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5 cosas que la generación del 2000 no conocerá de Mendoza

Hace unos días me llamó mi amigo Tito para que viera algo que había encontrado en el sótano de su casa. Le respondí que PAJA y que me mandara una foto por WahtsApp.

Una boludez. No era más que uno de esos pajaritos de mercurio como el que Homero usa para holgazanear mientras trabaja desde casa.

Y justo en ese momento tuve una revelación.

¿Qué hubiera pasado si esta situación pasaba hace 15 años atrás? Solo dos opciones: la intriga le hubiera ganado a mi paja y habría salido a la casa del Tito o simplemente hubiera seguido haciendo huequitos a mi sillón.

Claramente por una cuestión de tecnología queda totalmente descartada la opción por la cual si me enteré en el hoy y ahora.

Eso es algo con lo que ya conviven y tienen asimilado desde casi la niñez la generación del 2000, y así como tienen eso, hay muchas cosas que jamás van a poder tener, y esa es: nuestra época.

1. La noche

Hay chicos que se perdieron el comienzo arcaico de la calle Arístides, en donde uno de los primeros bares que abrió era un simple quiosquito con un poco más de 10 mesas todas amuchadas, pegado a la plazoleta de la universidad Mendoza.

Quiero no equivocarme, pero uno de los que se animó a romper con el típico bar fue Al Pasto, con la gran atracción de su pelotero.

Terminabas de tomarte algo y hacer previa y allá al final te esperaba ella, tan divertida y tentativa como siempre: La Gitana, el lugar más inflamable de todo Mendoza (para quienes no se acuerdan contaba con un quincho dentro del mismo lugar, cuyo techo de paja estaba más seco que bolsillo de jubilado).

Durante mucho tiempo “El” boliche fue Nonquén. Algo distanciado para la urbe mendocina, pero eso no importaba, su entrada que incluía dos tragos, una cerveza, un helado y un café con facturas era muy tentadora. El gigantesco multi espacio era un mundo aparte. En la noche tocaba una banda de covers de Comanche en un sector, al mismo tiempo en la zona de los quinchos tenías a Catupecu Machu y al mismo tiempo en la pista principal te cruzabas con Los Playeros.

¿Y si querías trabajar en la noche bolichera? Tenías que arrancar desde abajo. Hoy se arman pedidos y listas por Facebook. En ese entonces, si eras tarjetero, tenías que firmar esos descuentos atrás, y después te rendían entre uno y dos pesos por cada una que metías (que era muchísima guita para un púber de 16). Ya si eras más pro, podías meter gente free armando una lista. A mano.

Ya finalizando este punto, esta nueva generación se perdió de ver nacer y morir tragos épicos. Entre ellos “El Llamarada”, no era más que la mezcla de bebidas blancas indefinidas en un vaso sin hielo, y hasta el borde. Iba acompañado de otro vacío y el show era ir poniendo de a poco en el vaso sin nada, agitarlo, prenderlo fuego, soplar y tomar. Se perdieron varios riñones y calculo que está prohibido en muchos países actualmente.

2. Promociones destapá y ganá de verdad

Este punto tiene mucho que ver con la economía, pero seguramente ha sido la única cuota de suerte que vivió alguien meado por un elefante en cuanto a los concursos.

Vivimos una época en que era más fácil ganarte un litro de cerveza que la tabla del dos con calculadora científica.

Literalmente era destapá y ganá. Si del otro lado de la tapa corona te aparecía una botellita de cerveza, te daban otra. En el acto. En el mismo lugar. Cabe destacar que en ese momento el litro de cerveza Andes valía UN PESO, y cuando salió la cerveza Palermo, salía CINCUENTA CENTAVOS.

3. No contar in situ lo que se hace

Para contar que hacíamos o a quién nos habíamos intentado levantar el fin de semana, no quedaba otra que esperar a vernos.

Pasamos por unos años en los que estábamos pendientes de las personas con las que compartíamos el momento. Hoy en día nos esforzamos por prestarle más atención a esa persona que no está en el lugar que a los que realmente tenemos al lado.

4. Pornografía

La pornografía de hoy es como el nivel Arlequín en el PES. Videos, películas, fotos. Todo a menos de dos clicks de distancia.

Los chicos de hoy no creo que logren entender la adrenalina mezclada con vergüenza que significaba ir a un puesto de revistas y pedir las que estaban forradas con un plástico rojo. O tener algún mecánico amigo para que te consiga un almanaquito porno.

Pueden leer acá una de mis experiencias respecto a esto: El día que mamá descubrió mi primera porno

5. Mendobus

La Mendobus se puede decir que fue la madre de la RedBus.

Se trató de la primera experiencia tecnológica para el mendocino dentro de un ómnibus. Eran de cartón y el aparato instalado te imprimía en punto el pasaje y recorrido utilizado.

Se podían comprar las básicas de 1,40 que traían dos pasajes o alguna otra con más crédito. El tema era si se te mojaban, o la lámina magnética se te arruinaba perdías lo que te quedaba.

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