Sé que no soy el único que debe sentirse apabullado por el destino. Porque mire donde mire, uno ve los juegos de este odioso factor funcionando a la perfección.
Podes autoconvencerte y decir que no crees en el destino. Podes tratar de enseñarme a gritos que uno es elector de su propio camino. Pero sabes que en el fondo que no es así. Porque por más que tengas dos líneas en una encrucijada y tengas que elegir una, el destino ya preparó el tablero para vos, en cualquiera de las dos líneas. Vos sos libre de elegir, pero no de saber lo que te depara.
¡La humillación de ser burlado por el destino…como explicar la humillación! Uno no quiere, pero debe. Uno no sabe, pero lo espera. Uno no entiende, pero comprende. Uno no se da cuenta, pero lo siente.
Y vaya que lo siente.
Pero la travesura del destino es larga. Es un macabro juego donde solo somos peones en su ridículo juego. Porque una vez que pasamos su trampa, nos da ojos para mirar hacia atrás, nos provee de esa incertidumbre por saber qué pasó y qué va a pasar con esa acción, que ya quedo atrás. Y somos tan frágiles que solo pensamos en lo peor.
Y el destino mueve en jaque. Dándonos una luz de realidad nos muestra que todas nuestras suposiciones son erróneas, que nada de lo que sembramos en la incertidumbre dio frutos. Que todo está peor. Que solo fuimos un actor dentro de esa trampa…un actor que se desenvuelve y se retira. Sin aplausos, sin reverencias. Solo se retira al olvido, esperando el mañana. Esperando otra encrucijada para decidir qué camino seguir.
Nosotros decidimos. El destino se acomoda de nuevo para jugar.
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El año pasado escribíamos:
Everybody is changing
Muy buen escrito Diem. Excelente
Sabias palabras maestro!!