“No me olvides.”
Valentina.
“Tu amada vivirá, pero solo si cumples tu promesa. Traeré el alma de ella, pero su cuerpo tendrá vida de tus recuerdos, de tus memorias. Será lo que recuerdes de ella cada noche antes de dormir, incumplida su promesa hacia ella, no solamente morirá, sino también jamás podrás recordarla”
Y así es como como selló su pacto.
***
Añoraba y cuidaba esa cartita como oro, y siempre la dejaba sobre su mesita de luz para verla en las mañanas. Pasaron varios años, pero nunca pudo sacarla de su cabeza, jamás olvido a Valentina. Tal fue su desesperación que acudió a un pacto diabólico, y así poder volver a ver a su amada.
***
Esa noche no pude dejar de pensarla, en recordarla, cada detalle, sus ojos, su sonrisa, su cabello, cada lunar, su piel. Hasta que me venció el sueño y cabeceé. Desperté, sin entender mucho, pensé que todo había sido un mal sueño, pero mi sorpresa fue que, al mirar alado de mi cama, reposaba una mujer. La reconocí con tan solo verla de espaldas, esa figura, ese pelo largo que cubría gran parte de su cuerpo. La abracé sin dudar, y ella se amoldó a mis brazos. Despertó, dio media vuelta, me miró, y sonrió. Todo en ella era igual. Sus ojos azules, únicos e indescriptibles, esos que me conquistaron, su pelo, su sonrisa, sus lunares, su piel, era tal cual a mi memoria…
Fuimos a dar un paseo al parque, como solíamos hacer, los dos juntos, de la mano, caminando por ese camino de polvo, mirando los árboles grandes, hablando, hasta que ella, después de un rato, me abrazaba, y seguimos caminado.
Volvimos del largo paseo, exhaustos, como siempre. Esa noche nos acostamos temprano, tal fue la emoción, mi alegría al poder volver a tenerla entre mis brazos, que hicimos el amor. Mis manos la sentían como si nunca se hubiera ido, como si la hubieran tocado días atrás. Su cuello suave, sus brazos delgados, su espalda levemente curvada, su abdomen plano, el tamaño de sus pechos, su cintura delicada, sus piernas esculpidas, las puntas de sus pies. Durmió sobre mi pecho, hasta que después de un tiempo, en volver a recordar cada detalle suyo, me quedé dormido.
Desperté, con mi amada entre mis brazos, hasta que abrió sus ojos azules claros. Nos tomamos de las manos mientras recorría con mi boca su cuello y besaba cada lunar. Qué lindo era volver a sentir su pelo rubio sobre mí. Volvimos a la misma rutina. Pasaron varios días, y mi vida junto a ella era feliz, como antes.
Después de unas semanas, o meses quizás, sentía que algo había cambiado en mi vida, pero no supe en ese momento que era. Todo había vuelto a la normalidad, pero notaba algo diferente. Esa mañana ella me despertó con un beso, pero lo sentía frío, algo distante, como si le faltase algo, no sé qué pero no era el mismo de siempre. Fuimos a caminar al parque, nos sentamos en esos bancos, sus ojos celestes oscuros, no me miraban como siempre. Seguro no fue un buen día, mañana será otro.
Ya pasaron dos años desde su vuelta, y algo me carcome la cabeza. Las cosas no son como antes. Las mañanas cambiaron, su sonrisa ahora es deslucida, perdió ese toque que me resplandecía el corazón, su pelo rizado me desagrada, perdió ese brillo, y hasta siento que nuestros abrazos son por mero compromiso. ¿Por qué? Si la sigo queriendo como el primer día que la vi, tal como lo recuerdo, como lo imagino. ¿Qué cambio en mí, o que cambió en ella?….
Valentina ya no es la misma desde que volvió a mi vida hace 5 años atrás. La veo y no la reconozco, ya no puedo recordar si ese cabello rubio era el rubio de ella, no sé si ese azul en sus ojos es el mismo azul indescriptible, ahora tiene lunares donde jamás sentí tocar. La recuerdo, y mi memoria se hace frágil y todo cambia en ella más y más, día a día, semana a semana. Pienso en ella, y me duele, dudo si en realidad la ame, si su sonrisa era tan linda como la imaginaba, si sus ojos eran tan únicos e indescriptibles o si lo que evoco al pensarla es un recuerdo, o un recuerdo de un recuerdo. No sé quién es Valentina, no sé quién es la mujer que duerme alado mío. Ya no puedo pensar más en ella…
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Esa mañana despertó solo, con una nota en su mesita de luz, de una persona que no lograba acordarse. Jamás pudo recordar a la persona que prometió no olvidar. Sus memorias de Vale se volvieron inaccesibles. Como un cuento, que se desvanece, porque nunca nadie lo contó.