Fragmento
Conversación de los «yo»… Nada más colgado de esto.
Un día le hablé a mi otro yo, le dije: ¿qué te pasa?¿Por qué te alteras por todo? ¿Por qué no dejas que mi parte paciente actúe también?.
Me miró y me dijo: Porque yo estoy teniendo más fuerzas que vos, porque la gente busca más que yo salga a relucir. A la gente ya no le interesa la armonía, el amor, la tolerancia. Últimamente las personas hacen todo para que yo actúe, me llaman, me agreden, me buscan hasta sacarme y qué querés que haga, tengo que hablar, que contestar hasta apuñalar. ¿Y vos? Vos siempre colgado ahí sin reaccionar, tu paz me agota viejo.
Entonces entendí que debíamos hacer un pacto él y yo, la ira y la tranquilidad, el amor y el odio, la luz y la oscuridad, la vida y la muerte, la oveja y el lobo conviviendo bajo el mismo techo.
Desde ese entonces volvimos a ser uno y ya nada volvió a ser igual.
Es difícil, te digo, manejarlo diciendo a un yo que se calme para que hable el otro a uno que descanse para que el otro se active pero cuando logras el loco y desquiciado equilibrio. Sos jodidamente feliz.
La vida
Le pido lector, que piense un instante en usted. Solo en usted… Aunque suene raro, aunque nunca lo haga: por pensar en los demás, por pensar en la vida, en la muerte, en su comportamiento, en su psiquis y hasta en dominar su corazón.
Piense en sus años transcurridos, en los pocos o en los muchos que usted tenga y respóndase esta cuestión ¿Es feliz? ¿Realmente encontró su lugar? ¿Tiene todo lo que lo llena?
Verá… Hago estas preguntas no por curiosidad sino más por experiencia, porque debería ser obligatorio no morir sin poder respondérselo. Y si su respuesta fuera “no”, lo reto a cambiar su vida, su parecer… Si bien hay que pensar en el otro, en los demás debería usted pensar en sí mismo, a poder decir “no” sin culpa, no te quiero, no lo siento, no me gusta.
Desaprenda de esta sociedad tan extraña que por comodidad debe quedarse donde está, donde su “destino” marcó, viviendo solo porque si, sin ideales, sin sentimientos… Sin vida. Siendo gruñón con el mundo por sus problemas, sonriendo solo de vez en cuando. Conformista. No lo haga, se lo pido.
Muévase, luche, salga de donde no le guste, sea feliz siempre. Que la vida es corta y no sabemos cuándo debemos dejarla y realmente, creo que seria aberrante, irse diciendo: No luché, no lo conseguí, no fui feliz…
Ustedes
Saben ustedes, los que me conocen, que no se ocultar mis pensamientos. Saben ustedes, los pocos que soy algo compleja, bueno compleja en mi totalidad. Y digo los pocos por no decir los casi nadie: Casi nadie me conoce, a eso me refiero. A un conocer profundo, a conocer mi alma y mi pensar, no solo mis actos. Ustedes, saben cuánto me importa el otro, la felicidad del otro. Solo ustedes, que cuento con los dedos de la mano, han sabido llegar a conocerme, a verme sonriendo, llorando, a un abrazo, a la calidez de una charla.
Entonces les digo a los otros, a los muchos, al resto, que si creyeron conocerme: Se equivocaron
La muerte se acerca
La vida se nos termina, amigos.
Cada día que abrimos los ojos es un paso más hacia la muerte.
Caminamos hacia ella a diario.
No recordamos que de eso se trata:
de morir, más que de vivir.
Es una constante agonía,
Es un profundo ocaso cada mirada que se nos aferra, sabiendo que no será eterno,
Que tal vez mañana nos sorprenda la noche y ya no veamos el día. Nunca más.
Muchos de nosotros nos preguntamos hasta cuándo?
¿Hasta cuándo el respiro, la belleza de la naturaleza, de una sonrisa, de una mano tibia que nos dice acá estoy, no estás solo?…
¿Hasta cuándo podremos disfrutar de ciertos momentos, de ciertos encantos?
¿Hasta cuando las miradas que dicen mamá, hijo, amor mío?
¿Hasta cuándo la vida? ¿Desde cuándo la muerte?
Escritos por Antonella. G. para la sección