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Mujeres

“Sin la mujer, la vida es pura prosa”
Rubén Darío.

Las mujeres son parte del viaje, son imprescindibles como el oxígeno y las flores amarillas.

Mujeres madres atómicas, como el disco de Pink Floyd, como sus acciones poderosas… una metáfora ambivalente.

Mujeres enojadas, dueñas de mil tormentas en la palma de su mano; poseedoras de pétalos debajo de sus axilas y un par de alas de diamantes para subir demasiado y otear desde el espacio, ingrávidas y perfectas.

Las que hacen un Ballonné Pas y las que sacuden la cabeza con Bone machine de los Pixies.

Mujeres en fotogramas, encuadradas como tigres entredormidos en una selva dorada y dormida.

Hechas de madreselvas, de limón, de Zonda, de estrellas que caen en el mar.

Mujeres de hule y de porcelana y de viento y de agua blanda como el agua blanda y de silencio y de medianeras con malvones rojos y blancos.

Mujeres mandala, que rotas en su inmediatez perduran en el horizonte de los recuerdos.

La que te hizo una pastaflora y la que te rasgó el corazón con un tenedor de plata; la que te curó la rodilla raspada y la que raspó el alma y te puso una «curita».

Mujeres porno, brumosas, sativas e índicas, serpientes emplumadas, revoluciones y revolucionarias; nadando en un mar elíptico, arremolinado, con cosquillas en su estómago.

Como lobas en el bosque, con el aliento cansado y los bríos eternos, las reconozco en la sed de la noche con sus almas distraídas.

Mujeres que son la totalidad de las cosas, que te acarician los párpados cerrados mientras dormís.

Al fin y al cabo de ellas venimos y hacia ellas vamos.

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