/Requien aeternan deo

Requien aeternan deo

Quien no ha oído la dramática frase “dios a muerto”, expresión trágica del pensamiento humano que desnuda el nihilismo de un sistema de conductas y creencias decadente que construye el hombre como castillos de arena. “Dios a muerto” diría Nietzsche, en una de sus más grandes obras, la muerte de dios o la destrucción de los valores caducos, de todo ese estereotipo de conductas que han formado sociedades como circos, donde las bestias divierten a un público insaciable y carente de la más efímera sensibilidad.

En este punto de inflexión, no logro descifrar mi duda sobre el existencialismo. Como cuando a veces recostado en la inmensidad de alguna noche extraviada y extasiado en la infinidad del Cosmos me ha desgarrado la debilidad de no saber, esa insoportable sensación de existir y no comprender. ¿Por qué tan inmenso e incontrolable es el desafío de “Ser”?, ¿qué hay detrás de la escena cuando la ilusión del acto inunda mis retinas en incontables explosiones fotónicas y en un parpadeo simplemente cae el telón? Acaso la vida no es esa obra que te hipnotiza en un juego incomprensible del ir y venir, donde los actores interpretan el papel de una vida, para luego morir irremediablemente.

Es como vivir en una cápsula del tiempo donde todo pasa y nada es, teorías conspiraciones, religiones, filosofías, ideas, pensamientos, todo en una vorágine de algo que nunca termina siendo, para abstraerse todo a un solo momento… morir, nuestra única certeza.

Tal vez dirán que lo que planteo es demasiado trágico, y que dios esta allí, pero de que dios hablamos cuando son tantos. Todos hemos mirado el Cosmos alguna vez, y quizás nos hemos preguntamos como algo tan efímero como la existencia humana puede responder este desafío del Ser. Como mirar el grano de arena más insignificante e imaginarse a los microorganismos en él, debatiendo la razón de su propósito en la vida.

Muchas veces me he abstraído en la caverna de esta materia, en la oscuridad he tanteado como un ciego, y mi imaginación como si fuera una mano temblorosa ha rozado el vacío, el mismo que se deforma mientras más me concentro, que me detiene, que me amordaza como impidiendo que siga, para adormecerme en la intangibilidad de los pensamientos que me llevan y me sueltan una vez más, para despertar en esta sensación que llamamos realidad.

Me he sentado en el umbral de los acontecimientos, mas solo como espectador de algún momento, como si no existiera, y ver pasar las voces, los pasos sórdidos que se alejan y nunca vuelven, las cabezas que se esquivan para no encontrarse con otras realidades, que nacen, vienen y van, una y otra vez como si nada pasara, como si nada importa, y luego mueren, tan trágicamente desaparecen y no dicen a donde van, y los que se quedan, con caras largas siguen hasta olvidar. Porque es más fácil olvidar lo que no se puede entender.

Ahora es importante que entiendan que esto no es más que un pensamiento, como dije, es un punto de inflexión entre tantas teorías, ya que no hay certeza de nada. Algunos me dirán que mucho de lo que expreso hoy está muy lejos de la realidad, que dios, la vida, la muerte, todo tiene una explicación, que todo está aquí, a nuestro alrededor, en los libros que estudiamos y profesamos, que el Demiurgo como un anciano sabio nos observa, y nuestros actos son compensados o castigados. Quizás piensen que si tantas dudas e plasmado, por que aun no ha mandado a volar mi cerebro, tal vez en ese instante intemporal cuando jalas el gatillo viene las respuestas y ya sea demasiado tarde.

Solo puedo decirles que a pesar de este nihilismo, esta negación, esta desorientación, hay un instante entre los seres humanos, un momento tan infinito como efímero, donde la teoría de la relatividad ajusta sus ecuaciones y sus resultados son perfectos, es como si el vacío se llena de algo muy sutil que no alcanzo a diferenciarlo, que no acepta explicaciones ni definiciones, solo es… como un aroma que te recuerda ese abrazo lejano, como una vibración que se desgarra de la nada y se convierte en un sonido profundo como cuando cubrimos nuestros oídos. Estoy aquí, porque en el griterío mundano, hay voces que se animan a seguir preguntando, y entre tantas algunas respondiendo.

Estoy aquí porque afuera dios a muerto, lo han matado los hombres que lo han creado, por que de tanto buscarlo lo he perdido, porque como un autómata solo he subsistido sin saber por qué lo he hecho, todo me ha sido impuesto y nada respondido, he nacido como si antes jamás hubiese existido, ni un pensamiento, ni un atisbo, ni una conexión. Estoy aquí porque algo me ha traído, ni la duda ni la certeza, quizás el tiempo pueda dilucidarlo.

Escrito por Cristian Juri para la sección:

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