/Una canción de despedida

Una canción de despedida

Te quise más de lo imaginable, por eso no hago ni preguntas ni cuestionamientos. Mis últimas líneas fueron muchas gracias y hasta luego y perdón por la tristeza…

Siempre sostuve que existen todo tipo de mujeres, las hay solo lindas, otras que son muy inteligentes, tantas otras interesantes. Pero con ella había algo exquisitamente perturbador. Y es la duda que se le planteaba a uno cuando estaba enfrente… ¿Qué hacer primero? ¿Desnudar ese cuerpo exquisito? ¿Escuchar esas verdades irredimibles? ¿O simplemente sentarse a escucharla y perderse en su dulzura?

Y las vísperas de después arrancan sonando: no sé si fue en esta vida o quizás en una anterior cuando la conocí. Cabellos del sol, mirada picaresca y sonrisa de encanto. De alma blanca y ojos negros. Curvas para perderse e ideas para encontrarse.

Atracción instantánea, besos que duelen al recordarlos, caricias que lastiman, cuando lloras en su ausencia.

Dueña de mil letras, inspiración de todos los poemas, guardiana celosa de tus sentimientos.

Su aroma sigue depositado en mi almohada y otro poco en mi inconsciente, al tiempo que mi cordura se despide.

La visión se torna borrosa, esas ingratas gotas incesantes no paran de brotar de mis ojos.

¿Lágrimas? Eso no es lo peor. Eso es para las novelas. Los corazones desgarrados no lloran, sangran, lastiman… y duelen… mucho. Una vez más me las restriego para enfrentar estas líneas de eterna despedida.

Ella merece eso, ella merece mucho más que eso… Y aquí estoy otra vez frente a mis miedos y mis dudas. Despidiéndome por enésima vez, algún día de estos me voy a animar…

Aunque esta vez tiene ese sabor especial, que lejos de ser amargo como la derrota, o acido como el engaño es vacío como la certeza.

“Si me querés, dejame ir…” Ese gusto metálico y definitivo que tiene el adiós cuando es con jaque mate… Es el mejor final para cualquier soneto, Es la culminación perfecta de un guión dramático europeo. Y es el principio del dolor más profundo. Ese sabor que tiene la derrota cuando es irremediable.

Es lo que se siente cuando estás vencido después de estar vencido…

Es el guiño del destino, es la ironía de la vida. Es la última página de un lunes eterno.  Es el puñal que marca el punto final.

Como verás aun sigues siendo mi musa…

Esta historia estaba destinada a ser perfecta, hasta cierto punto estoica.

Le dimos sentido a mil canciones. Coloreamos el cielo con nuestros sueños y adornamos letras de cuentos perdidos.

¿Quién pierde más, quién pierde menos? Los dos perdimos por igual… Nadie gana en estas situaciones… Nunca.

¿Qué hacer cuando Cupido no acepta mas sobornos? ¿Qué hacer cuando la felicidad del otro es tan o más importante que la de uno mismo?

Lindos laberintos plantea la vida… A veces la locura no parece tan lejana como uno sospecharía.

Y una vez más lo que es causa y efecto generador, termina siendo la válvula de autodestrucción.

Me guardo mil sonrisas, me quedo con cientos de miradas, atesoro tus caricias y te adeudo infinitas historias.

Y la vida seguirá, los dos lo sabemos. Pero siempre miraremos atrás con un suspiro y la mirada perdida en esos lunes que parecía que nunca acabarían. Siempre nos tendremos el uno al otro. El corazón atesora esas personas que calan hondo en la vida.

Los tiempos no fueron los correctos, los momentos no fueron los indicados. Pero siempre que te busque dentro de mi alma, encontraré esos besos que me transportaron siempre hasta donde estabas vos.

Fuimos mucho más que todo. Fuimos más allá, desafiamos nuestros propios límites, nuestras propias convicciones, y una vez más seguimos a nuestro corazón. Y volvimos a redoblar la apuesta y en el fondo volvimos a ganar. Hoy quizás no lo podamos ver, pero con el tiempo sé que lo dilucidaremos.

Solo queda la gratitud por los momentos compartidos. Fui mejor persona estando con vos. Sacaste lo mejor de mí en mi peor momento. Fuiste una brisa cálida de verano, cuando yo transitaba el más crudo invierno.

Solo una mentira debo confesar al ponerse el alba… Nunca fuiste mi princesa, como incesantemente te repetía… En verdad siempre fuiste mi reina.

También podes leer:
Ego

El año pasado escribíamos:
Mi verdadero fuego

ETIQUETAS: