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¿Maradona o Messi?

No hay un gran genio sin mezcla de locura”  

Aristóteles

Los dos llenaron el mundo con la casaca 10 de la SelecciónArgentina, gracias a ellos la usan en los lugares más recónditos del Universo . Son el reflejo que los niños del planeta fútbol querían ver cuando se paran frente al espejo.

¡Pero quién es el más grande, el qué está en el mejor lugar del podio? No es la pregunta del millón, es una que contiene una respuesta real y verdadera; cada realidad es válida, es única, es irrefutable. Todo veredicto es basado en sensaciones, más allá de estadísticas.

Entre los dos hay diferencias sustanciales: Uno proviene de una villa, el otro es un producto de laboratorio. Uno siempre de caravana más duro que los caballitos de Marly, el otro es el yerno/esposo/novio que toda mujer quisiera tener. Uno dijo que San Martín no había cruzado los Andes en la Gesta Libertadora el otro sólo usa palabras medidas, sin un dejo de sinrazón. Uno ganó Mundiales, el otro los lloró y sufrió, los vio pasar. Uno salio con todas y el otro se casó con la novia de la adolescencia. Uno díscolo, contumaz y quilombero, al otro ni se lo siente. Uno amigo de la mafia y  abandónico, el otro padre de familia ejemplar que se esconde en los tatuajes compulsivos.

Ambos son simples seres humanos. Nuestra única diferencia con ellos es la que dijo Fontanarrosa: Tenemos dos problemas para jugar al fútbol, la pierna izquierda y la pierna derecha. Ellos no tienen ese dilema, tienen un pacto con la belleza para hacer rodar la redonda en la gramilla como ninguno.

Messi es lo políticamente correcto, es el gol bien hecho, con una técnica, una velocidad y una destreza sorprendente, hipnotizante; manofacturado por las hormonas de crecimiento. Tiene todo para ser el mejor de todos los tiempos… casi todo. Le falta lo que tuvo Maradona para hacerle dos goles a los ingleses; con uno de ellos les enseñó lo que es el potrero y con el otro les mojó las orejas; o cuando en el Mundial de Italia el Himno era vilipendeado por los locales él se encargó de recordarles, insultos mediante, lo que es el respeto (después dijeron siamo fuori y se guardaron los agravios en el bolsillo) Las situaciones que generó Maradona dentro de la cancha tomaron carácter de épico, de realismo mágico, de gesta heroica; sus goles quedaron guardados en el ADN de la humanidad como símbolo de genialidad.

A Messi le falta lo que a Maradona le sobró y lo tradujo en su juego: ser más mostro, más cercano en su personalidad a los pibes de la plaza. Le falta ser más héroe.

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