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Las oscuras consecuencias de mis actos

Sábado 27 de agosto del 2011… como olvidar aquella noche. Eran las 2:00 de la madrugada cuando salí del Casino De Mendoza, había perdido casi todo mi dinero en aquel lugar, sólo me quedaban $1.000 de los $20.000 que llevaba.

La desesperación caía sobre mí, pensaba y pensaba como le iba a decir a mi mujer que perdí todo nuestro dinero, que nuestros hijos no iban a comer, que no podríamos pagar nuestras cuentas; comencé a caminar sin rumbo alguno pidiendo a Dios un milagro, pero él parecía no escucharme. Lo tenía merecido por mi vicio al juego y debía afrontar mi problema, seguí caminando pensando en alguna excusa, martillaba en mi cabeza y me decía “¿y si le digo que me robaron? ¡¡No!! ¡¡no!! ¡¡no!! debo afrontar mis problemas y asumir la cagada que me mandé”.

Al admitir el error que había cometido volví a recobrar la conciencia, de pronto me encontraba en el escudo de la Plaza Independencia, pero era todo raro. La llovizna se hacía dueña de la noche, el frío hacia que el agua en el césped se congelara, no era una noche común, no se escuchaba ni un sólo ruido, no circulaban autos, ni siquiera gente, lo cual era muy raro para el día que era. No le di importancia y comencé mi caminata, decido a irme a casa a contarle a mi mujer, pero debía dirigirme nuevamente hacia el Casino donde había dejado el auto estacionado.

Caminaba mirando el paisaje de la plaza porque realmente la noche estaba hermosa, miraba hacia todos lados y seguía sin ver gente o vehículos por la calle, debo admitir que un poco de miedo me dio y acelere el paso. El frío se puso más intenso, bajaba por las escaleras en el sector de los juegos cuando vi en el último escalón un paquete voluptuoso. Lo levanté y para mi sorpresa era dinero, mucho dinero, pero en uno de los billetes había una frase escrita:

“Ten cuidado con lo que hagas con este dinero, tus actos tendrán sus consecuencias”

No le di importancia y feliz de la vida me fui corriendo al Casino a buscar mi auto e irme a casa, pero al pasar por la puerta la tentación de jugar nuevamente me sedujo, no me resistí y entré, pensando en que podría duplicar o triplicar aquella cuantiosa suma… fue mi peor error porque perdí todo. Otra vez, hasta los $1.000 que me quedaban anteriormente.

Salí del Casino y me senté en la vereda a llorar, no tenía un peso, no me quedaba nada, eso creía, al meter mi mano al bolsillo para fumar un cigarro encontré un billete de $100 con una frase escrita que decía:

“Te lo advertí y no mediste tus actos hijo mío, tu alma ya no es mía”

Fue en ese instante donde un hombre alto, de traje negro, apareció y sonriendo me dijo “Tu Dios oyó tus plegarias y te envió ese dinero con una advertencia, pero la ignoraste, ahora tu alma es mía y te haré arder en el peor de los infiernos”, sin decir más tocó mi hombro y se retiró.

Pasaron 7 años de aquel episodio y lo que dijo aquel hombre se cumplió, esa noche mi mujer me echó de nuestro hogar, no pude ver más a mis hijos. Perdí mi trabajo. Hoy en día me encuentro viviendo en el peor de los infiernos, pasando frio y hambre, durmiendo en la calle, siendo golpeado e ignorado por la sociedad, y lo peor de todo es que aún veo a aquél hombre de traje riéndose de mí en cada maldita esquina.

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