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Los macabros asesinatos de Uspallata III

Me siento exhausto, paso noches en velo, donde sea que me dirija él me encuentra, al huir de Lavalle aquel día tomé rápidamente mis cosas y escapé al Valle de Uco. Primero alquilé un departamento en Tupungato, había conseguido empleo en la YPF que está ubicada en la zona céntrica del lugar, estuve dos meses tranquilo, pero el maldito imbécil me encontró. Una tarde llegué muy cansado, la gente cargaba combustible como de costumbre cada vez que el mismo aumenta, al ingresar a mi morada sentí al pisar algo espeso como gelatina, pero al encender la luz me encontré con la peor escena que vi en mi vida… la mujer que me alquilaba estaba muerta en mi cama, destrozada, no tenía sus extremidades, sólo le quedaba su cabeza y torso. En ese momento se me vino una sola persona a la cabeza: Mario, él y su secta utilizaban ese modo de matar. No lo dudé y empaqué mis pertenecías lo más rápido posible y huí a San Carlos, exactamente al pueblo de La Consulta…

En ese lugar me sentí más cómodo que nunca, la gente me recibió como en su momento lo hicieron en Uspallata,  personas muy amables y cálidas , su hospitalidad era aún más admirable que en cualquier otro lugar. Todo iba perfecto, gracias a mi experiencia en mi adolescencia al trabajar en restaurantes como mozo en las temporadas de verano, conseguí empleo justamente de mozo en un restaurante muy conocido de la zona: Los Tilos, un lugar muy elegante.

Obviamente tuve que hacer un cambio muy drástico en mi vida, bajé de peso, corté mi cabello,  me puse tintura e incluso tuve que falsificar  mi documento porque fui acusado de matar a quien era la propietaria de alquilarme el departamento en Tupungato. Nadie sabía quién era, era un forastero que con el tiempo se hizo conocido por trabajar en aquel restaurante….

Había pasado un año desde que llegue a La Consulta, había dejado el pasado atrás, las investigaciones, los asesinatos y los horribles episodios que me tocó vivir. Sin duda una vida nueva y tranquila,  hasta que una madrugada, cuando terminé mi horario laboral, me dispuse a pasear por las calles del pueblo. Algo me llamo la atención en la iglesia del mismo, algo raro estaba sucediendo para la hora que era… las 3 de la mañana. Muchas personas de traje ingresaban, pregunté a uno de mis compañeros, Horacio, porque estaban entrando a la iglesia a esa hora y él me respondió «Es mejor que no lo sepas». «Otra vez no» dije en mis pensamientos, no debo averiguar y mientras menos sepa será mejor. Traté de no darle importancia pero al levantar la mirada me llamó aún más la atención el símbolo que portaban, algo parecido a una «M». Me dije «no, no creo que sea la «M» de Mario, es imposible que llegue hasta acá, no tiene sentido, debe ser de Misericordia o algo por el estilo». Me oculté a unos metros y la gente no dejaba de ingresar, personas que conocía porque eran clientes habituales del restaurante. No pude contenerme entré, abriendo las puertas de par en par, todos estaban con una túnica negra, se voltearon sorprendidos y pude sentir el odio en sus miradas, nadie se movía sólo me observaban con el seño fruncido en su frente, al ver hacia el atril me quedé helado y paralizado, mi corazón latía a mil por segundo. En ese instante dos personas me sujetaron fuertemente y me obligaron a arrodillarme. Sujetaron mi cabello levantándome la mirada y colocándome un cuchillo en mi garganta, mientras oía los pasos de Mario acercándose a mí. Hablando con voz gruesa dijo:

—¡Hermanos! Por fin el sacrificio llegó —las personas golpearon su pie dos veces con fuerza en el piso cuando él terminó la oración.

—¡Maldito infeliz! ¿Cómo que el sacrificio al fin llegó? —respondí agresivo.

—Jajaja ¿Que creías Damián, que no iba a encontrarte? ¿qué escaparías lejos de mi sin dejar rastro alguno?

—¿Cómo me encontraste hijo de puta y explícame que mierda es eso del sacrificio al fin llegó?

—¡¡Ayy Dios!!! ¿tan idiota sos para no darte cuenta? ¿Quién crees que te hizo llegar la noticia de los asesinatos en Uspallata? ¿Cómo crees que tenes taaaanta suerte para huir de mis manos en varias ocasiones?

—¿Queee? Que Caraj…

—Callate idiota —me respondió mientras me daba una bofetada —vos estas acá porque así lo quise…

—¿Pero?… ¿porque?

—Silencio estúpido —y volvió a darme una bofetada —Estas acá porque vos sos el niño que logró salvarse, vos sos el hijo de Monica Rivas y Ricardo Bermejo, el inocente bebé que logró salvarse aquella noche, ya que tu querida mami te entregó el día anterior a una familia adoptiva.

—¿Qué? ¡¡¡No no no noooo!!! ¡no puede ser, ellos no son mis padres maldito hijo de puta!

—Pues sí, lo son , es chocante ¿no? Jajaja, el bendito y maldito niño que se salvó.

—No puede ser posible, no, no no puede ser, y de ser así ¿que queres conmigo?

—Según la profecía de tus padres si matábamos a alguien joven obteníamos sus años de vida y…

—Eso es pura mentira, todos debemos morir y no existe eso malditos enfer… —Me dio un bofetón  y me obligó a callarme.

Cómo decía,  obteníamos sus años y también había otra profecía… quien matara a toda la familia tendría la vida eterna, pero vos te me escapaste y acá estas, en mi iglesia, es acá justamente donde te quería, es hora de quitarte la vida y disfrutar la vida eterna…

En ese instantes mi vida pasó delante de mis ojos, mientras observaba cómo ponía su daga en mi garganta, supliqué y supliqué pero no hubo caso, estaba decidido a matarme. Fe justo en ese instante donde él le pidió a sus hombres que me suelten, que quería verme morir libre como a sus víctimas para luego destrozar mi cuerpo en pedazos. Cuando estaba por matarme miró hacia arriba y exclamó —al fin la vida eterna es mía.

Me arrojé con todas mis fuerzas hacia su cuerpo sujetando la mano que sostenía la daga, fue una pelea reñida , sus «discípulos» estaban quietos , no respondían a mi agresión, logré sacársela y con una patada en sus piernas hice que cayera de rodillas. Con todo el odio de mi ser le grité —la vida eterna es tuya pero no será en esta vida. —Levanté la daga al cielo, él abrió los ojos, pude ver su temor en ellos como nunca antes lo vi, y sin dudarlo clave la daga en medio de sus ojos…

Las personas  se despojaron de sus túnicas y huyeron de la iglesia, salí de ahí caminando con el cuerpo temblando pero con el alma tranquila…

Ya han pasado tres años y ando rodando por el mundo. ¿Existe aún esta secta? pues, no lo sé, lo que sí sé es de donde vengo y quién soy.

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