/Margarita | Capítulo 3: ¿Y Dios?

Margarita | Capítulo 3: ¿Y Dios?

– Tuvimos una larga charla hace años, ¿por qué vuelvo a aparecer en tu vida? – Preguntó el Diablo.

– Realmente no tengo idea – le contesté desinteresado.

– Esto me cansa ¿sabés?, tengo muchas personas que esperan para que me vaya con ellas y vos acá sin saber que hacer conmigo – Dijo cansado.

– Tengo varios problemas, no es común hablar con vos, no es común estar sentado con alguien así hablando tan tranquilos. – le dije.

– ¿Porque no es común?, yo soy más común de lo que vos crees, estoy en más lugares que Dios, a mí no hay que buscarme, porque me tenes en todo momento, pero hoy justo hoy tengo que hacerme carne ¿nuevamente? – me preguntó

– Sabes que estoy mal, no lo dibujemos más, sos lo más puro que he visto hasta el momento, no puedo más con todo esto.

– ¿Estás trabajando cierto? ¿Tu corazón sigue latiendo? ¿Podes respirar bien? – atacó.

– No me vengas con conformismos de mierda, sí, estoy bien, sí, como, duermo, trabajo, no tengo problemas financieros, pero no vinimos a este mundo a ser una calculadora. No me intentes convencer de que mientras mis órganos vitales estén bien yo tengo que estar bien, me hace falta un cerebro sano y un corazón aún más grande. – le dije resignado.

– Ambos sabemos el problemita en la cabeza que tenés. – comentó con cara de amistoso.

– Obvio, estoy hablando con vos. – le respondí con la misma risa.

– Exacto, bueno, veo que fuiste más allá de las palabras, y no te puedo conformar con nada.

-Yo creo que no.

– La realidad mi amigo, es que ser feliz no existe, son impulsos del cuerpo para mantenerte vivo, estamos en constante depresión porque llegamos a la verdad absoluta que solo vinimos a vivir y nada más, calmáte, relajáte y aprende a convivir con ello, ahora te duele, ahora estás mal, pero tu cuerpo buscará la forma de darte ese impulso para que no mueras. En ciertas personas ese impulso no llega y terminamos viendo suicidios, vas a estar muy muy mal en estos días. – filosofó el Diablo.

-¿Hay un atajo? ¿Alguna forma de no pasar por esto? – pregunté.

– Veras, hay una forma de no sufrir, y esa es morir, te simplifico todo lo que te pueden decir en la vida, o sufrimos y bancamos todo esto o nos dejamos morir. No hay poesía para la vida, solo esa respuesta. ¿Querés morirte o intentar ser feliz? – redobló la apuesta el Diablo.

– No quiero morir, solo eso – aseguré.

– ¿Cuánto tiempo pensás que vas a verla? – volvió a embestirme.

– Supongo que hasta que muera, porque voy a sufrirla toda mi vida ¿no?

– Vas entendiendo, y vas a tener que aprender a convivir con ello.

En ese momento, se levantó, me dio la mano, se tomó todo lo que había en la 4 botella, me miró y me dijo.

Diablo- Todo lo que yo te diga no importa, todo lo que ese te diga no importa, de ahora en más importa lo que vos quieras hacer con tu vida, por mi morite, pero no olvides que te quiero. Porque para mí es mejor restar que sumar

-¿Por qué él nunca se apareció? – le pregunté.

– Porque si él se apareciera te darías cuenta que la vida tiene sentido, y que no vale la pena luchar, el jamás se va a aparecer, pero va a hacer pequeños movimientos en tu vida para que dudes y quieras seguir viviendo.

– ¿Y entonces vos serias él..?

– Yo, querido amigo… soy el impulso. – me dijo y me partió la botella en la cabeza, produciéndome un corte en la frente y perdiendo el conocimiento totalmente, todo quedó oscuro.

Desperté a la mañana siguiente, me dolía mucho la cabeza, no sabía que es lo que había pasado, al lado mío estaba ella, recostada, mirando su celular y riendo, me refregué los ojos y le dije

– Algo tenemos que hacer – le dije entredormido, ella solo me miraba y sonreía. – Hay que hacer una tregua ¿sí? – volví a preguntar… ella miró mi teléfono.

Me levanté medio aturdido y miré el celular, tenía dos mensajes, uno era del dueño del bar que éramos conocidos, y había puesto que estuve tomando solo toda la noche sin hablar, y cuando miraron estaba en el piso con un corte en la cabeza, que me trajeron hasta casa, me paré y entré en silencio. Eso aclaraba como había terminado en la cama, el otro mensaje era de Cintia, diciéndome que le dijo a Juan que me había mandado más temprano a hacer unos trámites al banco, que rajara ya para la oficina, tiré el celular y me vestí como pude, llevaba una hora retrasado. Que raro Cintia haciéndome un favor…

Cuando llegué a la puerta miré para atrás y venía a abrazarme, con la misma sonrisa de siempre, me asusté mucho y salí rápido con lágrimas en los ojos, iba a tener que aprender a convivir con ese fantasma, tal vez… quizás… no sé, ser su amigo… ¿es posible ser amigo de un fantasma?


Llegué en taxi al trabajo y cuando me bajé estaba Cintia en la puerta

– ¿Vos sos estúpido? Mira la hora que es. Llevá urgente todos estos papeles y ya sabes dónde, y cuando vuelvas vamos a hablar muy seriamente. – me dijo furiosa.

Fue un día largo, muchos papeles y mucha cola en el banco, ¡como te odio banco inmundo! Y como te odio flaca de comercio exterior, terminé aproximadamente todo a las 5 y media de la tarde, y volví a la oficina, todos se habían ido pero Cintia seguía ahí…

-Hola buen día, y muchas gracias. – le dije sereno.

– ¿Te parece buen día Adrián? aparte ya es tarde y yo sigo como una estúpida terminando estas facturas. – siguió idiota.

– Siempre es un buen día Cintia (Era muy patético querer alegrar la vida de los demás, a pesar de estar tan destruido por dentro)

– Para vos que no estas encerrado acá. – contestó sin mirarme.

– ¿Qué querías hablar? – pregunté

– Nada, que mierda voy a querer hablar, andá si queres. – respondió irónica.

– Conozco un poco de facturación, si queres te ayudo y lo terminamos más rápido.

– Bueno dale. – bajó un cambio.

– Y… Cintia… ¿Estás de novia? – le pregunté como para romper el hielo.

– ¿Qué? – contestó fulero.

– Sí, eso ¿Estás de novia?

Continuará…

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