1. Haga lobby durante varios años, escondido/a desde las sombras. O sea un completo desconocido, haciendo de cuenta que ya lo conoce mucha gente de vaya a saber dónde.

2. Si usted es altamente cagador, evite mostrar la cara (esa que indudablemente lo escracha solito): elija algún perejil dispuesto a inmolarse en su nombre.

3. El dinero de la campaña puede venir desde lo más oscuro de la vergüenza. No tema. Ya habrá tiempo de devolver favores.

4. Póngase un sobrenombre simpático. Por ejemplo, si usted se llama Susana, hágase llamar «Susy». Si se llama Raúl, exija que lo llamen «Rulo». Si sus apellidos son García Cansino, evite usar el «Garca», por más que usted sí lo siente así.

5. Camine mucho, sobre todo en barrios paupérrimos. Lleve espejitos de colores, sáquese fotos (las fotos con niños garpan mucho). Prometa giladas. Muchas. Mientras más disparatadas, mejor.

6. En los spots televisivos, contrate locutores y págueles tarde y mal. Arme propuestas insólitas, que desde el vamos no tienen el más mínimo gollete. Cuando hable, hágalo sin convencimiento, como si leyera un cartel (algo que, al fin de cuentas, sí hará).

7. Hágale creer a la gente que realmente es ella la que vota y decide. Luego veremos.

8. Siga caminando. Toque timbres. Entregue boletas donde aparezcan fotos de secuaces (usted puede conocerlos o no, eso no importa).

9. Tergiverse todo: cuando un medio lo entreviste, llene la charla con falacias. Para cuando puedan ser analizadas, usted estará lejos. No olvide llenar de dinero los sobres de algunas estrellas periodísticas que esperan esa platita.

10. Elabore slogans carentes de sentido: «Con la fuerza del trabajo», «Vamos hacia el futuro», «En vísperas del desatino», «Argentina junto a vos» pueden ser buenas opciones.

Escrito por Alejandro Álvarez para la sección: