yo la miraba pero ella solamente miraba hacia al fondo. Luego de unos segundos comenzó a caminar me vio y se sentó detrás mío. El micro siguió con su recorrido habitual.

Llegando a calle Catamarca la chica tocó mi hombro, yo miré hacia atrás para saber qué necesitaba y en ese momento me susurró al oído — En la próxima parada bajate conmigo, no preguntes porque sólo hacelo y vas a estar bien—  me dio curiosidad saber porque me lo dijo, igual tenía que bajarme, por lo cual acepté. Nos levantamos, toqué el timbre y justo el semáforo dio en rojo. Ahí estaba mirando a esa hermosa chica que quería que me bajara con ella, pero la noté rara, nerviosa y mirando a la mujer que tenía su cabeza apoyada en la ventana. Se me dio por mirar muy disimuladamente a la mujer y ella seguía mirando fijo, pero no a mí, sino hacia donde estaba el chofer. Bajamos del colectivo y le pregunté a la chica…

— ¿Porqué me hiciste bajar? ¿Queres que vayamos a tomar algo?— le dije mientras caminaba con dirección a calle Lavalle.

—¡No, idiota! Gracias a Dios soy enfermera y se diferenciar entre una persona viva y una muerta; la mujer que va ahí está muerta y al parecer él es su asesino y sostiene su cadáver— me respondió mientras señalaba la luneta.

—¿Qué? ¡¡¡Naaa!!! ¿Me estas jodiendo?— pregunté incrédulo.

—¡¡¡Nooo!!! Es cierto, llamá a la policía y demos aviso rápido, ¡daleee!— me apuró la chica.

—¡Bueno para!— dije mientras buscaba mi celular.

—¡Daleeeeee!— volvió a ordenarme.

Cuando saqué mi celular para llamar a la policía observé la parte trasera del colectivo para anotar la patente y el número de interno, pero al levantar la mirada vi como el sujeto me miraba y me quedé paralizado. En ese instante él sacó un arma la puso en su boca y se suicidó dejando a todos atemorizados por el ruido del disparo.

Los efectivos no tardaron en llegar, subieron y se encontraron con esa horrible escena. Al bajar preguntaron si alguien había visto lo sucedido, a lo que respondí que sí y di mi declaración, pero no podía quedarme con la duda… ¿Cómo un flaco sube una persona muerta a un medio de transporte público sin que nadie se de cuenta? Me quedé hasta que llegó científica e hicieron todos los peritajes, tardaban pero no iba a quedarme con la duda y procedí hablarle al chofer…

— ¿Qué pasó?, ¿Cómo puede ser que la suba muerta y no te des cuenta?

— No estaba muerta, ella subió por sus propios medios…

— ¿Y en qué momento la mató? ¿No escuchaste nada flaco?

— No loco, no, estoy en la misma que vos hermano ¿Justo a mi me pasa esto, la puta madre?

No tenia caso que hablara con el chofer, así que le hablé al uniformado que tomó mi testimonio para saber cómo había muerto, a lo que él, de manera educada me respondió — Señor no le puedo dar esa información, ya tengo su declaración y sus datos, vaya a su casa que cualquier cosa lo llamamos.

Sin decir más esperé que llegara otro colectivo, para que la enfermera que me avisó de la situación se fuera a su hogar y luego yo al mío…

A la mañana siguiente agarro el celular, me meto a facebook y veo un post que decía: «Esposo mata a su mujer y luego se suicida»

El sujeto mató a su pareja rompiéndole el cuello mientras se dirigían a su hogar, aparentemente la víctima tenía un amorío del cual el victimario sabía, el caso fue esclarecido ya que en uno de los bolsillos del pantalón del masculino se encontraba una nota que contenía lo siguiente: «Ella me era infiel, me iba a dejar por una calentura, no podía permitirlo porque ante los ojos de Dios juramos amor y lealtad hasta que la muerte nos separe, HASTA QUE LA MUERTE NOS SEPARE»

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