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La vida y sus contrastes

Si observamos la vida cotidiana nos vamos a dar cuenta de que estamos llenos de contrastes, en esta época de mucho frio, tomamos café bien caliente para que el cuerpo tome temperatura y se mantenga como para soportar con el clima, al contrario, en verano, que vamos a tomar helado para bajar la temperatura y sobrevivir las altas temperaturas, y así con una infinidad de ejemplos que todos los días, inconscientemente, hacemos para mantener un equilibrio.

El equilibrio es una pieza muy importante de nuestro día a día, genera armonía y desarrollo, mientras,por el contrario, el desequilibrio lleva a la caída y a traumas. Pero nos resulta difícil lograr ese equilibrio, porque nuestra naturaleza pasea entre dos extremos; o estamos en un lado de la balanza o en el otro.

Para hacerlo mas simple, lo podemos visualizar en nuestras manos, en una ponemos lo luminoso y en la otra lo oscuro o eso que no me gusta. Es importante tener en cuenta las dos manos y no esconder de nosotros mismos ninguna de las dos, porque si muestro o veo solo la de las cosas luminosas me voy a volver una persona prepotente y vanidosa, de esas que nunca se equivocan y andan por la vida dando lecciones de como se tiene que hacer cada cosa basándose en su gran egocentrismo. Por el contrario que si veo solo la de las cosas malas voy a ser una víctima eterna, siempre quejándome de las cosas que me tocan vivir sin valorar lo realmente importante y gastando las energías en victimizarme.

Hace un tiempo viví una experiencia que me hizo ver muy claramente esta situación de las dos manos. Una persona muy cercana a mi entro en un problema muy grave, es indiferente el tipo de problema, al cual yo decidí acompañar para darle fuerzas a afrontarlo. Puede que les haya pasado de vivir una situación como esta y sentir que los afecta tanto como si fueran los protagonistas del problema, así me empecé a sentir yo, me sentía cansado todo el tiempo, triste, con ganas de dormir todo el día, en resumen, agotado.

A los pocos días de esta situación recibí la noticia de que había logrado un ascenso en mi trabajo, hacia tiempo que lo venia esperando, pero en el momento que llego no sentí nada, como si no hubiera pasado.  Hablando con una amiga le dije “Sabes que logré lo que tanto quería y no sentí la alegría de haberlo podido obtener” y no entendí porque me sentía asi hasta varios meses después que empecé a analizar lo vivido.

Sin darme cuenta estaba viendo lo que tenia en las dos manos, maravillosamente descubro que el ascenso apareció para darme fuerzas y ayudarme a seguir adelante con lo que me había propuesto, que era acompañar a esa persona, y lo malo estaba ahí para que yo no me pusiera vanidoso con el ascenso y entendiera que era una persona común y corriente que camina por la vida como cualquier otra, con cosas buenas y cosas malas, que quizás había tenido un poco más de suerte y eso no significaba que fuera superior o mejor que el que no lo había logrado.

Tenemos que aprender a vivir con las dos manos en equilibrio, hacer que lo luminoso sostenga a lo oscuro o al revés, lograr que lo oscuro ayude a mantener en su lugar a lo luminoso, pero sin dudas entender que yo necesito la cicatriz esa que me hice cuando de niño aprendí a andar en bicicleta, para saber que gracias a esa herida que sufrí en un momento, aprendí a hacer y a disfrutar de algo que no sabía.

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