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Mi amiga soledad

En algún momento de nuestra existencia todos nos vemos obligados a conocer a esta persona que nos acompaña llamada soledad, al llegar a nuestras vidas, con ese nombre de mujer y engañoso tono de dulzura, nos hace sentir tristes y vacíos, como si no estuviéramos completos.

No debería de ser así, es una parte importante de nuestra vida y casi seguro que no hay forma de que falte. A este mundo llegamos solos y es obvio que moriremos de la misma manera.

Es muy llamativo ver como a mucha gente le da pánico eso de estar solos, cuando esto es un aprendizaje básico de la vida de cada uno, cabe destacar que hay una diferencia entre estar solo y el sentimiento de soledad, uno puede pasar días en soledad, sin gente y saber que hay personas que van a estar si uno decide acudir, a diferencia del sentimiento de soledad que la persona se siente sola en el mundo que no tiene a quien recurrir.

Un aprendizaje que la soledad nos debería dejar es el de relacionarnos con nosotros mismos, aprender a reírnos, a perdonarnos, a retarnos cuando sabemos que hemos hecho algo mal, aprender a relacionarnos con el yo interno y de ahí salir hacia el exterior más construidos y con las cosas más claras.

El llevarnos bien con nuestra propia soledad también tiene sus beneficios, como el autoconocimiento, el silencio y el placer de estar solos y sentir como si estuviéramos con nuestro mejor amigo.

Siempre pensé que el miedo a estar solos es porque en todos lados las cosas están impuestas para dos, las mesas de los lugares de comidas son de a dos, parece que falta alguien si uno se sienta solo, incluso el mozo se incomoda porque el pobre solitario está generando un gasto al comer solo donde podrían comer dos personas, las habitaciones en los hoteles son en base doble, ósea que si vas solo te va a costar seguramente lo mismo que si fueras acompañado, hasta en las películas se dice que buscan su media naranja.

El encontrarse con nosotros mismos es el principal temor de las personas hacia la soledad, la clave está en aprender a relacionarnos con nuestra pareja interna y tomar la soledad como un regalo, una oportunidad de crecimiento, y desde ahí partir a buscar a otras personas, pero no para que nos completen, si no para compartir el camino de la vida.

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