/La novela universal

La novela universal

 (Nota del autor: el relato tiene constantes cambios en los tiempos verbales, puede ser leído de arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba, en forma aleatoria.)

Miré el piso, las piedras, la organización de insectos yendo y viniendo. Sentí el frío, respiré profundo y me dí cuenta. A veces solamente basta con mirar el agua, el arroyo, hasta que la tierra decante, así podemos ver con claridad. Paciencia, perseverancia. Me vireflejado, sabía quién era, o eso pensaba hasta el momento. Vi a través de la claridad, lo absoluto, lo transparente, lo universal. Ahí, ese momento inspirador…

La finca parecía parte de un cuadro impresionista recortada en el firmamento. Sé que tengo que dejarlo ir, dejar todo atrás. Pero puedo sentir todavía su respiración, jadeando, arrastrándose como una cobra en busca de su presa. No me sirve de nada entrar en cavilaciones de orden metafísico.

¿Qué pasa cuando morimos?

Tal vez reencarne en una mosca y vuele en círculos alrededor de algún hombre que escapa.

Me lavo la cara pero no puedo sacarme la mugre, los recuerdos no se borran con agua. El agua no termina de lavar, solamente disfraza de limpio las cosas, solamente disfraza la sed. Siempre estamos sedientos. Estoy sediento. Juego un poco con la manga de mi remera descocida. Este olor a pelo chamuscado me está cansando. Cuantas veces supimos, cuantas veces acordamos no invadirnos, cuantas veces me dijiste que ibas a leerme, cuantas veces me insultaste, cuantas veces dijiste que todo era pura mierda y esas cosas asquerosas que solo sirven para hacer mal a las personas.

Estoy lejos, solo, asustado. Vas a aparecer en cualquier momento, sé que me estas persiguiendo, sabes que no estoy bien, sé que estás ahí. A veces, basta con mirar a través de las cosas, el cielo deja de ser tan cielo, la tierra deja de ser tan áspera.

Hay momentos en los que la realidad parece superarnos, en donde todo es aúnmás real… y ahí estaba parado enfrente del manuscrito cuando abriste la puerta. El fuego empezó a abrasar todo. Las vigas cayeron primero. No me importó, lo empujé, siempre supe que él quería quemarlo. Nunca imagine que fuera a quemar todo.

Tuve una idea, no fue una idea cualquiera, sino la idea menos original jamás creada. Imagínense un libro totalmente plagiable antes de ser siquiera contado a nadie. Cualquiera que hubiera agarrado un lápiz y una hoja de papel hubiera escrito lo mismo. Se trataba de un libro en el cual el lector sentía una extraña sensación familiar, como si las palabras fueran saliendo de su boca, porque cada palabra escrita era justo la palabra que cualquiera hubiera jamás pronosticado. La idea de toda la humanidad. La novela universal.

Te veo todas las noches, espiando. Sé que has descubierto mi idea. ¡Bah! Que estupidez, cualquiera conoce mi idea, todos la sabemos. Ahora pienso, y me doy cuenta, que no tiene sentido alguno compartirlo con vos, la novela ya era tuya de antemano, y de él también, y de cualquiera.

Y también podía ser simplemente esto, una descripción  absoluta de un ir y venir en el tiempo en donde el presente se confunde con el pasado y genera esa sensación de hiperrealidad. Si pensamos en un tiempo no lineal, las cosas son totalmente distintas, cada momento es él momento.

Camino entre los pastizales, siento el viento helado pasar a través de mi barba, me alimento de recuerdos de vidas pasadas, de caminantes pasados… Estiré mi brazo tan lejos como las estrellas distaban de mí… Agarré con fuerza ese pedacito de cielo que vos me prometiste y al final pude ver que todo estaba ahí. Sin más, sin nada, sin eso que tanto me prometieron comprendí la totalidad de los hechos, aprendí el lenguaje y me recosté sobre el piso, húmedo, tibio, rojo, sangre.

Ahora tal vez muero un poco, pero revivo en mis letras universales, en esa historia que todos conocemos, en la novela de nuestras vidas.

ETIQUETAS: