Su labor de hoy consistía en buscar unas boletas ya pagadas hacía muchos años atrás. Una tarea cotidiana que a todos nos suele chocar.
Los pasares del día a día le pedían esos papeles del pasado para poder iniciar su futuro. Por lo pronto, el presente le regalaba un pasar excelente con su familia. Estaba casado y tenía dos hermosos hijos.
Abrió cajones por doquier, revisó repisas y carpetas. Tanteó con la mano a ciegas en las partes altas donde apenas llegaba. Hizo todo lo que estaba a su alcance para sacarse la tarea de encima. Hizo de todo…hasta se inclinó ante la caja de cartón de antaño que descansaba escondida en un rincón del placar.
Quitó la tapa y el polvillo se abrió paso como un hongo nuclear; las musarañas del pasado se dejaron ver por todos lados. En la caja no habían boletas pagas, no habían papeles importantes siquiera. No había ningún indicio de haber sido un hombre adulto en algún pasado. La caja contenía papeles escritos, viejas fotografías y souvenirs escritos con fechas de varios años atrás.
Sonrió. Sonrió como quien se encuentra con esa porción de recuerdos hermosos. Sonrió como el más dichoso de los melancólicos.
Se olvidó de las boletas pagas y las obligaciones. Se sumió entero en el trabajo arqueológico de investigar aquella olvidada caja. Empezó apartando por fecha las cosas. Se reía y lloraba al mismo tiempo mientras desglosaba remembranzas. Se sintió vivir el día más feliz en mucho tiempo.
Hasta que…
Entremedio de algunas cartas de amistades pasadas, se dejó ver una fotografía. Una serigrafía estampada en papel de una mujer sonriendo. Una mujer de jóvenes facciones, mirando al lente de la cámara, capturada eternamente. Capturada eternamente…
Se sintió esa persona de antes. Esa que volaba alto y que no podía perder. Recordó cuando perdió el norte y la respiración al verla. Se sintió feliz y triste al mismo tiempo. No pudo evitar preguntarse qué habrá sido de aquella mujer.
Trató de buscar alguna carta, algún escrito…cualquier cosa que le diera más datos de aquella mujer. Pero no halló nada. Solo una fotografía de la mujer sonriendo. Se sintió perdido ¡Dios! ¡Ni siquiera recordaba su nombre! Empezó a desesperarse y a enojarse con su mente.
Se quedó sentado en el suelo, sosteniendo la fotografía entre sus dedos. Pasaron unos minutos hasta que volvió en sí. Con frustración, acomodó los anales de recuerdos que había creado y junto con la fotografía, guardó todo nuevamente en la caja.
Con el pasar de los días encontró la boleta que buscaba y se olvidó de la mujer de la solitaria fotografía. Pero ella estaba ahí…amarilleciendo en las crónicas del pasado. Demostrando un bache de felicidad en su perfecto presente. Sólo era cuestión de tiempo para que la caja de cartón se abriese nuevamente y, otra vez, la inquietud de un rostro pasado, sea el tópico principal de su día.
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Suele suceder de vez en vez… cuando uno menos lo espera, el pasado nos deja una señal de que fuimos felices de maneras que ya ni recordamos. Y nos replanteamos la vida en un minuto… y al minuto siguiente volvemos a ser nuevamente nosotros…
Es triste cuando el pasado golpea la puerta para demostrarnos que día a día vamos perdiendo la memoria de las cosas lindas que marcaron nuestra vida.
Excelente como siempre amigo Diem
Suele pasar que abrimos cajones y nos entra una brisa del pasado que nos descoloca.Buenos o malos, eso nos hace recordar que somos personas, vulnerables .
me gusto mucho tu nota!
excelente. Suele pasar que al abrir un cajón y nos da vuelta una brisa de recuerdos, buenos o malos. Eso me recuerda que somos seres vulnerables .
Me encanto