/Luna roja en Santa Rosa y su demonio rural

Luna roja en Santa Rosa y su demonio rural

Todo empezó un sábado a la mañana, salíamos con mi viejo y mi hermano a cazar liebres a Santa Rosa, estaba empezando la primavera y era la época ideal, en el campo llueve y cuando crece el pasto salen las liebres a comer.

La idea era ir a una finca de un amigo, estaba bastante lejos, antes de llegar a santa rosa. Teníamos que entrar por una ruta de tierra bastante larga, me acuerdo que no llegábamos más, aparte a mí no me gustaba matar animales. Mi viejo sabía que solamente íbamos a ir a tirar unos tiros a una lata y que con eso éramos felices. No necesitábamos matar un animal, era una excusa para pasar un rato juntos los tres, alejados del mundo.

Cuando llegamos me di cuenta que si llegaba a cambiar de idea y se me ocurría cazar algo iba a ser imposible. Estaba todo seco, no había caído una gota de agua en todo el invierno, así que me quedé tranquilo y me puse a tirarle unos tiros con mi hermano a una plancha de telgopor mientras mi viejo preparaba el asado. Solo se escuchaban los tiros de las escopetas y algún que otro pájaro que cantaba.

Pasamos toda la tarde distrayéndonos por ahí, no había nada ni nadie. Yo tenía 16 años y era la primera vez que iba a “cazar”, por que como ya les dije la idea era distraernos un rato.

Empezó a oscurecer y no quedo ni un ruido, por primera vez sentí un vacío gigante adentro. Tire los últimos dos tiros y el eco no paraba más. La noche en el campo es demasiado tranquila para mi gusto, daba una sensación de desesperación terrible. Le dije a mi viejo que nos fuésemos y me dijo que si, ya me estaba dando cuenta que mi hermano, un poco más chico que yo, estaba empezando a tener miedo. Apagamos el fuego del asado y cargamos todo en el baúl menos una escopeta, mi viejo quería ver si cazábamos algo.

Cuando partimos empezó a asomarse por el horizonte la luna. ¿Vieron que la luna sale con un color rojo de noche? Imaginen como se veía esa noche, ¡era un espectáculo! Como no había nadie en la ruta podíamos ir viendo tranquilos, sin drama. Estábamos viendo la luna y cuando mi viejo miró para adelante freno el auto y se quedó quieto.

– Gordo, mira para adelante y decime si ves lo que veo yo…

Cuando miré para adelante vi dos ojos grandes, como los faroles de un auto, pero no era eso, estaba más hacia el suelo y se movía de un lado para el otro muy lento, ahí mi viejo me empezó a apurar.

– ¡Dale boludo agarra la escopeta! Creo que es un jabalí.

Yo cuando me dijo eso me agarro emoción, no quería matar a un bicho, pero me gano la adrenalina, ¡iba a cazar un jabalí!, así que agarré la escopeta y le metí un cartucho. Listo el pollo dije, muy adentro no lo quería, pero no iba a dejar pasar esta, ¡tenía la adrenalina hasta los pelos!

Me baje del auto y apunte, mi viejo prendió las luces altas y… nada… ¡si estaba ahí!, no entendía que pasaba, los ojos estaban ahí cuando me baje del auto y desparecieron cuando prendimos las luces altas, normalmente los animales quedan encandilados y no se mueven.

Por un lado me sentía frustrado, por el otro tranquilo (no había matado a nadie) y por otro lado, tenía intriga. Había visto los ojos, ¿cómo no voy a ver al bicho cuando prendió las luces altas? Era todo muy extraño.

Me subí de nuevo al auto y mi viejo estaba con cara extraña, mi hermano también, no entendíamos que había pasado. No le dimos bola y seguimos viaje sin hablar mucho sobre eso.

Habríamos pasado uno o dos kilómetros cuando de repente, otra vez los ojos, pero esta vez aparecieron un rato y volvieron a desaparecer, cuando llegamos a donde habíamos visto los ojos vimos algo mucho más extraño y desagradable. En el medio de la ruta había un animal tirado… en el medio.

Frenamos, prendimos las luces altas y bajamos para ver que era, mi viejo agarro la escopeta con mucha fuerza, ya empezamos a asustarnos. Cuando nos acercamos vimos que el animal era una vaca, pero estaba partida y la cabeza le tocaba la cola, como si algo la hubiese agarrado mordido como a un sándwich. Mi viejo empezó a apuntar y a dar vueltas con la mirada, agarre a mi hermano que estaba muy asustado y lo abrace con fuerza.

La luna roja le daba un color especial al campo, se veía como un mar, veíamos que algo se movía y quebraba ramas con cada paso que daba.

-¡Dale salí cagón! Que venís a asustar maricón, ¡te voy a cagar a tiros! – gritaba mi viejo sacado.

Cuando grito esto el auto se movió, algo lo había chocado y se movía entre las plantas, cuando vimos esto mi viejo tiro un tiro que al parecer le pego por algún lado porque se escuchó un grito muy fuerte, no sé si de dolor o enojo. Salimos corriendo al auto y mi viejo acelero a fondo, me dio la escopeta y yo cargue otro cartucho, estaba muy asustado, mi hermano lloraba del miedo y no me soltaba la mano, le tuve que decir que me la soltara y me dejara agarrar la escopeta.

Algo nos seguía, gritaba y se sentían los pasos atrás nuestro, era como si se viniera una manada de toros furisos, ¡estaba muerto de miedo! Cuando mire atrás, la luz de la luna me dejo ver la sombra de los que nos seguía… parecía un camión sin frenos que no iba a parar. Saque medio cuerpo por la ventana y como pude tire otro tiro, se escuchó otro grito fuerte y, al parecer, no nos siguió más, cuando volví a meter el cuerpo estaba todo lleno de tierra y temblaba como un perro mojado. Me tire en la butaca y respire hondo, ya había pasado…

Paso como media hora y cuando agarramos la ruta guardamos la escopeta en el baúl y recién ahí pudimos vernos a los ojos y darnos cuenta de lo cagados que estábamos.

– Enano, ¿estás bien?

– Si gordo, creo que si.

– Viejo decime, ¿sabes que mierda era eso? ¡todavía estoy cagado en las patas! – le dije muy asustado.

– No se gordo, es la primera vez que me pasa esto, y mira que vengo desde hace mucho al campo…

Mientras avanzábamos la luna subía cada vez más alto y se convertía de bronce a plata. Llegamos a la casa y esa noche no pudimos pegar un ojo.

Le contamos a muchos amigos, quedó como una anécdota más. Pero la gente no nos creía, creían que estábamos fabulando, que era un verso y que estábamos jodiéndolos.

Yo les puedo asegurar algo, nunca me voy a olvidar de esa noche de luna roja y de lo que vimos, espero no encontrarme nunca más con algo así en mi vida y espero que nunca les pase.

Tengan cuidado las noches de luna llena en el campo, pueden pasarla muy mal…

ETIQUETAS: