De pronto su mente empieza a acelerar y siente que va a 200kms por hora. Sabe que el estado en el que está no le va a durar mucho, tiene que aprovecharlo, así debe ser.
Siente que pertenece a otro lugar. Cierra los ojos. Escribe. Ya no ve palabras, ve solo teclas, mira a lo lejos, mira y no ve.
Hace mucho tiempo que su mente no se desconecta así y empieza a volar por planetas estando en un estado alterado de conciencia. Siente que tiene que escribir.
A lo lejos sabe que algo ha pasado. Abre los ojos y logra vislumbrar algo. Es de noche, casi va a amanecer y en la habitación no hay ni una luz más que la del monitor de la computadora. Mira por la ventana y empieza de a poco a amanecer.
Mañana va a estudiar algo en la facultad, probablemente le hablen de problemáticas ambientales, pero no le importa y de pronto algo le empieza a doler y empieza a sentir frío.
De pronto cierra los ojos y al abrirlos ve que va corriendo por el medio de un bosque, huyendo de algo o de alguien, los jabalíes que escaparon de un coto de caza y generaron una problemática ambiental se sienten lejos, como que ya no importasen más.
Su mente sigue acelerando y cree estar viviendo otra realidad. Aún así no puede ni quiere dejar de escribir. Empieza a sentir que los copos de nieve le caen sobre la cara, pero ella estaba dentro de su casa y en agosto ya la nieve no caía en la ciudad.
Siente qué hay alguien que la persigue. Abre los ojos y sus mascotas siguen durmiendo sobre la cama. No puede ser. Un amigo le dijo que esos hongos eran psicodélicos y la podían transportar, pero lo que sentía era bastante real, ya no sonaba como una alucinación auto inducida.
Sabe que tiene que escribir y lo sigue haciendo, pero a la vez siente que eso pasó en otra vida que aún lo ha vivido, y se ve corriendo siendo perseguida por alguien. Épocas complejas, miedo a lo diferente.
Se mira la ropa y ya no está en el mundo cálido de su habitación. Tiene puesta una túnica roja y va corriendo dejando atrás un castillo. Siente voces a lo lejos y sabe que tiene que huir. Cierra los ojos, quiere volver a la habitación, pero ya no sabe si es que estaba en su habitación soñando ser una bruja, o es una bruja soñando ser una escritora mediocre que estudia en la facultad.
Sigue corriendo, se tropieza con una rama y sabe que es el final. Con una daga traza letras sobre su antebrazo izquierdo, sintiendo cada vez más cerca las voces que la acechan.
Abre los ojos y está en su habitación. El antebrazo le duele, se corre la remera y ve las marcas recién hechas y se da cuenta. Por un momento tuvo una conexión con la bruja. La bruja que había sido quemada. La bruja que había sido ella.