Recuerdo aquella noche como si fuese ayer. Estos últimos meses vengo repitiendo en mi mente todo lo que pude hacer diferente, lo que pude haber dicho, la forma de actuar.
No sé. ¡Desde hacen meses que vivo aquella noche en mi cabeza, y no quiero! Te juro que no quiero. Pero estás en todos lados todo el tiempo. Te veo a cada momento.
¿Que pude haber hecho distinto? ¿Haberte dicho que te amaba más seguido? ¿Haberme transformado en una especie de terapeuta, que te hubieses animado a hablarme?
¿Alguna vez sabré lo que pasaba por tu mente, que hacen meses venías dando vuelta con una idea que yo no sabía?
Está todo tan extraño.
Cuidado. “Tené cuidado” recuerdo haberte dicho. Recuerdo perfecto lo que hicimos, fuimos al cine y después a comer.
Terminamos la noche amándonos por horas, en un tugurio por ahí y cuando me dejaste en mi casa recuerdo habértelo dicho.
“Tené cuidado. Te amo.”
Escondí fotos nuestras abajo de la cama. Ya no las puedo ver más en la pared.
Leo a cada momento la carta que me escribiste para nuestro aniversario “veo en vos a una compañera” me escribiste. ¿Y ahora donde quedó todo eso mi amor? Se fue junto con tu partida.
¿Qué venías pensando? ¿Tomaste la decisión en el momento y no me quisiste decir? Necesito una explicación que, lamentablemente, sé que nunca llegará.
Si puedo dar un consejo, es este: No oculten los problemas a la persona que más aman en el mundo.
Te amé y te amo tanto que me dueles a cada momento. ¡Y no estás! Y estoy sola ahora, ¡Tu ausencia se siente todo el tiempo! ¡Y quisiera decirte que no tenías que irte como te fuiste!
Que quizá yo te podía haber ayudado.
Y me enteré al otro día de haber ido al cine que, aquella noche después de dejarme no te cuidaste. No te fuiste a tu casa tampoco.
Te fuiste al canal. Estacionaste el auto en la banquina, cruzaste caminando un carril de la autopista y ahí, en el medio, cruzaste la valla que separaba la vereda con el inicio del canal, vaya uno a saber cual fue tu pensamiento en el momento, o si al menos te vine a la mente, y sin más, te tiraste al abismo.
La mañana siguiente me desperté y te mandé un mensaje de buenos días, cómo lo hacía siempre. Apenas de enviarlo, y aparecer la tilde que decía que había llegado, me llamó tu mamá llorando.
Después empecé a llorar yo también.
Y sigo llorando cada vez que te recuerdo.
Quisiera decirte que te extraño a cada momento, todo el tiempo.
Que ahora yo también he perdido las ganas de vivir, pero no sé porqué aún sigo.
¿Sigo por vos? ¿Sigo por mí? Ya no lo sé.
Repito en mi mente todo lo que pude hacer diferente, lo que pude haber dicho, la forma de actuar.
Repito todo, pero es en vano. Ya no estás acá.