Era una tarde naranja cuando la conocí. He pensado muchas veces sobre ese momento, como si fuese una maldita casualidad de la vida. Estaba preciosa con un vestido de verano, en pleno invierno, y una campera de cuero. Llamaba la atención. ¡Y sus ojos! Esos ojos que me cautivaron, que me hicieron caer a sus pies.
Fuimos un torbellino. Nuestro amor fue complicado.
Me pregunto qué hubiese pasado si hubiese hecho las cosas distintas. ¿Aún seguiríamos juntas? ¿Se hubiese animado a dejar su vida “real” por mí? Es mentira cuando dicen que solo el amor importa, porque no es cierto, no basta solo con eso.
Fuimos como un huracán de sentimientos, donde la pasión no faltó, pero faltaron otras cosas. Faltó coraje.
Estaba rendida a sus pies. ¡Cuántas veces hicimos el amor de madrugada! En lugares alejados para que nadie sospechara. Para que nadie nos pudiese delatar.
El problema fue meterme con una chica ocupada. Pero estoy seguro que me amaba. Me ama. Me mira de forma rara, aún ya pasado el tiempo, de forma lastimosa. Sé que todavía, pasado un tiempo, me extraña.
Nos herimos. Nos gritamos. Nos callamos las discusiones con besos. Intentamos tapar los errores con curitas, ¡y así no funciona!
La besé con pasión. Desnudé su cuerpo de a poco, como cuidando una flor preciosa y le enseñé qué hay más matices en las relaciones sexuales. Me enamoré como idiota, caí rendida a sus pies pero debí haberlo sabido. No iba a prosperar.
La llevé un fin de semana a Potrerillos. Aquel fue uno de los mejores de mi vida. No salimos de esa cabaña en todo el fin de semana, metidas entre las sábanas le dibujé miles de besos. Cuando se entregaba lo hacía de una forma como si al otro día el mundo se fuese a acabar.
Pero no iba a dejar su vida cómoda, por una vida conmigo. No iba a dejar al idiota de su marido por mí. Debí haberlo sabido.
– Nadie te va a amar como yo – le dije mientras que una lágrima rebelde se deslizó por mi mejilla. Y no le mentí.
– Lo sé – ella me respondió. Y se fue.
Llegó una tarde anaranjada, y detrás de sí dejó mi felicidad. Se fue en una tarde gris, nublada, y lluviosa. Quizá fue mejor así, realmente en este punto no lo sé.
Me extraña.
¿Me extraña?
Me ama
¿Me amó de verdad?
Un amor así nunca se acaba.
Caí y seguramente volveré.
A caer a sus pies.