“Y si te salvas a ti mismo, la harás feliz” – Solo eso pensaba mientras la observaba enojarse.
Una semana prácticamente entera de lluvia no nos deja mucho margen para despejarnos. Y si la convivencia se hace más larga de lo normal, las diferencias chocan. Sobre todo si no estás acostumbrado.
Tal vez hubiese seguido todo tranquilo, pero no. Tenía que esperar hasta el último día de encierro por el temporal para charlar sobre ese tema en especial.
¿No se trata todo esto de intentar que todo acabe bien? ¿No se trata acaso de intentar amenizar las cosas? Si hubiese sabido esto desde un principio hubiese guardado silencio, pero fallé. Mi boca fue más rápida que mi mente y sin darme cuenta expuse lo que sentía.
Primero las facciones de sus ojos se tornaron rectas y después sus labios aguardaron un par de segundos para despegarse, como si algo adentro suyo estuviese tramando el mejor de los ataques.
Descalza como estaba, caminó unos pasos hacia la nada y empezó a hablar con esa facilidad que tienen ellas de ser dóciles y bestiales al mismo tiempo. Con esa crueldad de ser maliciosamente francas. Sabemos que la verdad duele, pero siempre duele el triple cuando nos lo dice alguien que de verdad queremos.
Agitaba sus brazos en el aire casi con desesperación, como imitando alguna danza que solo incitaba a la destrucción. La imaginaba en cámara lenta mientras me discutía con preguntas retoricas. Y digo retoricas, porque yo solo guardaba silencio y pensaba “Y si te salvas a ti mismo, la harás feliz”.
Sus ropas de dormir todavía vestían su cuerpo amanecido y eran el guardarropa perfecto para la escena matutina donde la guerra se estaba llevando a cabo. Si hubiese sabido que iba a desatar su furia, hubiese guardado silencio y la hubiese visto caminar por la habitación en silencio, como tantas otras mañanas. Pero no, la lluvia despertó algo en mí. Algo que quise compartir con ella, sin saber que después de la lluvia venia la tormenta. Su tormenta.
Terminó de enojarse con algunas palabras que casi no entendí. Buscó su caja de cigarrillos y se paró frente a la ventana, dándome la espalda pitaba el vicio en silencio, como esperando mi réplica.
“Y si te salvas a ti mismo, la harás feliz” – pensé de nuevo.
En silencio reconocí su enojo, reconocí sus errores y los míos. Me acerque a la ventana y me pare a su lado. Mientras el silencio devoraba la habitación, los dos contemplábamos la todavía húmeda ciudad y sentíamos como adentro pasaba la tempestad.
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El año pasado escribíamos:
Maravilloso Diem, la lluvia tiene efectos rarisimos en los seres humanos. A veces misteriosos, a veces terribles, y pocas veces futiles y superficiales. Gracias por la frase:» …empezó a hablar con esa facilidad que tienen ellas de ser dóciles y bestiales al mismo tiempo.»
¡Regalaso para usted entonces la frase! Un abrazo Cigarro. Gracias por pasarte como siempre.
Coincido con Cigarro! que pícara que es la lluvia a veces. Puede invitarte a amar, puede invitarte a llorar, puede invitarte a reír, puede arruinarte casamientos, pero nunca pasará desapercibida… Por lo menos en estos climas «desérticos»
Estimado Celso, gracias por pasarse por la nota.
Debería dejar de llamarse «mal tiempo» cuando llueve ¿No te parece? Un abrazo muy grande mi viejo.
And if you cut yourself, You will think you’re happy… espero que me reconozcas mi viejo amigo… todavía tengo tu infierno en mi hogar…
¡¡¡Bro!!! Que bueno tener noticias tuyas por estos pagos, si…se que he dejado a Alighieri durmiendo en tus aposentos. Ya (cerveza de por medio) estaremos juntandonos a molestar un poco. Un abrazo muy grande.
Aun siendo repetitivo, tal como dicen cigarret y celso. Algo curioso la lluvia, depende de comos nos agarre nos pondra contentos o tristes. Muy buena la nota, saludos.
No es cansador cuando uno es repetitivo de un tema que despierta tanta pasión. Gracias por el comentario Señor, un abrazo.
Lo mismo que los demás, pienso que la lluvia nunca nos va a dejar de sorprender ni de admirar a ningún ser humano. Imposible que pase desaprecibida. Muy bueno, Diem!
¿Qué sería de todos los sentimientos sin la lluvia no?
Siempre un placer tenerte aca Marquitos. Un abrazo grande mi hermano.
¿¡¡Y qué pasó después!!?
Diem, esta descripción es exacta! «Descalza como estaba, caminó unos pasos hacia la nada y empezó a hablar con esa facilidad que tienen ellas de ser dóciles y bestiales al mismo tiempo. Con esa crueldad de ser maliciosamente francas. Sabemos que la verdad duele, pero siempre duele el triple cuando nos lo dice alguien que de verdad queremos»
La descripción es lo que a todos nos paso alguna vez. O si todavía no nos pasa, ya va a llegar. Pero nadie se salva, eso seguro.
Y después… después es otra historia.
¡¡Un beso enorme Amèlie!!
Muy buena nota!!!
La lluvia lava nuestras caras y dejar traslucir nuestras verdaderas pobrezas… Exelente final, luego de la tormenta, sentir que pasa porque a pesar de todo se ama.
Pintaste lo que dejó en mi la última semana… gracias y besos
guaaauuuuuu…. como dice Serrano, «…dos ángeles pasaron…» mientras leía tu nota Diem. Creo que la lluvia cuando pasa se lleva las malezas y el polvo que encuentra a su alcance. En las calles, en los techos, en las acequias… arrasa con todo lo que sobra, para dejar un sentido de limpieza y aroma distinto. En nosotros también causa lo mismo, nos quita la coraza que con cuidado construimos para dejarnos a flor de piel lo que somos, es tarea nuestra estar atento para pasarla lo mejos posible a la tormenta y disfrutar del aroma y la claridad que reina cuando la misma pasa.
Genial cuento!
saludos.