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Relato dedicado a mis hijos

A un recuerdo platónico.

Felices los que buscan el conocimiento de asuntos inútiles, porque de ellos será la mecánica del pensamiento de lo infructuoso, que es el único que sirve. Felices los simples de corazón, porque son los únicos que entienden que la profundidad de la vida muchas veces se reduce a la superficie. Felices los que distinguen entre ruido y música, porque su sabiduría los llevará a mantenerse alejado del sonido de latas golpeándose entre sí. Felices los que aprenden de a poco, porque les quedarán los conocimientos grabados en la memoria. Felices los que se conforman con nada, pues cuando reciban lo que merecen se verán colmados, aunque sea exiguo. Felices los que comen lo que les ponen en el plato, porque de ellos es el conocimiento de la buena mesa. Felices los crédulos, porque la verdad se les revelará al final del camino. Felices los que pecan y se confiesan, porque saben que la penitencia los ha de redimir. Felices los que no leen la página de Policiales de los diarios, porque mantienen su mente libre de suciedades. Felices los que prescinden de los artilugios que la modernidad considera imprescindibles, porque vivirán tranquilos, sin cuotas que pagar ni plazos que cumplir. Felices los que entienden que la poesía es belleza y se dan a recitarla, porque de ellos es la comprensión de la literatura. Felices los orates porque su sinrazón los conduce a Dios más directamente que quienes se consideran cuerdos. Felices los que se ríen de su desgracia, porque conocen cuál es la verdadera fuente de la alegría. Felices los que oran con el Credo, porque saben que la fe del carbonero los salvará. Felices los que juegan con sus hijos como si fueran niños, porque vuelven a tener la dicha de saberse pequeños. Felices los que trabajan al aire libre, porque no lidian con los afanes ni las mezquindades de los oficinistas. Felices los deportistas, porque conocer las limitaciones del cuerpo los lleva a advertir la perfección de los ángeles. Felices los que se saben ignorantes, porque ese es el primer paso para alcanzar la sabiduría. Felices los que no respetan las ideas de los demás, pero respetan a los demás. Felices los que no han llegado a esta línea porque no han perdido lastimosamente su tiempo. Y feliz usted, porque sí nomás.

Escrito por Juanma para la sección:

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