/Es que no se sufre por amor, se sufre por idiota

Es que no se sufre por amor, se sufre por idiota

Necesitaba decirle algunas cosas, esas que el tiempo tampoco iba a solucionar al no decirlas pero no lo hice. Siempre tomé malas decisiones pero esta fue sin dudas la peor de todas, calavera no chilla decía mi abuela y tenía razón.

Pero si todavía me acuerdo de la primera vez que me dijo «te amo», un suspiro profundo fue lo único que pude esbozar, mi corazón se empapó de amor y supe que nunca iba a volver a sentir algo así al escucharlo de otra persona. Aun no logro recordarlo sin evitar que se empañen mis lentes con lágrimas que no logro contener, que al bajar recorren mis mejillas que antes él acariciaba, rozan mi nariz que fue tobogán de sus dedos y mueren en mi boca que lo recibió tantas veces.

El amor no se apaga en uno o dos meses, esas son cosas que inventan los fracasados que no encontraron una excusa mejor para decir que no te quieren ver ni en fotos, porque hasta de los restos de sus recuerdos te eliminan. “Sufren”, (dicen) pero ahí van por la vida matando corazones por vencer un par de egocentrismos que los haga sentirse especiales en algún momento, se nota que nunca tuvieron un acto de pequeños en el colegio y esperaban con ansias las fotos que nos tomaban nuestros padres en primera fila con lágrimas en los ojos, eso era orgullo. ¿Patear a alguien porque te da miedo sentir que dejaste de amar? Eso es de cagón, y donde yo me eduqué esa gente no merece ni una lágrima que recorra el marco de tus lentes verdes. Pero qué sabe el amor de razón, si te enamoraste sin el uso de la misma; qué sabe él qué estás sintiendo ahora si es tu almohada la encargada de absorber tus lágrimas oscuras que se mezclan con tu rímel, qué sabe él de compromisos si nunca quiso darte un anillo porque siempre era muy pronto, qué sabe él de respeto si te dejó por teléfono. En fin, qué sabe un tipo de una mujer enamorada si solo consigue ver lo que lo hace feliz a él, no existe más, nada más.

Y él hace bien, vos pichona estás llorando por el motivo equivocado, ya te va a tocar gana a vos. ¿Te cuento por qué? Respondete estas preguntas: De que te valió entregarle cosas importantes si te descartó por dudas, temores, presentimientos. Si cuando el mozo trajo la cuenta sin mirar la billetera decidió dejarte como parte de pago. De qué valieron las noches de insomnio pegada al teléfono que no vibraba nunca esperando un mensaje de disculpas que solo obtenías en tus sueños, si al despertarte lo único que podías ver era tus ojos reflejados en el espejo que estaban cansados de acompañarte en la espera. Qué importaron las promesas de una familia y “ser felices y comer perdices” si no es a vos a quien ama. Nada, importa nada.

Entonces, ¿para qué vas a malgastar tiempo en arruinar tus lentes, manchar tu almohada y gritarle a las paredes por todo lo prometido que nunca cumplió? Con qué objetivo vas a lastimarte esta vez leyendo mensajes, que con el tiempo notas no tienen peso. Para qué mantenés vivos y acariciás los recuerdos que te acercan a él cuando ya está lejos.

Evidentemente nos cuesta hacer el duelo, pero cuando no te aman no hay vuelta atrás. Ya no es como cuando éramos chicos y lastimabas a un amigo: unas disculpas y a seguir jugando, acá no pasó nada. Ahora no, la cosa se puso seria; pero solo vos entendiste esa parte, él se cansó de lastimar tu corazón y no hubieron disculpas hasta el final. Al fin aprendió a pedir perdón, pero fue por no amarte, ¿qué ibas a decirle si te desarmó?

Pero se aprende, se supera y claro que podés ser feliz. Los finales felices no existen porque cuando hay amor no existe un final. Pero si fue una peli y la disfrutaste, aunque tal vez el final no haya sido el esperado, tomá lo que te quedó de pochoclos y salí a ser feliz, que la vida es más de lo que te cantan en un par de canciones que suenan bien, la vida es mucho más de lo que yo misma les estoy diciendo ahora. Estaría bueno hacernos más verdad y menos mentira. Estaría bueno hacernos más el amor, en todos los sentidos.

Acá, mi corazón.

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