/EMMA- Capítulo 8: “60 y pico despertares y una mala noticia”

EMMA- Capítulo 8: “60 y pico despertares y una mala noticia”

Las noches con lluvia le recordaban a aquellas vacaciones en Uruguay donde pasó tres meses acompañando a sus padres por temas laborales. Estuvieron cerca del río y a pesar del calor húmedo y sofocante de la zona, las noches eran fresquitas y reconfortantes. Como esa noche, creada como somnífero de cualquier insomnio de verano.

No tenía ganas de salir, pero ya estaba duchada y Sol la había amenazado a muerte si no asistía al encuentro. Se miró al espejo, sus cabellos habían perdido control frente a la humedad del ambiente. Lo que siempre eran ondas o semi-rizos de color castaño oscuro, ahora se habían convertido en rulos tipo mota imposibles de domar con un peine. Con los cabellos nuevamente mojados, se colocó una dosis extra de su crema para peinar de siempre y tirando la cabeza hacia abajo se arregló un poco la melena. No quería que el look rockero ochentoso le arruinara la velada.

No sabía que ponerse. No tenía muchas ganas de arreglarse, es más, sentía la necesidad de ponerse cómoda y no de estar embutida en uno de esos jeans de moda. Era una de las últimas noches de verano; optaría por el bello vestido violeta que su hermana le había regalado para navidad; antes de que fuera demasiado tarde y se quedara con las ganas hasta el próximo verano. Se calzó unas chatitas bien cómodas de tonos beige y marrones, se delineó rápidamente sus ojos marrones, un poco de rímel y rubor…ya estaba lista. Tomó su cartera de cuero marrón, sus llaves, celular y salió por la puerta justo en el momento en que Sol tocaba el portero; no se iba a molestar en contestar.

Bajó las escaleras y se encontró con su amiga, tan linda ella como siempre. Sol estaba tan ilusionada con la salida que hasta se le pasó un poquito la mano con la vestimenta y el maquillaje dejando a Emma desarreglada en comparación: tacos de punta fina tipo Susy Gimenez, falda tubo negra bien pegadita al cuerpo y un escote por el que muchos recién nacidos matarían por incursionar; era parte de la crisis post-ruptura de su amiga por lo tanto era entendible. Solamente se animó a sacarle un poquito de exceso de rubor del cachete y tirarle un cumplido por su capacidad para moverse tan bien con semejantes zapatos.

Caminaron un poco por la peatonal, paseando y mirando las fuentes iluminadas en la oscuridad de una noche mendocina mientras buscaban un quisco dónde comprar los puchos de Sol. Se detuvieron en la esquina con Patricias y esperaron al primer taxi con el cartelito “Libre” encendido.

Llegaron un poco tarde de la hora acordada pero eran mujeres, ¿qué sentido tenía simplificar las cosas y no hacerse esperar? Había que ponerle emoción al encuentro…Un mozo se acercó a recibirlas y preguntarles por la reserva, “a nombre de David Cabrera” dijo Sol.

El mozo las acercó a lo que parecían ser las terrazas del restaurante, repletas de enredaderas con flores y adornadas con velas. Dos chicos, de entre 25 y 29 años estaban sentados en una mesa para cuatro. El que se encontraba de frente era rubio, buenmozo y tenía remera color turquesa que le quedaba pintada. El que estaba de espaldas tenía una camisa roja a cuadrillé y el cabello negro y despeinado. Se pararon al verlas para poder así saludarlas; el chico de camisa turquesa fue el primero, era Santiago, la cita de Sol. Se saludaron y al terminar Emma se dirigió hace el joven de camisa a cuadrillé que la esperaba para conocerla, lo vio y dio un pequeño grito de susto…era Benjamín.

David Benjamín Cabrera era al parecer su nombre completo. Ambos se sorprendieron de verse y las sonrisas tardaron poco en aparecer. Hacía prácticamente un mes y poco más desde el encuentro nocturno que ambos habían compartido y casi cuando Emma comenzaba a olvidarlo él aparecía nuevamente. Hermoso y de rasgos toscos, tal y como ella lo recordaba.

Hablaron toda la noche sin descanso ni tregua. En definitiva, llevaban incontables días de charlas pendientes. El alcohol les había jugado una mala pasada a ambos malinterpretando los números telefónicos que habían intercambiado la otra vez. Ahora se aseguraron de que estuvieron bien escritos, incluso se llamaron en vivo y en directo para corroborar la transacción.

Sentían que se conocía de toda la vida, que no costaba hablar, que no costaba entenderse. Podían apostar que muchas veces uno terminaba las frases del otro, sus pensamientos eran casi los mismos. Discrepaban en algunos temas pero fácilmente uno cedía ante la opinión del otro para poder continuar conociéndose. Era como si se conocieran de otra vida, como si pudieran conectarse por muchos medios… Emma recordó fugazmente algunas palabras de Lucía y se río por dentro, una oportunidad más para ser feliz y aprender…

Los dos se alegraron de que el destino los juntara otra vez. Él le confesó que había entrado en crisis al no oír respuesta detrás del sonido de llamada. Un buzón de voz de un número incorrecto había saltado una y otra vez enloqueciendo a Benjamín; hacía una semana que se había rendido y había dejado de llamar. Lo que son las vueltas de la vida, siempre cuando uno menos se lo espera…

Luego de la cena Sol y Joaquín, el gringo de camisa turquesa, decidieron retirarse por separado ya que ambos trabajaban temprano al otro día, o al menos eso les hicieron creer ya que sonaba la excusa perfecta para compartir la noche juntos. Emma tenía franco y Benjamín casualmente estaba de vacaciones. Fueron a dar una vuelta por la peatonal antes de entrar al monoambiente de Emma para seguir charlando. Acompañados de un café y la luz de la luna hablaron por horas, hasta que la luna dejó de ser luna y el sol se impuso en el horizonte, vigilándolos mientras dormían abrazados enganchados como con una llave marcial…Inseparables luego de entregarse a una pasión hecha deuda.

Despertaron y desayunaron juntos en un café de por ahí ese día, lo mismo hicieron el día siguiente y el otro y también los próximos 60 días. Una mañana, luego de despertar juntos y sonreírse como de costumbre, él la beso y se quedó mirándola con cara de preocupación. Ella se enderezó en la cama, alerta a la preocupación de su ahora bien llamado novio…

-Emma, hay algo que tengo que decirte…y no es nada bueno…

Al parecer la vida no le daba tregua a la pobre Emma…

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