/El collar de nácar: “Uva, hacete vino para mí” – Cap. 6

El collar de nácar: “Uva, hacete vino para mí” – Cap. 6

El Abuelo estaba inspirado. Verme con la remera manchada de vino lo puso al palo y con su celular quiso sacarme unas fotos y me empezó a dar instrucciones.

-“Ponete la botella entre las piernas….No, sin la bombacha. Muy bien. Ahora quedate quieta”

-«Abuelo, que vas a hacer con estas fotos….Mirá que todo bien, pero digamos que sos un poco «escondedero». A lo mejor sos usuario premium en Poringa! ¡Y me escrachás para todo el viaje!”

– «¡Pero no seas gila, nena! Yo soy chapado a la antigua. El primero que te mire el culo, lo cago a trompadas… ¡Imaginate si voy a permitir que otro flaco se toque con una foto tuya!”

-«Bueno. Lo que decís tiene sentido…. ¿Cómo me pongo?”

-«Sentate. Sostené la base de la botella entre tus rodillas, pero que la botella quede parada, que no se vea nada, pero que se note que no tenés nada abajo. Dale antes que se seque el vino de la remera….”

¡Click!

“Dejáme ver”, le dije al Abuelo. “Mirate”, contestó presuroso. La verdad es que nunca pensé que podía verme así, mejor dicho, nunca pensé que alguien me podía captar así….

Mi remera blanca, mojada por partes, delataban la furia de un encuentro que aún latía, que no se había permitido correr las cosas que estaban arriba de la mesa. La sed, el calor, la humedad, el alcohol, la uva, todo resumido en el vidrio y su licoroso contenido, entre mis piernas, como si la botella fuera una extensión del Abuelo, que reemplazó su lugar natural por la fragilidad de mis piernas, por la suspensión de mis rodillas….

Los destellos de la luz del patio chocaban con el vino, y ambos con las piedras del collar del nácar.

“Vos y el vino, mejor dicho, el vino en vos, es la mejor vendimia de mi vida”, sentenció el Abuelo.

Pasaron tres meses. El Abuelo y yo nos llevábamos de mil maravillas. Al principio…..

Después de eso, nos pasó lo que le pasa a todo el mundo…Nos pasó la rutina, y con ella, cierto malestar….

Yo no sabía exactamente cuál era la razón de su molestia, o que cosas le enfermaban de mí, y viceversa, pero nuestro clima de amor y tensión sexual había venían matizados cada vez más veces con comentarios del tipo: “¿Otra vez hiciste ensalada y milanesas de soja para comer?”

Una noche estalló la cosa:

-«¿Nancy, donde el cargador de mi computadora?”

-«No sé. Fijate en el escritorio.”

-«Ya me fijé y no estaba.”

-«¿Por qué no usás el otro?”

-«Porque lo tengo en el estudio a propósito, para cuando me olvido de cargar la compu en casa”

-«Entonces, no sé.”

-«Pero vos usaste mi compu  toda la tarde….y la dejaste sin batería….”

-«Mirá, Abuelo, es verdad, la usé toda la tarde, pero estaba laburando en mi tesis….”

-«¡Mentirosa! No saliste de un artículo titulado “Sarah Jessica Parker ya estuvo en el Spring 2012 de Miu Miu”, que no se qué puta es, pero seguro tu tesis no… Y después te vi haciendo veinte comentarios en una nota de la revista del orto esa, el Mendolotudo, festejando a un tal Chori Peña en una nota de fútbol, diciendo que te acordabas de su hermano el Morcillón….Ahora decime una cosa, antes de seguirla con lo del cargador….¿Quién es el tal Chori Peña?”

-«Primero. ¿Seguro que vos querés la computadora para leer a Shakespeare, no? No, la querés para meterte en Mercado Libre y ver que otra estupidez digital podés comprar. Así que es la última vez que uso tu computadora, pero después no me pidas que me quede con vos y si no puedo sentirme cómoda o hacer lo que quiero. Segundo, si querés saber quién es el Chori Peña, averigualo vos solito, seguro que sabés cómo. Pero te voy a decir algo….”

-«Qué…. ¿A ver?”

-«El Chori nunca me diría lo que vos me dijiste la semana pasada cuando salimos a cenar afuera…”

-«Nancy, ya te dije mil veces que no era cierto, que era un chiste, pero te lo tomaste para el culo….”

-«Porque yo no soy un vago, no podés hacer chistes como ese a los tres meses…”

-«No parecés un vago, que es otra cosa distinta….Pero vos  si pudiste decirme…”Abuelo, ¿no tenías una camisa más fea para ponerte?” antes de salir… ¡Y yo no me ofendí para nada!”

-«¡Porque vos si sos un vago, aunque a veces parecés una vieja remilgada!”.

Esa noche la pasé en mi casa.

Cuento lo que pasó en el restaurante. Habíamos ido a un lugar súper top fashion cool y todas esas boludeces que se dicen cuando un plato “gourmet” microscópico te sale $ 250, pero como le habían regalado una invitación  al Abuelo, un cliente agradecido, acepté gustosa….gustosa de que fuera gratis, después me morfé dos «sa?guches» de friambrin en mi casa, obvio.

Debo aclarar que para salir soy como soy medio pajera y mi plan perfecto para los sábados a la noche son películas de acción, tipo la “Supremacía de Bourne” y todas las que han salido antes y después con ese estilo, acompañado de helado de súper dulce de leche o de cremas y brownies; entonces esa noche decidí extirparme las eternas calzas sabatinas y usar un vestido que hacía un año que estaba en el placard y que era súper glamoroso: top blanco y falda negra con terminaciones de encaje blanco. Rodete y uñas y labios rojos. Todo muy pin up, sexy y dramático.

Cuando me pasa a buscar el Abuelo, veo que había clavado pantalón color cremita, zapatos náuticos y una camisa a cuadros verde y blanca, conjuntito que estaba muy buena para ir con los amigos al Palenque un día jueves, pero no para nuestra súper noche de cena top.

El Abuelo, como todo hombre que se precie, no se dio cuenta de que no estábamos a tono, y me tiró uno de esos piropos grasas con los que me adula a veces. Esta vez fue: “¡Te van a llevar en cana, mamita, por portación de lomo!”, mientras me tocaba el culo a dos manos.

-«Abuelo, cortála que se me arruga el vestido… A todo esto, ¿como estoy?”

-«Riquísima, te daría vuelta acá mismo y….”

-«¡Pero Abuelo! Es la primera vez que me ves con un peinado recogido. ¿Cómo me queda?”

-«Bien, re bien… ¿Te pusiste el hilo dental rojo que tenías el otro día?”, dijo el Abuelo, mientras me miraba fijo las tetas, sin dignarse a mentirme seriamente, porque ni siquiera se tomó el trabajo de mirarme la cabeza.

Ahí me engrané. Había estado dos horas produciéndose en mi casa (porque no tenía un mango para ir a la peluquería)  me había hecho las manos yo misma, le pedí prestado a la Lauri unos stilettos negros… ¡Y lo único que al tipo le interesaba era el calzón que tenía puesto!

-«No, tengo la trusa de mi abuela porque me vino recién… Pero parece que mi abuela a mi me prestó el calzonazo y a vos la camisa… ¿No tenías otra más fea?”, respondí con toda la mala leche posible.

-«¿Que tiene la camisa?”, respondió a el Abuelo.

-«Nada, nada… Dejá, no lo entenderías ni aunque te lo explicara con peras y manzanas, como dice Rominosky… ¡Vamos!”

Bueno, llegamos al restaurant y después de una botella y medio de vino (gratis) y de comerme un medallón de carne al no sé qué, que no me tapó ni una muela, me saqué el stiletto y con mi pié, lo busqué al Abuelo por debajo del mantel…

El Abuelo dijo:

-«Nancy, pará que me estás….”

-«¿Excitando demasiado?”, respondí yo, haciéndome la divina.

-«¡No! ¡Me estás dejando las bolas a la miseria, gato zarpado! ¡Ponéte el zapato, que con esas garras parecés un koala!”, mientras se reía a carcajadas.

Yo guardé mi piecito en mi zapatito, no sin previo corroborar que tenía las uñas bien cortitas, y no hablé mas en toda la noche. El Abuelo me explicó cien veces que me estaba haciendo un chiste, que se sentía tan cómodo conmigo que era capaz de reírse de todos los clichés pelotudos de las parejas de idiotas.

La verdad es que su argumento era bueno y me parecía realista y yo también me sentía así, pero había un no sé que me jodía…

Bueno, dadas las explicaciones previas que eran necesarias, retomemos: el día después de que lo mandé a la mierda por lo del cargador, recibí un mail de su parte.

Lo transcribo porque no tiene desperdicio:

“Nancy. Te debo una disculpa. A veces me olvido que sos una mina. Me divierte mucho estar con vos y puedo ser yo mismo. Cosas que les he contado a mis amigos de vos, según ellos, merecerían el destierro al país del Nunca Jamás. Y sin embargo, yo te disfruto en cada chimangueada. Por ejemplo, me encanta cuando te ponés alegre con fernet (porque según vos, el champagne te da alergia, pero yo sé que no te gusta), y ponés “Lambada” al palo, y me hacés bailar dos horas, mientras decís: “Menea, menea, menea…”

Debo reconocer que tu colección de comics eróticos de Milo Manara, me dejó con la boca abierta y con otros lugares….. ¡Bueno, ya sabés como me dejó otros lugares!”

Me da mucha gracia que te hayas hecho amiga de mi empleada de toda la vida, Gladys, y que te levantes en tetas para pedirle que ponga el agua….¡y después se pasan toda la mañana tomando mate, mientras le hacés la manicura y  mientras ella te cuenta como eran mis ex novias, y te muestra fotos y les sacan el cuero….¡Pero ninguna de las dos me plancha una puta camisa ni me tira un hueso cuando llego muerto de hambre!….¡Hace veinte días que me plancho yo solo y que vivo de las empanadas del delivery.!

¡Creo que si fueras un vago, dejarías siempre la tapa del inodoro bajada!….Tampoco me molesta que propongas concurso de eructos y…. ¡que vos ganes siempre, hija de puta!

Todo eso, para el asombro de mis amigos, el club del Pami, como los llamás vos, me parece gracioso, pero lo que  no soporto, son cosas que creo que podés cambiar sin demasiado esfuerzo:

–        Levantá la ropa que dejás tirada en el piso.

–        No comas en la cama, porque después me acuesto sobre ochocientas miguitas.

–        No quiero que tu perro duerma con nosotros.

–        Secá el baño alguna vez, pero no con el toallón…. ¡sino con el trapo de piso!”

«¿Puede ser? ¡Gracias!”

Mi respuesta no se hizo esperar:

“Puede ser. Puede ser. Pero yo también tengo algunas cositas para decir…

–        Si cocinás, lavás. Tu salmón grillé me encanta, pero los trescientos cacharros que usaste y que después te negás a lavar…. ¡No lo soporto! ¡Prefiero una muzza de Capri y tirar la cajita!

–        Noté con Gladys, que todas tus noviecitas era morochas arrepentidas, parece que a tu edad, el ícono de belleza es Susana Giménez (No te digo Mirta Legrand, para que no te ofendas demasiado) No se si tenían mal gusto por iniciativa propia o a vos te pierde el platinado, pero en tu re puta vida me sugieras que me haga reflejos o claritos o mechitas o iluminaciones o nada que me cambie medio punto el morochazo.  Tengo el pelo oscuro y lo voy a tener así hasta que me muera…No me voy a desteñir para darte el gusto, ni a vos ni a nadie, ni siquiera me voy a blanquear la cotorra…. ¿Me entendiste? Eso espero….

–        ¡No compres más tortitas ni facturas! ¡Tené piedad, por Dios! Ya no bajo de peso igual de antes, y aunque sé que a vos te gustan rellenitas, como decís, es obvio que no pensamos lo mismo… ¡Si te gusta tanto la carne, salí con Carmen Barbieri, y a mi dejame con una manzana y una barrita de cereales!

–        Te he mentido… ¡No duermo con pijamitas de encaje o camisolines transparentes! ¡Lo hice para que no pienses que soy tan desastre, pero en realidad duermo con una remera vieja! Perdoná si no te gusta, pero en la cama, yo duermo o cojo, o como (bueno, comía, a partir de ahora no lo hago más), o leo…. ¡Pero no hago poses!

«¿Tenemos un trato?”

El Abuelo respondió al instante:

“Todavía no tenemos un pacto. Yo también te he mentido…Jamás respondí tu mail, ese día que me viste con la Rubia,  porque fui medio (con un solo ojo) cagón, no porque no me llegara….Pero ahora si te voy a responder: “Me imaginé sin vos, buscando otro cuerpo, otra voz, me vislumbré consumiendo infiernos, para salir de vos, intoxicado, loco, y sin humor…Pero hoy, no tengo sueño, mi panza vibra… ¡Tengo un golpe energético! ¡Milagro y resurrección, y eso que estaba quieto, bajo control!

¡Te veo, me sonrojo y tiemblo! ¡Que idiota me hace el amor! Pero hoy quiero darle rienda suelta a esta superstición….Nancy: ¿Querés casarte conmigo?” (**)

Continuará…

(**) Versión traspolada de “El Pacto” de la Bersuit

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El Collar de Nácar: “Te voy a atornillar” – Cap. 5

El año pasado escribíamos:
Los Mendolotudos y nuestras tardes refrescantes