/Los macabros asesinatos de Uspallata IV

Los macabros asesinatos de Uspallata IV

Hace tiempo que no solía investigar, antiguos sucesos me alejaron de mi pasión, estuve al borde de un colapso por todas las situaciones vividas, el mudarme constantemente me alejó de los pocos amigos que tenía, ver gente morir delante de mí e incluso tuve que matar para poder escapar y sobrevivir.

Había decidido dejar todo atrás comenzar de nuevo y esta vez en Tunuyan, un lugar demasiado tranquilo para mí, pero sentía que era el lugar indicado, conseguí trabajo en una estación de servicio gracias a un viejo amigo que incluso me abrió las puertas de su hogar, todo iba bien, una vida rutinaria, me levantaba temprano y me dirigía al trabajo luego regresaba a descansar, si, una vida aburrida para muchos pero por fin estaba viviendo en paz.

Una noche golpearon la puerta unos niños disfrazados y con fervor dijeron «Dulce o truco», era Halloween y lo había olvidado, en ese momento no tenía nada para ofrecerles por lo que les pedí que me esperaran unos minutos que comprara unos caramelos y se los entregaba. Como un niño salí corriendo a comprar al negocio de Irma, una mujer de unos 60 años, entusiasmado le pedí una bolsa de caramelos.

—¿Usted también festeja esta fecha? —me pregunto y en su mirada pude ver dolor.

—Pues, No, lo había olvidado por completo, unos niños me acaban de golpear la puerta y me hicieron recordar. —le respondí.

—Si supieran lo que se hace en esta fecha nadie lo festejaría y pondrían a salvo a sus hijos. —me respondió con voz quebrada.

Me dio la bolsa de caramelos, agachó su cabeza y comenzó a llorar, por simple impulso de amabilidad le cedí un pañuelo para que secara sus lágrimas y con toda curiosidad le pregunté:

—¿Qué es lo que pasa en Halloween? ¿Quiere contarme?

—Quizás mañana, vaya a su casa y entregue esos caramelos, robe una sonrisa a los niños, pero por favor cuídelos, ellos están en todos lados.

—¿Ellos? ¿Quiénes?

—Venga mañana y le contaré, hoy no estoy con ánimos.

Sin decir más me retiré y procedí a dar dulces a cada niño/a que golpeaba a mi puerta, era hermoso verlos felices pero a la vez en mi cabeza rondaba esa duda de por qué Irma estaba así.

A la mañana siguiente, antes de ir al trabajo, pase por casa de Irma para de una vez despejar mis dudas, al llegar no alcancé a golpear que ella me abrió la puerta.

—Pase, lo estaba esperando.

—Bien vamos al grano, dígame ¿Qué es lo que pasa en Halloween? —le pregunté.

—Bien, hace más de 28 años vivía en Uspallata con mi hijo Alex, de 17 años, trabajaba de doméstica para un matrimonio, todo iba bien, tenía hogar para mi hijo y para mi, pero todo cambió en un abrir y cerrar de ojos. Una noche de Halloween mi pequeño Alex salió a dar una vuelta con unas amigas, Luana y Agustina, pero él jamás regresó, a los días lo encontra…

Interrumpí su relato y con asombro y un poco de temor  pregunté:

—¿Lo encontraron muerto, desnudo y con su miembro mutilado?

Asombrada y con su voz temblorosa me respondió —¿Cómo sabe eso? ¿Es uno de ellos? Por favor no me haga daño juro que no voy a decir nada, no me mate por favor.

—No, ¡No!, no quiero matarla…

—¿Y cómo sabe lo que pasó?

—Porque hace unos años fui a Uspallata, soy escritor y me había llegado el dato de unos asesinatos que jamás se aclararon y que hubiesen quedado en la nada si no hubiese sido por mí.

—¿Qué?  ¿Cómo que por usted?—pregunto desorientada—

—Sí, yo fui e investigué y saqué a la luz todo, pasé por inmensas situaciones en las cual estuve a punto de morir, pero ya no tenga miedo, yo tuve que matar a Mario para poder sobrevivir además era el líder de una secta que…

Me interrumpió y con enojo y dolor exclamó —Esa maldita secta, mató a mi hijo esa noche de Halloween, ofreciendo su alma al diablo.

—Sabía que lo habían matado y nunca supe el por qué hasta que estuve cara a cara con Mario, mataban con la excusa de lograr la inmortalidad, pero jamás pasará, maté a Mario y esa secta ya no existe.

—Eso es lo que usted cree—me respondió y prosiguió— Ellos siguen, están en todos lados y  jamás se rendirán, tuve que irme de Uspallata pero hasta el día de hoy siempre muere un niño/a, o adolescente, son asesinados los entregan como sacrificio al Diablo, eso siempre fue y seguirá siendo así.

—No, ya maté a Mario, todo acabó. —le respondí.

—Mató a uno de los líderes, hay más de ellos y seguramente lo están buscando…

Continuara…

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