Lo invité a tomar un café y llegó a horario, una cualidad muy común en él.
-Dale, sentate- le dije.
Corrió la silla con cuidado, tomándose las pausas con mucha cautela. Me estaba estudiando, podía darme cuenta de eso.
-¿Vos estás completamente loco?- lo increpé.
-Otra vez con lo mismo, pensé que íbamos a hablar en serio.- dijo –Sabes que me dedico a esto, no lo puedo evitar. Es para lo que soy bueno y nada más.-
-No me importa. Te escucho, pero no me importa. Me estás haciendo mierda- intenté persuadirlo.
Levantó la mano y pidió, con gesto clásico, un cortado. La moza asentó con la cabeza. Bajó la mano y me encontró con la mirada. Soltando un suspiro dijo:
-No hay nada que pueda hacer-
-No puede ser, boludo ¿No podes hacer una excepción?- me encontraba casi rogando.
-Ojala pudiera, en tu caso hasta me parece comprensible. Pero es más fuerte que yo.-
Una lágrima oprimida consiguió liberarse de mi ojo derecho, y mi voz casi cortada dejó escapar lo que no quería decir:
-Me estoy olvidando, boludo. No me estoy acordando prácticamente de nada. Se me olvidó por completo su voz, apenas me quedan guardadas las risas estridentes. Se me están escapando los recuerdos cotidianos que tanto atesoré, me quedan apenas las vivencias fuertes. No recuerdo los abrazos esporádicos ni los besos robados. Mi memoria me juega malas pasadas, me hace confundir las noches de pasión con las peleas que hicieron acabarlo todo. Se me está olvidando casi todo, y sé que es tu culpa. Te lo estoy pidiendo por favor, pará.-
La moza se apresuraba con el cortado que el Tiempo había pedido minutos antes. Noté que se había dado cuenta de mis lágrimas desbaratadas; pues me miraba con esa mirada que tienen algunas personas, esas donde mezclan piedad y sinsabor. Como siempre detesté esa mirada, me cubrí rápidamente los ojos con las mangas de mi saco.
Escuché a la moza marcharse y al Tiempo revolver su taza de café haciendo golpear la cuchara contra la porcelana. Recién ahí, volví a asomar la vista.
El tiempo le dio un sorbo largo al cortado hasta finiquitarlo, y sin despegar sus fríos ojos de los míos, me dijo:
-No puedo. Creeme que no puedo. Tengo que ir para adelante y nada más. Es lo que soy y por lo que vivo. Y no lo hago por un capricho en particular ¿Te pensas qué sos la primer persona que me propuso un encuentro parar frenar y no olvidar? Se olvidan que el tiempo pasa, y pasa para todos. Y no tengo la culpa ninguna, de que el olvido venga acompañado de mi paso.-
El Tiempo soltó un par de billetes para cancelar el cortado. Se paró, y me dejó sentado con los ojos hinchados de tanto aguantar llanto. Caminó hasta la puerta del café, acomodó su reloj, giró en sí mismo y me dijo:
-¿Sabes? Ayer estuve con tres personas que me planteaban lo mismo que vos. Yo a veces no los entiendo: tienen todo por delante, y siguen mirando para atrás.- acto seguido abrió la puerta, salió, y se disipó en la eternidad.
Me quedé con la mirada en la nada, perdido como media hora, pensando en la última frase. La moza se me acerco para preguntarme si necesitaba algo más. Con un gesto le dije que no.
-Hablas poco, pero decís mucho.- soltó la moza. Y me hizo sonreír. -Me llamo Jazmín ¿Vos?- preguntó.
…
….Tienen todo por delante, y siguen mirando para atrás. Sabio como el Tiempo mismo.