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Porque fracasan las bandas musicales en Mendoza

Muchas veces nos preguntamos ¿Por qué en Buenos Aires o Córdoba las bandas progresan y en Mendoza no? ¿A que se debe? ¿Por qué razón? ¿Qué hay allá que acá no? No es el motivo de esta nota herir susceptibilidades, pero vamos a los hechos, las cosas como son: sacando a Los Enanitos Verdes y Alcohol Etílico en el pasado, Karamelo Santo, Los Coholins como bandas y Goy Ogalde y Ale Ortega como solistas actualmente, Mendoza no tiene más bandas exitosas, nada de lo que hay trasciende ni tiene posibilidades de ascenso o reconocimiento.

Es por ello que me dediqué a pensar un poco, a razonar, a utilizar mi espíritu de musicólogo y mi instinto de manager y llegué a las siguientes conclusiones:

Falta absoluta de creatividad musical: esta de moda el rock, somos todos rockeros, esta de moda el punk somos todos punkitos, ahora esta de moda el reggae y el ska… hacemos todos lo mismo. Cientos de banditas de incipientes músicos que lo único que hacen es copia de copias de plagios de plagios. Aburren, cansan, nos duermen. No hay nada nuevo, nada moderno, nada arriesgado, nada que llame la atención y lo que hay es berreta y falto de profesionalismo, o sea, la pasión y la devoción están, pero el estudio de la materia es nulo.

Letras pobres y vacías de contenido: no digo que hay que ser Borges para escribir una buena canción, pero las letras de las baladas mendocinas son un espanto en todo sentido. Sosas de contenido, con rimas esforzadas y ridículas, de historias pedorras y ordinarias. No hay un solo estribillo que pegue, que suene, que quede en la mente del oyente. Siempre hay un disco que hace un antes y un después en cualquier banda, y en ese disco lógicamente hay un mega hit (“La balada del Diablo y la muerte” en el caso de La Renga, “Señor Cobranza” en el caso de la Bersuit, “Verano del 92” de Los Piojos y mil etcéteras más),  ninguna banda cuenta con ese “mega hit” ni por asomo.

Público frío y careta: estoy convencido de que uno no se puede hacer fanático de algo que no le guste o que sea de mala calidad, pero hay que reconocerlo, el mendocino es frío y careta, no le rinde culto a nada ni nadie, no es fan de nada que sea de la provincia. Pagamos pelotudeces por ir a ver a cualquier sátrapa de afuera, pero nos quejamos si nos piden dos alimentos no perecederos para un show mendocino. En provincias como Córdoba o Buenos Aires uno tiene su banda favorita popular, la que sigue a todas partes, su banda under que también sigue y “le hace el aguante”, su equipo favorito, su revista favorita y hasta su programa de radio favorito el cual no se pierde jamás. En Mendoza no, ni siquiera somos fanáticos del fútbol, la pasión de multitudes…  salvo Godoy Cruz, La Lepra o el legendario Huracán, de pedo llenamos un tercio de las canchas. Salvo los amigos de los miembros de la banda, no hay un solo muñeco que se cope con el under mendocino.

Equipos de sonido de cuarta: si existe un solo muñeco en toda la provincia que haya ido a un recital de una banda under y haya entendido que lo cantan, por lo menos una parte de la letra, les juro que me voy desnudo caminando de rodillas desde la Plaza Independencia hasta el Challao. Loco… ¡parece que cantara un sordomudo! Solo se escuchan gritos, con muchos instrumentos tratando de taparlos. La culpa no la tiene en un 100% el cantante y su voz (la cual no está profesionalizada ni entrenada, como dije en el primer punto), sino que los equipos de sonido son una cagada, viejos e inútiles. Nadie se gasta un mango en sonido, si no hay inversión, no hay calidad.

Falta de lugares y propietarios muy rata: por un lado hay muy pocos lugares habilitados para tocar, por cuestiones edilicias, acústicas y municipales, por otro lado la mayoría de los dueños de los lugares habilitados son unas ratas inmundas…. ¡llegando al punto de cobrarles a las bandas para dejarlos tocar! Es un verdadero papelón, una vergüenza absoluta. Esta lacra de gente menosprecia el arte, lo minimiza, lo ningunea. Pareciese que si no sos doctor o ingeniero todo lo que hagas no tiene por qué ser pagado y los pocos que pagan, pagan una miseria que de pedo alcanza para bancar el sonido, el flete y unas birritas para la banda. Así no hay quien aguante.

Carencia de profesionalismo, organización e imagen: las bandas de Mendoza no se pueden despegar del concepto “banda de garaje”. Creen que por estar en el circuito under no se precisa de orden y control. Una banda de garaje son tres o cuatro amigos, que se juntan un par de veces a la semana a tocar un rato o a jugar a la Play y de paso le muestran a las minitas del barrio como tocan. Una banda tiene un manager, un cronograma de ensayos, una estética que va desde la puesta en escena, hasta el arte de tapa del disco que se condice y es congruente, una web, alguien que se encarga de manejarles las redes sociales y un presupuesto entre muchísimas cosas más. Sin eso, una banda jamás deja de ser un mediocre grupito de amigos que se sacan el gusto de hacer ruido.

Llevamos la siesta en las venas: nos creemos que por tocar en una plaza departamental o en un bar de mala muerte va a venir Gustavo Santaolalla y nos va a decir “pibes, les produzco el disco la semana que viene y los mando de gira a España”… ¡nada que ver pastel! El músico mendocino se cree groso, destacado, o que la tiene más larga que los demás, cuando en realidad tiene lagañas tamaño baño y más sueños de cama que de gloria. Loco, hay que salir a buscar la fama, hay que golpear puertas, mandar demos, patear la calle, pedir reuniones, básicamente: moverse e invertir tiempo. Somos dormidos, lentos, perezosos y quedados. Nadie nos va a escuchar si no nos hacemos escuchar… ¡con la gloria que son las redes sociales! ¿Cómo pueden desaprovechar esta poderosísima herramienta de difusión? ¿Por qué no se bajan del caballito pony en el que se creen que montan, asientan los pies sobre la tierra, mueven el poto y se levantan del siestón mundial que se están pegando? El otro día les hablamos de Panal de Ideas…. ¡y ni un solo músico mendocino siquiera comentó la nota!…

En fin… el músico mendocino se queja porque se cree re groso, pero es un mediocre, súper falto de ideas, carente de creatividad, que no aspira a mejorar su don, no busca especializarse ni hacer un puto curso, no se quiere mover, no sueña con triunfar, no tiene hambre de gloria ni espíritu de rockstar, es desordenado e improvisado, le hecha la culpa al público, siendo cierto que es frío y careta, ¿pero porque pretenden que se fanaticen de algo que es una porquería, que no suena, que no pega y que no tiene onda ni nada nuevo que ofrecer? Una cosa es ser careta y otra es ser boludo. A eso sumado a la mala leche de los que manejan la pelota y listo… ahí están todos los motivos.

Fuente de la imagen:
elpasiego.foroactivo.com

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