Soy un hombre que desearía vivir una vida heroica, hacer el mundo más soportable a su vista. Si en algún momento de debilidad, de relajación, de necesidad, me desahogo dejando escapar un poco de cólera ardiente cristalizada en palabras -un sueño apasionado, envuelto y atado en imágenes- entonces…
Tómenlo ó déjenlo, ¡Pero no me molesten!
Trópico de Cáncer- Henry Miller
Corre, por el amor de Dios, corre.
No mires hacia atrás.
Corre por tu vida, hasta que te sangren las plantas de los pies y se conviertan en carne de fuego.
Corre por tu alma, por tu sonrisa, corre detrás de tus pisadas.
Ten un orgasmo mientras lo haces.
Corre por el camino de jade tibio.
Corre.
Hazlo, corre por tu vida, para que no te consuman tus pensamientos, para no entrar en la danza del pánico.
Corre.
Si te encuentras una pared frente tuyo hay varias formas de evadirla: saltándola, rodeándola, pidiéndole por favor que desaparezca.
Corre y no llores, no seas cobarde; llega hasta los planetas nuevos que se están formando en las palmas de tus manos.
Sólo espero que corras en dirección a algo, aunque no sea otra cosa que el fin del Universo.
Corre.
Corre por tu vida, no mires hacia atrás.
Esquiva las balas, zigzagueando; gánale al tigre invisible, que no te devore, que no te hinque sus colmillos putrefactos… Tigre hijo de puta.
Corre y al hacerlo grita palabras en otro idioma, en uno que no exista, que sea de tu autoría.
Corre y aléjate del meteorito que está a punto de destruir tu mundo propio; ese, el de un único habitante ciego, sordo y mudo.
Corre.
Corre para que tu sombra no sea de Hiroshima.
Corre.
Corre y al hacerlo vomita conejos, como en ese relato hermoso de Cortázar.
No importa que te falte el aire, que las piernas flaqueen.
No te detengas.
Corre por tu vida.